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Gilbert.

—No sé, podrías hablarle sobre arte —aconsejé a Moody mientras salíamos de la última clase, mi amigo me miraba como si yo fuera un sabio dándole las respuestas sobre el universo, quería invitar a Diana a salir y no sabía cómo–. A todos nos gusta el arte, ¿o no?

Asintió. —Creo que sí, a mí al menos me encanta.

No sabía que tenía esa inclinación, de hecho pensaba que los únicos intereses de mi amigo eran las películas graciosas y los cómics de superhéroes.

–Viste, ahí tienes un punto en común, Diana ama la música y siempre habla de pintura. —respondí mientras abríamos nuestros casilleros conjuntos— A ver, piensa que hablas con ella, ¿cuál es tu artista favorito?

—Mi mamá. —contestó con total seriedad mientras sacaba su mochila.

Yo lo miré confundido. —¿Tu mamá?

Asintió cerrando la puerta. —Sí, mi mamá es la mejor artista del mundo. Hizo una obra maestra.

Pensé que su mamá era profesora. —¿Una obra maestra?

—Sí, me hizo a mí.

Parpadeé unos segundos sin poder creer que ese niño era mi amigo, antes de soltar una carcajada sonora. Era un personaje.

Y como si la hubiéramos invocado, Diana Barry apareció por las escaleras y comenzó a caminar a nuestra dirección. Su presencia se sentía a kilómetros, no sé si por la elegancia en sus gestos, su vestimenta o su notable belleza, pero todos a su alrededor voltearon a mirarla, ella parecía no darse cuenta mientras apartaba su cabello hacia atrás en un gesto tan delicado que podría decir que Moody a mi lado dejó de respirar.

Sus ojos casi se salieron de órbita y la miró como un niño pequeño ve a un dulce. —Creo que la mejor artista no era mi mami, sino que la de ella.

Me reí otra vez y cerré el casillero. —Cierra la boca, amigo, me das vergüenza ajena.

Me miró con un gesto exagerado de dolor pero luego soltó una risa que quedó atrapada en su garganta en el momento en el que Diana llegó a nosotros, haciendo que tosiera como si fuera un anciano con problemas respiratorios.

La pelinegra lo miró preocupada. —¿Estás bien?

Moody hizo un gesto afirmativo poniendo un pulgar arriba pero no paró de toser.

—¿Qué le pasó? —me preguntó mientras él seguía en un ataque de tos.

—El arte le apasiona muchísimo. —respondí divertido— Podría decirse que hasta le quita el aliento.

Mi amigo dejó de toser en ese momento y enrojeció de pies a cabeza. Diana aunque se notaba confundida, prefirió no indagar. Muy buena elección.

—¿Aún no llegan Jossie y Billy? –preguntó en su lugar, mirando a nuestro alrededor.

Negué. —¿Nos vas a decir porqué los buscas desde temprano de forma tan extraña?

Suspiró como respuesta. —Pensé que les habrían contado a esta altura del día, no quería hablar de eso.

—¿Qué es eso? —cuestionó Moody volviendo a ser una persona normal.

O bueno, tan normal como Moody podía ser.

—¿Saben quién es Jack, el compañero de Prissy y Sadie? —preguntó bajando un poco la voz.

Conocía a Jack, lamentablemente. Era hijo del ministro y por eso se creía el centro del universo. Cosa que no difería mucho de la realidad, porque de cierta forma el universo de la escuela giraba a su alrededor.

Anne Of The Present Donde viven las historias. Descúbrelo ahora