Capítulo 10

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Capítulo 10Para los que nunca escuchan12 de junio

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Capítulo 10
Para los que nunca escuchan
12 de junio

9:16 pm

El olor a mar que tenía el viento era algo que, incluso luego de varias semanas viviendo tan cerca de la playa, sorprendía a Rubí. Claro que era una sorpresa agradable, como cuando descubres un aroma atorado en la brisa y sabes que lo recordarás por años. Sabía que atesoraría por siempre ese lugar, todo por culpa de sus sentidos.

Ahora, cada vez que el aroma a sal marina llegara a sus fosas nazales, ella recordaría esas noches humedas, en las que la luna reflejaba su luz en las olas del oceano y estas se convertían en un millón de destellos al romper en la costa. Recordaría la sensación de arena en sus dedos, la brisa jugando con su cabello y esa impresión de que todo estaba en orden... Con un simple aroma, ella conservaría los recuerdos de noches como esa, en las que las risas gruesas de esos "familiares" con los que no compartía ADN resonaban en toda la casa.

Pero no los guardaría en la mente, no; ella todavía no lo sabía, pero ese aroma, esas noches, y esas risas se resguardarían en un lugar más importante: su corazón.

—Hey, niñita —fue Adam quien la sacó de su realidad, devolviéndola al mundo real —. ¿Me escuchaste?

Claro que el corazón de Rubí seguía muy lastimado como para reconocer que había recuerdos, o sentimientos, grabados en él. Ella seguía protegiéndose a sí misma con espinas tan puntiagudas como las que llegaron a lastimarla a ella en algún momento. Observó a Adam, quien tenía el entrecejo fruncido en su dirección. No era la primera vez que encontraba a la chica perdida en su mundo, y comenzaba a creer que se convertiría en una rutina tener que sacarla de ese planeta tan lejano en el que se extraviaba a menudo.

—No te escuché —confesó, y luego volvió a bajar su mirada hasta su cuaderno de canciones —. ¿Qué quieres, molesto?

—Solo pregunté si querías algo de tomar —aclaró él, con una sonrisa divertida —. No hay necesidad de atacarme con tu actitud de adolescente frustrada.

—Vete al carajo, Adam.

—Sabes, mi ex me mandó al mismo lugar, pero me perdí en el camino ¿Tienes un mapa para guiarme, o algo así? ¡Ya sé! Seguro tienes la dirección guardada en ese cuadernito tuyo de la última vez que fuiste ¿Qué tal es el clima ahí, por cierto? ¿Llevo bufanda?

Rubí levantó su mirada hasta la del rubio, quien le sonrió mostrando sus blancos dientes. Ella conocía varios tipos de sonrisas: las de lástima, las inocentes, las de disculpas, las incómodas, las falsas (que, en su opinión, eran el tipo preferido de su cuñada), las bromistas, las raras...Pero la de Adam no parecía encajar en una clasificación, al menos no en una que ella conocía. Era una mezcla entre comprensión y amabilidad, acompañada de una pizca de diversión que quizá escondía algo más. Sentía que era un dilema, pero al mismo tiempo ese gesto le salía tan natural que no parecía esconder mucha complejidad.

Rosas ||P.E #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora