Capítulo 22:
Planes brillantes
22 de junio6:30 pm
Caleb no sabía rimar, o al menos eso creyó hasta que unos pocos versos salieron como sin permiso de su mente. Llevaba días con una melodía sin nombre atravesando su cabeza, algo muy nuevo en él. Generalmente, Rubí y Aviv se encargaban de componer y escribir sus canciones. Ahora, estaba viendo nacer una nueva, en una pequeña y arrugada servilleta que rescató de su comedor. Habían tachones atravesando su descuidada caligrafía, pero en realidad no se veía nada mal. Esa canción se veía prometedora, llena de sentimientos a los que aún les faltaba música. Por primera vez, él era el creador.
¿Y de dónde provenía esa repentina inspiración? Esa era una pregunta que él no quería responder, o al menos no en voz alta.
Vio a Silene entrar a la casa desde las amplias puertas que daban al patio. De inmediato, escondió el pedazo de papel en su bolsillo y fingió las mejor de las sonrisas para su princesa. Sintió un extraño pinchazo en el pecho a medida en la que ella se fue acercando. No quería admitir que lo que en realidad sentía era culpa...
...Culpa de que esa canción refugiada en su bolsillo no fuera sobre ella.
—¿Qué haces, cantante? —cuestionó ella, apoyándose en la mesa. Le sonrió con coquetería, de la forma en que lo hacía siempre que exigía una respuesta honesta.
—Nada importante —respondió él, tomándola por la cintura aún sin levantarse de la silla. Levantó la mirada y le sonrió. Generalmente, el truco de Silene funcionaba y él decía la verdad. Sin embargo, Caleb se mantuvo fuerte esta vez. No podía confesar, la honestidad no era una opción —. Te ves hermosa hoy.
—Siempre me veo bien, tonto —soltó ella, tomándolo por el mentón sin dejar de sonreír. Silene no era la única que sabía manipular entre los dos. Leb conocía lo suficientemente bien a su novia como para saber que los cumplidos la distraían, eran su talón de Aquiles. Con ese simple comentario, la curiosidad de la princesa se esfumó y volvió a la normalidad —. Tu también tampoco te ves nada mal, cantante.
—Eso es porque debo estar a la altura de mi princesa.
Él era mucho mejor en ese juego de lo que ella imaginaba; tan bueno que Silene ni siquiera notaba que él era capaz de distraerla de esa forma. Caleb se levantó de la silla sin soltar su cintura y la besó con la pasión necesaria como para borrar cada rastro de duda que le quedaba en la mente. Con sus labios sobre los de ella, la princesa Osbone se sentía hermosa y perfecta; se sentía deseada por un chico ideal, lo que la convertía en una chica ideal.
Leb hizo del beso mucho más fuerte, más profundo. En un momento, no sé decirte cual, ese gesto apasionado dejó de ser un método de distracción y se convirtió en un arma para convencerse a sí mismo de verdades que su corazón no quería creer.
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Rosas ||P.E #3
Teen FictionSilene Osbone es tan perfecta como una rosa... Cristal Milestone admira tanto a Silene que solo quiere ser igual a ella... Dicen que las rosas son las flores más hermosas del prado, las que todos ven. También dicen que son perfectas por su color, ar...