Hola pajarito

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Dilan guardó el celular en su bolsillo después de ver el mensaje que acababa de recibir de la persona que menos quería saber en ese momento. Ryo y el grupo de los tres pésimos espías se habían adelantado unos pasos por delante hasta que el alfa líder se percató de que el chico no iba a su lado y se giró caminando hacia él.

-Ocurre algo. No te ves muy bien-

Fue entonces que Dilan se dio cuenta que había dejado caer su habitual máscara que ocultaba sus reales sentimientos. Al momento esta volvió y una sonrisa media cruzó su rostro.

-Todo está bien. Necesito pedirte la noche libre, tengo un asunto familiar y necesito volver-

Ryo entrecerró los ojos y se acercó un poco más a él, quedándose a unos pocos centímetros. Invadiendo el espacio personal del chico e inclinándose íntimamente. Dilan no se movió ante su cercanía, más bien dejó que el olor del alfa lo envolviera, en ese momento lo necesitaba.

-Estás mintiéndome- le susurró acercándose a su oído ¿qué es más importante que yo?- su pregunta tenía todo el objetivo de parecer prepotente pero el tono de Ryo falló y terminó teniendo un deje de connotación sexual que puso rígidos a ambos. Si no hubiera pasado lo de la noche anterior tal vez la situación no fuera tan incómoda.

Dilan tragando dio un paso hacia atrás y metió las manos en los bolsillos.

-Muchas cosas realmente alfa- se sonrió no dejando afectarse, Ryo solo quería divertirse- En serio necesito la noche libre-

El alfa lo recorrió de arriba abajo. Habían pasado todo el día juntos desde que se habían encontrado. Arrastrando a la partida de imbéciles que no sabían leer el ambiente por lo que no habían tenido tiempo de hablar. Había muchas cosas que debían poner sobre la mesa sobre todo la atracción de que alguna forma había entre ellos y que era sumamente rara, pero que estaba ahí. Lo supo desde que lo había visto por primera vez, arrodillado y golpeada. Dilan no se veía nada guapo en aquella forma pero después que había vuelto la cosa había cambiado. Había algo en él que sacudía al alfa en su interior.

-Solo esta noche- dijo firmemente, sus ojos brillaban- Mañana tendrás que pagarme en grande y suelo ser muy creativo en las formas que me gusta que me paguen-

Dilan sonrió.

-¿Alguien te ha dicho que eres un explotador?-

-Pago muy bien por serlo- el alfa se le acercó su cabeza, su nariz quedó sobre la mordida que le había propinado antes- Recuerda, tú ahora eres mío, me perteneces, y como tu alfa siempre debes serme fiel, entendido- su voz gutural mandó un estremecimiento a DIlan que contuvo las ganas de ponerse de rodillas como todo un omega sumiso, pero él no era tan fácil como para demostrar debilidad.

-hablas como si yo fuera un omega y tú el alfa que me hubieras marcado. Te oyes ridículo- intentó ocultar su vergüenza, su corazón palpitaba. A todo omega le gustaba que le fijaran que era de alguien- ¿Le hablas así a todos?-

Ryo alzó su rostro a uno pocos centímetros de los de él.

-No, solo contigo, me gusta mortificarte, eres un blanco fácil y no tan imbécil como los demás que me rodean-

Dilan alzó una ceja.

-Sabes que yo también soy un alfa-

Ryo pestañeó lentamente pero no respondió. Solo se enderezó y le dio otra ojeada que casi tuvo a Dilan gimiendo, sino fuera porque fue consiente que las manos del alfa estaban al lado de su cuerpo podía decir que lo estaba tocando ¿Qué significaba aquello?

-Nos vemos mañana, alfa- y se giró volviendo junto a los otros chicos.

Dilan dejó salir un profundo respiro cuando Ryo se alejó. Su presencia era realmente abrumadora par un omega, incluso para él que estaba acostumbrado a lidiar con lo de su talla. Apretó el teléfono en su bolsillo. Debía volver a su casa pronto.

Su padre regresaba en la mañana y estaría molesto si no estaba para recibirlo. Siempre era así. No importaba su relación. El protocolo era demasiado estricto dentro de su casa. Por eso le gustaba estar en el apartamento de Louis. Era infinitamente más pequeño que su mansión y no son eso era pequeño, pero era más cálido. Además, ahí estaba precisamente su primo. La única persona que lo criticaba por su bien y lo mimaba por su mal. Lo adoraba.

Se dio media vuelta y subió el cuello de su chaqueta. Miró el reloj, eran cerca de las 9:00 de la noche. No estaba tan lejos de su casa, a pie serían unos 40 minutos si atravesaba por el parque central. Se dirigió allí y para su extrañeza este estaba en completo silencio. Era bastante extraño, a esa hora normalmente había alguna que otra persona paseando, sentada en los bancos o paseando a sus mascotas.

Se detuvo en la acera. Estaba también un poco oscuro, algunas bombillas estaban ¿rotas? Un escalofrío recorrió su columna y se estremeció. Sus sentidos le decían que no era buena idea pasar por ahí. Algo estaba realmente mal, muy mal, y él siempre hacía caso a su instinto. Este nunca fallaba. Así que se dio vuelta solo para que su nariz chocara con una pared maciza.

Dilan retrocedió sobándose la piel golpeada cuando miró delante de él y su cuerpo se congeló.

-Nos vemos de nuevo pajarito-

---

Ryo era el que esta vez caminaba por detrás de los tres hombres que hablaban amistosamente y se burlaban de algún tema al que él no le prestaba atención. Sentía el cuerpo caliente a pesar de la brisa fría de la noche. La sangre se movía por momentos al sur para después retornar a su cabeza cuando quería pensar con mayor claridad. No comprendía que era lo que le había hecho el chico pero pensaba que se estaba convirtiendo en un caso grave de obsesión.

Incluso lo había marcado en el cuello y recordaba cada momento en que sus labios habían lamido su piel la noche anterior. Su miembro siempre palpitaba doloroso en su pantalón solo de recordarlo. Todavía revoloteaba en su cerebro los pocos momentos de sueño donde lo tenía debajo de él gritando o gimiendo su nombre mientras él se complacía dentro de su cuerpo, bombeado hasta buscar tanto su alivio como el suyo.

Demonios. Estaba otra vez duro y dolía. Se mordió el interior de la boca y sacó su celular. Su padre no había mandado ningún encargo en ese día. Normalmente lo hacía antes de las 10: 00 de la noche y si no había nada ellos podían retirarse o hacer lo de costumbre. Irse a tomar en cualquier restaurante.

Esa noche Ryo quería algo más. Necesitaba sexo. Crudo, Salvaje, Violento, de ese que lo dejaba tan agotado que no recordara su nombre. Lástima que solo había encontrado muy pocos, pero muy pocos omegas que aguantaran su nivel de potencia en la cama cuando estaba en ese estado y los betas no se podían contar. No tenía paciencia para las preparaciones previas, e incluso después tenía que tener cuidado para no desgarrar el interior de la pobre víctima.

Revisó los contactos encontrando el número del chico que trabajaba en el burdel de la cuidad. Se lo había dado en la última visita hacía tanto que no recordaba, cuando habían estado tan aburridos que se habían ido de fiesta. No podía negar que lo había pasado bien, el pequeño omega tal vez no era tan lindo, y su cuerpo pareciera pequeño o frágil pero al menos resolvería algo. Si al menos se pareciera a Dilan.

Se mordió la lengua al encontrarse pensando otra vez en él. Tenía que sacarlo de la cabeza o se enfermaría, pero no era su culpa que cuando lo tuviera delante solo quería morder esa boca prepotente y afilada y querer meter sus manos por entre la ropa y tocar cada parte de su piel hasta enterrarse en su interior. De seguro sería delicioso.

El celular pronto vibró en su mano. Era uno de los suyos.

-Dime Paul- respondió sin ganas.

-Jefe, tenemos problemas- su voz hizo que las alarmas de Ryo se encendieran.

-Habla de una maldita vez- le gruñó.

Después de unos largos segundos el beta en el teléfono habló.

-Gomnes escapó-

Sucumbiendo al instinto (Omegaverse/Bl/Erótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora