Su omega, su pareja destinada

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Sheldon esperaba sentado en la cama en la espaciosa habitación. Ya entendía donde metían al menos una parte de lo que se pagaba allí para follar. En aquella cama realmente suave y cómoda de dosel podían caber fácil de cuatro a cinco personas. Los pisos cubiertos de lujosas alfombras, las paredes tenían un exótico dolor crema que era bastante extraño. Había luces en toda la habitación pero en ese momento estaban tenues, como queriendo mantener la atmósfera de intimidad.

Había revisado el lugar en busca de cámaras, pero solo encontró que la única ventaba que había en el piso más alto de las cinco plantas, estaba cubierta por cortinas y daba a la calle. Del otro lado había una puerta que daba a un lujoso baño con jacuzzi. Y en una esquina de la habitación donde también había un juego de muebles y una cómoda con tofos los juguetes sexuales que uno pudiera imaginar para usar en el cuerpo de otra persona, también se encontraba una pequeña nevera con varias bebidas.

No se dignó a tomar ninguna, no tenía la confianza, además no era el momento. Había sido revisado antes de entrar al edificio por completo en busca de medicamentos o armas que pudieran dañar a sus productos, le habían comentado que solo era una medida preventiva debido a un accidente pasado. Pero él venía preparado.

Había guardado supresores, tanto para él como para omegas en caso que tuviera que utilizarlos. Estos estaban guardados de forma segura en la parte baja de la liga que aguantaba su cabello que se lo había dejado hasta media espalda para este tipo de situaciones. Era un hombre precavido.

Después de cinco minutos más escuchó que tocaban la puerta y miró en esa dirección. Solo no se esperó que su nariz se crispara al sentir un leve aroma que se filtraba por la rendija baja de la puerta. Rico, delicioso olor.

Acaso… no podía ser ¿verdad?
Se acercó un poco tembloroso a la puerta y la abrió. El golpe de feromonas que llegó a su nariz casi hizo que cayera hacia atrás aunque mantuvo la compostura con toda su fuerza de voluntad.

-Señor Ryo- de las dos personas de la puerta habló el que estaba vestido de traje que tenía la mano puesta en la espalda baja del más pequeño a su lado que cubría su cuerpo de pies a cabeza con una manta gruesa bordada en hilos dorados, de debajo era que salía ese delicioso aroma que estaba volviendo loco a Sheldon- Le traemos Ruuby, esperamos que disfrute de su compañía-

Sehldon asintió con la cabeza y sintiéndose un poco ansioso porque el omega estaba al lado de aquel hombre lo agarró del hombro y lo metió dentro del cuarto cerrando la puerta de golpe y atrapando al omega contra ella. El cuarto era mucho más pequeño que el suyo y no mostraba resistencia, más bien  parecía que la madera detrás de él era el soporte para no desmoronarse. Pudo notar como algunas gotas brillantes y traslúcidas caían en el suelo entre los pies adornados con hermosas cadenas de joyas.

Y Sheldon casi pierde el control. Eso era lubricante natural de un omega en celo, pero es que no era un omega normal. Su cuerpo temblaba completo, estaba tan duro que dolía, sus colmillos casi rompían su labio inferior. Demonios estaba seguro que su propio celo se estaba estimulando por el celo de aquel omega.

Su omega. Su pareja destinada.
Porque sí. No podía negarlo, solo había una forma en que su cuerpo reaccionaría de una manera tan loca como aquella y eso era porque Alexander Kningt es era media luna.

Maldición, maldición. En otra ocasión se hubiera alegrado más no en esa. No cuando esa persona era la que tenía un celo forzado y él estaba casi perdiendo la batalla contra el único hilo de cordura que le quedaba.

Y este se rompió cuando los brazos del omega salieron de debajo de la manta que lo cubría, se enrollaron alrededor de su cuello y lo atrajeron. Unos labios suaves, pero húmedo y muy necesitados se posaron sobre los suyos. Esa fue la gota que derramó el vaso. Los supresores no funcionaban cuando el celo era de tu propia pareja destinada así que ahora mismo era un alfa fuera de control.

Sucumbiendo al instinto (Omegaverse/Bl/Erótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora