Anne Shirley nació con la aventura tatuada en sus clavículas y las ganas de descubrir el mundo bordadas en su espíritu.
Así que cuando descubrió que la familia que tanto deseaba no llegaría, tomó la decisión de abandonar el orfanato donde se había c...
Encontrar a Cole no fue difícil, estaba en el patio como siempre, con un block de dibujos apoyado en sus piernas que se encontraban entrecruzadas y un lápiz en su mano, haciendo trazos con concentración. Ver su faceta de artista me era conocida pero aún así no podía evitar quedar embobada cada vez que lo veía pintar.
El silencio ensimismado del pintor mientras pinta, mostrando la desgarrada voz a su grito interior...
—Eh, Anne. —me interrumpió Gilbert sacándome de mi trance de amiga orgullosa. —¿vamos a ir a hablarle o tratarás de enviarle el mensaje telequeticamente?
Asentí muy a mi pesar. Y sí, me tocó ir con Gilbert en mi misión súper secreta, gracias a mi hermosa amiga que sugirió que era la única que conocía realmente a Prissy como para contarle algo tan delicado, y que el pelinegro además tenía las imágenes en su teléfono.
—Cole —dije acercándome, y él al verme me recibió con una sonrisa cálida que se fue al ver mi rostro preocupado. —Tengo que contarte algo.
Asintió dejando a un costado su dibujo e incorporándose. —¿Estás bien?
—Sí. —le hice una seña a Gilbert para que sacara el teléfono y él obedeció–. Pero creo que tú en unos segundos no lo estarás.
—¿Por qué no...?
Le mostré las imágenes una por una y él palideció, eso es decir mucho porque mi amigo ya era más que pálido–. ¿Cómo conseguiste estas fotos y...? No me digas. ¡Anne! ¡Te dije que no lo hicieras!
Lo miré con la mejor representación de ángel que pude. —¿Upsi? En mi defensa, tenía razón. Y más que eso. –respondí poniendo más cerca de su rostro las fotos donde estaba él comprando, viendo cosas en la papelería, en la calle.
—¿Esas fotos las tenía guardadas él? —preguntó entre confundido y aterrado mi amigo.
Gilbert asintió por mí. —Y eran más, con Diana sacamos las que más pudimos pero se escucharon unos pasos así que devolvimos el cuaderno rápido.
Entrecerró los ojos. —¿Metiste en esto a Gilbert y a Diana también?
—¡Ellos se metieron! ¡Te juro que yo no los obligué! ¿Cierto, Gilbert?
Blythe se rascó la nuca, pensativo y le regalé una mirada asesina. —Bueno...técnicamente me arrastraste al baño.
—Estás apunto de ganarte nuevamente el paseo de ver si está lloviendo...
Soltó una risita. —Nosotros quisimos participar, Cole. No puede ser que te esté acosando de esta forma. —se tendieron las manos en una seña que supuse era de 'somos hombre bro, compañeros, aguante la cerveza, el fútbol y acomodarnos las partes menos indicadas en los lugares menos indicados sin pudor' yo desvíe mi mirada al teléfono que justo sonó en mi mano —¿Sabes porqué haría algo cómo esto?
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