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Anne.

Urano no volvió a ser Urano nunca más.

La luna dejó de brillar y en Marte nevaba.

Todos los astros voltearon a ver, algo había dejado de brillar en la tierra, una luz ensordecedora se había apagado.

El perro no ladraba y los gatos dejaron de maullar, era como una pausa eterna.

Venus había muerto allá en la tierra. Junto a los hipócritas y los injustos, junto a los llantos, los desencuentros y el adiós.

Junto a los árboles talados, el agua contaminada y el aire gris.

Y Venus ya no era Venus, no sabía que era la Tierra, solo conocía a los mortales que le parecieron sosegados pero crueles.

Su cuerpo estaba en el mar, en múltiples partículas de ceniza, porque a Venus no se le entierra, se le calcina.

Después de todo, su alma siempre ardió de una forma capaz de avergonzar a los volcanes y las estrellas.

Y ahora que era imposible ver terrenalmente ese fuego otra vez, la calle ardía en su honor.

Los gritos ensordecedores impactaban contra mi oído imposibilitando que pudiera oír cualquier otra cosa, el caminar de miles de mujeres me llevaba en una sola dirección como si estuviera flotando en un mar lila y esperanzador.

Éramos muchas, éramos miles.

—Nunca había visto a tanta gente junta. —vociferó Ruby con una sonrisa en su angelical rostro—. Y mucho menos tanto...no sé cómo explicarlo, se siente como si todas nos quisiéramos de pronto.

—Nos acompañamos. —grité para que pudiera llegar a oírme a través del ruido—. No sé siente como si nos quisiéramos, nos queremos. No hay muestra de amor más grande que el cuidarnos las unas a las otras incondicionalmente.

Josie asintió dejando de hablar con Prissy para unirse a la conversación. —Dejar de lado todos los conflictos personales y todas nuestras diferencias por una causa común es amor. Claro que sí.

La sonrisa de Ruby desapareció y Diana a mi lado frunció el ceño. —¿Qué pasó, Ruby?

—Es que... —trató de formular una explicación, imposibilitada por el temblor ahora en su mentón y las lágrimas cristalizando sus ojos—. Es que amo ser una mujer.

Y, como si estuvieran reafirmando sus palabras, el sonido de múltiples voces y aplausos resonó otra vez con aún más fuerza.

Nosotras nos unimos con aplausos y chiflidos a la ola de vitoreos, mostrándonos de acuerdo ante las palabras de nuestra amiga, dejando en claro lo orgullosas que estábamos de ser mujeres y por fin habernos encontrado.

—Los chicos hablaron en el grupo. —nos avisó Sadie unos minutos después—. Dicen que ya llegaron al escenario.

Era la sexta marcha que se hacía en Charlottetown, así que ya todos conocíamos la modalidad que habíamos adoptado; nosotras marchábamos hasta el final sin los chicos, y luego nos juntábamos a un lado de un escenario grande donde mujeres decían algunas palabras o en el caso de hoy, tocaban canciones en honor a nuestra amiga.

—Vamos por atrás, si seguimos derecho con la multitud después nos va a costar mucho apartarnos. —manifestó Prissy dándole un sorbo de agua a su botella, todas se mostraron de acuerdo.

—Yo me quedare un rato más aquí con la gente. —avisé.

Josie asintió comprensiva, sabía que necesitaba esos momentos de reflexión a veces, para poder aterrizar a la realidad y darme cuenta de todo lo que habíamos conseguido, porque ella también los necesitaba. —Si quieres puedo quedarme a hacerte compañía.

Anne Of The Present Donde viven las historias. Descúbrelo ahora