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Gilbert.

Llovió mierda por la ciudad.

Pero aunque sería extraordinario e interesante contarlo si fuera literalmente una lluvia de mierda, no estoy siendo literal. Es una metáfora para hacer alusión al hecho de que no todo iba tan bien para todos.

La muestra exacta de esto era el cuerpo tumbado de Moody en el suelo de su habitación, la vista fija en el techo y las manos dobladas encima del pecho.

—¿Hace cuánto está así? —le pregunté a Venus a mi lado.

Ella lo meditó por unos segundos. —Su mamá me llamó hace media hora y te fui a buscar cuando Ruby no contestó mis mensajes, no tengo su número y no sé bien aún cómo es eso de ser una amiga.

—En realidad no creo que esto sea algo propio de ser una amiga, Moody es...especial.

—Coincido. —volvimos la mirada al cuerpo inerte del hijo único de los Spurgeon como un argumento a esa acotación, solté un suspiro y di un paso hacia él—. Eh, Gilbert....creo que su mamá piensa que soy su amante o algo por el estilo, no para de tirarme indirectas.

—Te acostumbrarás. —quise reír pero me aguanté y me hinqué para estar a la altura del rostro de mi amigo—. ¿Qué estás haciendo?

—Presagiando. —contestó sin moverse, yo no sabía que supiera siquiera la existencia de esa palabra.

—¿Y puedo preguntar qué presagias? —pregunté con sumo cuidado y como si él fuera un niño pequeño.

—El fin. —respondió.

—Muy bien... —medité unos segundos cómo contestar a tal confesión impactante—. ¿Te gustaría contarme porqué crees que viene el fin?

Negó sin apartar la vista del blanco techo. —Empezaré mi voto de silencio, siempre que hablo lo arruino todo. No, de hecho creo que he arruinado todo desde ese fatal incidente sin necesidad de hablar.

Venus se acercó con cuidado, como si fuéramos un circo de lunáticos. —¿Qué fatal incidente?

—Mi nacimiento.

Con la pelinegra compartimos una mirada de perplejidad. —Bien...¿nos explicas qué hizo que llegaras a esa conclusión?

Estiró su brazo izquierdo, y sin mirar, comenzó a buscar algo con el tacto, su teléfono. Me estiré para tomarlo cuando le fue imposible. —¿Esto?

—La contraseña es Rubscielito, todo junto y creo que aún está en los mensajes de fatalidad, si no es así, puedes buscarlo por ti mismo.

Asentí y obedecí su petición, Venus a un costado había puesto la más notoria mueca de asco al escuchar su contraseña, y luego treinta veces más exagerada al leer los mensajes presentes en su chat con 'Rubs'.

Había terminado con Ruby.

Porque no habían podido decidirse en si su primera hija se llamaría 'Ava' o 'Tristan'.

—Esto tiene que ser una jodida broma. —expresó la francesa con una irritación severa en su voz—. Levántate.

Moody ni se inmutó.

Ella entonces lo pateó. —Que te levantes.

—No.

—Estaba yendo a dormir después de estar toda la noche de fiesta. —expresó marcando mucho la 'r' como cada vez que algo la irritaba, entrecerré los ojos al saber que ella se iba a dormir recién a las dos de la tarde—. Y levanté mi maldito culo para venir aquí, así que si tú no haces lo mismo por mí en este preciso instante... Te juro, Moody, por mi libertad, que te patearé tan fuerte el trasero, que tendrán que bajarte los intestinos de la garganta.

Anne Of The Present Donde viven las historias. Descúbrelo ahora