Capítulo 97

142 10 0
                                    


Estaba en pijama, un día después de noche buena, y no sabía qué hacer para descargar esta rabia tan grande que tengo.

Me detuve en una tienda de ropa que estaba abierta y tomé lo primero que encontré.

Conduje por un largo rato hasta llegar a un lugar al que no venía hace mucho tiempo.

Era perfecto, una pelea.

Bajé del auto y entré al local, era muy temprano, pero las peleas comenzaban desde el día.

— Leona, tiempo sin verla por aquí, que desea.

El hombre que manejaba este lugar me recibió, pero no tenía tiempo para formalidades.

— Quiero pelear, ya.

Él se tensó, pero fue hasta el ring en busca de un rival para mi.

Nadie quería, todos lo miraban con miedo, como si estuviera loco.

Ahora fui yo quien se subió al ring para hablar.

— Si no suben su asqueroso trasero aquí, igual se los patearé y los dejaré sin poder sentarse.

— Yo subo.

Era una chica, cubierta por una capucha negra, pero no me importaba.

Me puse solo las vendas, no quería guantes.

Cuando la chica se quitó la capucha no podía creerlo, la rabia solo crecía y crecía.

— Me pidieron que no te matara, e intento cumplir con eso.

— A mi me pidieron que te entendiera, e intento cumplir con eso.

— No quiero romper tu bonita cara hermanita.

— Sería como romper la tuya, ¿no crees?

Era una pelea ilegal, no habían reglas.

— Bien señoritas, recuerden que la única regla, es que no hay reglas.

No esperé que me atacara, no espere nada, solo actúe, ciega por el rencor y la rabia. Por un momento olvidé quien era y descargue todo con la única persona que no tenía la culpa.

Siempre fui buena peleando, era más fácil que disparar.

Quería que mi mente se callara, que no dijera nada.

Golpeaba cada vez más fuerte, llevé muchos golpes yo también, ambas peleábamos bien.

Pero no se callaba con nada, mi mente seguía repitiendo una y otra vez que viví engañada, que mi padre nunca fue sincero conmigo, que Josep me mintió de frente, que tenía una puta hermana menor cuando pensaba que ya no me quedaba nadie.

Mis golpes eran cada vez más fuertes, sentía mis vendas húmedas, todos gritaban fuera del ring, muchas voces y a ninguna se le entendía nada.

La rabia siempre será un buen intensivo para pelear con todo, es la mejor manera de descargar la ira acumulada, solo que la persona que recibe los golpes no es la culpable.

No se cuanto tiempo pasó, ni que pasó, pero sí sé que solo veía esa cara llena de sangre, tirada en el suelo sin poder moverse.

Reaccioné, ya no podía seguir.

— Melissa, joder Melissa mirame.

Estaba casi inconsciente, y yo no tenía ni idea de en qué momento pasó eso.

— Dame mi puto móvil viejo inútil — le grité al hombre que solo quería decir que yo gane por el micrófono,no me importaba.

El se acercó y me tendió mi móvil, sin pensarlo llamé a Josep, sabía que me iba a matar, pero necesitaba ayuda.

Nueva Vida (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora