Dónde está la esposa

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Ryo miraba la pantalla de su celular una y otra vez apretando tanto los dientes carraspeaban y sus colmillos ya perforaban sus encías inferiores. Los miembros de su pandilla mantenían una distancia prudente del sofá donde él estaba sentado inclinado hacia delante. Su flequillo rubio caía como una cascada sobre sus ojos que estaban de un fuerte verde denotando que estaba realmente molesto a pesar de que esa noche habían logrado desmantelar uno de los grupos de tráfico que le estaban dando dolores de cabeza a la policía.

Y todos sabían perfectamente la razón de por qué él estaba así. Su esposa cumplía hoy seis días que no había asistido a las reuniones de la pandilla. Y él no parecía muy contento con eso.

Ryo volvió a guardar su celular en el bolsillo. Por más que marcaba el número de Dilan este daba fuera de servicio. Y eso que ya iba de seguro por más de 50 llamadas en las últimas 24 horas. ¿Dónde rayos estaba? Le había prometido que asistiría, que volvería con ellos pero de eso hacía días. Ni rastro de él.

Acaso se había acobardado lo suficiente como para no volver. No pareciera que él fuera de ese tipo. Además SE LO HABÍA PROMETIDO. Y nadie rompía sus promesas con él tan fácil y salía ileso.

Gruñó e hizo que sus compañeros retrocedieran, inclusos los alfas estaban tensos con las densas feromonas que destilaban de Ryo. La marca de sumisión en todos ellos picaba y molestaba.

-Jefe- un valiente con a frente arrugada se acercó- ¿Crees que podamos irnos? Usted no está de buen humor y eso nos está afectado.

El líder alzó la cabeza y lo enfocó, hasta el borde de sus ojos se había tornado oscuro. Estaba en un momento realmente peligroso y los demás lo sabían. El que había hablado cayó de rodillas temblando. La próxima vez que su esposa se desvaneciera de esa forma ellos mismos la buscarían y la encerrarían con él solo por tal de no tener que lidiar con otro momento como ese.

-Ryo- la voz grave de Estil retumbó y hubo un choque entre ambos alfas- Los estás asustando. Cálmate- decía las palabras de forma ruda y dominante. No con la intención de revelarse contra Ryo, solo quería que tuviera conciencia de su alrededor y pareció funcionar.

Todos soltaron un suspiro de alivio, incluido Estil, cuando las feromonas se disiparon lo suficiente para que pudieran respirar y las marcas dejaron de arder. Ryo dejó salir un suspiro y se echó para atrás en el sofá.

-Pueden irse- cerró los ojos escuchando como todos salían rápidamente menos el alfa parado a su lado- ¿Qué piensas que haces? Déjame solo-

-Ese chico te está afectando seriamente- Estil soltó directamente.

-No hables lo que no sabes Estil- Ryo cruzó el brazo sobre sus ojos y se abrió los primeros botones de la camisa.

-Puedo decirlo con solo verte, te conozco hace mucho y nunca has estado de ese humor por culpa de nadie. Ni siquiera acompañas a los chicos para tener sexo y todo fue a partir del secuestro de Dilan-

Ryo dejó caer el brazo y lo miró.

-Es extraño, pero no puedo sacármelo de la cabeza. Aun cuando sé que solo lo necesito para llegar a su padre, pero después de tener sexo con él, es como si quisiera hacerlo mío, todo el tiempo, marcarlo tanto que su piel se desfigure, si vieras lo lindo que se veían mis mordidas en su espalda y nalgas- se relamió los labios.

Estil abrió sus ojos tanto que dolieron.

-¿Te acostaste con él?-

Ryo bufó recordando aquella noche.

-Tanto que al otro día apenas si podía moverse, fue el sexo más rico que he tenido hasta ahora-

Estil se quedó pensativo y tragó en seco.

Sucumbiendo al instinto (Omegaverse/Bl/Erótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora