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Gilbert.

Tardó unos segundos en reaccionar y me miró con unos ojos llenos de perplejidad, y podría decir que hasta dolor. Su pecho subía y bajaba con rapidez. —Tú no...

Asentí y no pude seguir mirándole a la cara. Me arrepentí por un segundo de mi decisión pero luego recordé la razón, estaba en peligro ahí afuera, si algo le pasaba... —Es lo mejor.

—¿Qué es lo mejor? —respondió y su semblante cambió— No sé de qué me hablas, Gilbert.

—Anne.

—Mi nombre es Cordelia. —vociferó y miró a el doctor fijo a los ojos —No sé de que habla. ¿El...niño, está bien? ¿Cómo descubrieron su nombre?

El doctor Boyle suspiró. —Despertó hace dos horas.

Observé a la pelirroja asentir con los labios en una línea y los ojos brillantes. Para luego hablar con un hilo de voz. —Qué bien. ¿puedo...puedo verlo?

Negó con lástima. —Llamaremos a su familia en cuanto nos des su apellido y ellos verán que hacer. Nosotros no podemos permitirte verlo, porque no eres familiar directo, lo siento mucho.

—¿Cómo? —tuve que cerrar los ojos al ver esa mirada de dolor en el rostro de Anne, dolor que yo causé.

Es lo mejor —me recordé mentalmente— es lo mejor.

—Anne, ya me contó todo Gilbert, y entiendo porqué lo hiciste, ya no vale la pena mentir. Pero, créeme —posó su mano en el hombro de una afligida Anne— Jerry estará mejor con sus papás, y tú, devuelta en el orfanato.

Ella negó con la cabeza, una, dos, tres veces y dió un paso hacia atrás. —No...usted no sabe...ustedes no saben nada, no volveré a ese lugar otra vez, mi hogar está aquí, con Jerry... —sus ojos se llenaron de lágrimas y me miró suplicante. –Dile que estás mintiendo, que todo lo que dijiste te lo inventaste.

Aparté la vista de sus ojos. –No puedo hacer eso.

—Por favor. –suplicó en un susurro con voz temblorosa, quebrada por completo.

No contesté. El Señor Boyle llamó a una enfermera y le dió unas indicaciones al oído mientras Anne seguía mirándome fijo, desecha totalmente, llena de rabia. —Anne. —dijo con ternura él y al no obtener ni una mirada de su parte se puso frente a mí—Es lo mejor, Jerry estuvo muy mal, necesita un lugar seguro para recuperarse, y tú... —apuntó su labio hinchado— necesitas lo mismo. Viene de camino una trabajadora social, no quiero que hagas las cosas más difíciles y te vayas. Demitria estará aquí de cualquier manera, así que no vale la pena. Estarás bien, los dos lo estarán.

Ella no sollozaba, las lágrimas caían por sus mejillas pero Anne tenía la mirada perdida, estaba en otra parte. —No me iré sin mi amigo a ningún lado, no tiene de qué preocuparse.

El doctor asintió con una sonrisa lastimera, realmente le creía. —Espero que sea así. Y de verdad, pequeña, es lo mejor.

Ella ni lo miró.

La enfermera se acercó a Anne y la tomó de los hombros para guiarla a los asientos, ella no protestó, tampoco la miró en ningún momento.

Caminé con ellas y me situé de pie frente a su rostro. —Anne...

Apartó los ojos del piso y me regaló al instante una mirada afilada, llena de enojo. —No.

—Quiero explicarte porqué lo hice, Anne. Decirte mis razones. Tu estabas tan mal que...

Me interrumpió con los ojos llenos de lágrimas, y la boca en una línea. —No me interesan tus razones. No quiero que me mires, ni que me hables, ni que te me acerques. Y espero de corazón no volver a verte nunca más, porque para mí desde ahora eres solo la persona que arruinó mi vida.

Ella llevaba tanta tristeza dentro de sí misma, que verla a los ojos dolía. —No lo dices en serio. —arrugué la nariz con dolor— Estás enojada ahora pero luego te darás cuenta que traté de hacer lo mejor para que...

Por primera vez pareció pensar que no valía la pena dar explicaciones, ni pelear por esto. Estaba exhausta, y solo se levantó de la silla volteando hacia la enfermera. —¿Podemos ir a otro lado, por favor?

Ella asintió y Anne comenzó a caminar lejos de mí antes de que pudiera decir cualquier cosa para detenerla.

La enfermera me miró con lástima frunciendo los labios y gesticuló una disculpa antes de ir tras Anne. Y al ver su cabello rojo caminar por el corredor supe que había vuelto a estar solo en esta sala blanca otra vez.

Y no me equivoqué, porque no volví a ver a Anne en el hospital nunca más.

Anne Of The Present Donde viven las historias. Descúbrelo ahora