Capítulo 48:
Rayos y truenos25 de julio
11:15 am
Ojalá Adam se hubiese equivocado al decir que no aguantaría un rechazo de Silene. Dos días y aún pensaba en ese beso, en la forma en la que su corazón se ilusionó para romperse justo frente a sus ojos. No había hablado con ella, no quería hacerlo. Hubo un tiempo en el que jamás hubiera deseado una vida sin princesas, ahora quería a cualquier cuento de hadas lejos de su existencia.
—El, soy muy capaz de limpiar mis heridas solo —le dijo a su prima, que limpiaba con esmero las heridas en sus nudillos. Golpeó tanto la pared del elevador que aún los tenía entumecidos, al menos parecía que comenzarían a cicatrizar.
Pero otras heridas que resguardaba en lo más profundo de su ser estaban lejos de volverse cicatrices.
Como no queria ver a Silene, se había instalado en el cuarto de huespedes en el nuevo apartamento de su prima. Elise había sido demasiado quisquillosa para escoger su nuevo hogar y, ahora que lo tenía, Adam debía admitir que tanta exigencia había valido la pena. Era amplio, bonito y estaba situado en un buen lugar de Los Ángeles. Además, y resultaba lo más importante para él, era un excelente lugar para esconderse.
—Cállate y déjame atenderte —habló ella, usando señas que él entendió —. Tu limpiaste mis heridas hace años, ahora yo limpio las tuyas.
—Tus heridas fueron por un accidente de auto, las mías por un rechazo.
—Duele igual, Adam.
Él suspiró ante sus señas. Eli tenía razón, dolía. No puso quejas cuando ella colocó una venda nueva en su mano, aunque deseó que existieran vendas para su corazón. Esperó a que su prima terminara y se dejó caer en el colchón, derrotado ante lo que sentía. Elise se acostó a su lado y lo observó con preocupación. Conocía muy bien a Adam, sabia exactamente lo que estaba haciendo.
—¿Te sientes mejor? —cuestionó ella. Ante la duda, él se obligó a fingir una sonrisa.
—Claro que sí, El. No es la gran cosa —mintió él —. Ya lo estoy superando.
—Ya me has dicho antes esa mentira.
—Y me creíste antes.
—Pero eso fue porque la mentira no incluía a Silene en ese momento.
Adam suspiró, odiaba pensar en ella y sentir que todavía la amaba. Silene prefería perfección, él no era eso para ella. Le había dado todo de él, se había mostrado tal como era, y aún así no fue suficiente. Le entregó su corazón y ella decidió que no lo quería. Ahora él necesitaba que ella se lo devolviera, pero quería que lo conservara. Era tan extraño sentir que quería alejarse y odiarla, pero no podía dejar de amarla.
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Rosas ||P.E #3
Teen FictionSilene Osbone es tan perfecta como una rosa... Cristal Milestone admira tanto a Silene que solo quiere ser igual a ella... Dicen que las rosas son las flores más hermosas del prado, las que todos ven. También dicen que son perfectas por su color, ar...