Entrando en celo

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¿Marcarlo?

Mierda, mierda, mierda. Eso no podía estar pasando. Cuando había pensado entrar a la pandilla se imaginaba todo menos eso. Debía estar loco si se dejaba marcar. Lo peor. Acaso había descubierto que era un omega. Su corazón palpitaba desbocado, una ligera capa de sudor cubrió su cuerpo y palideció tanto que la expresión de Ryo se volvió extraña.

-Oye- llamó al chico con claro pánico debajo de él- ¿Qué te estás imaginando?-

Pero no recibió respuesta. Los labios de Dilan temblaban y no podía moverse. Otra de las razones por las que odiaba ser un omega. La Voz de los alfas era inquebrantable y solo le hacía daño ir en contra de ella. Cada músculo de su cuerpo estaba paralizado y eso aumentaba el terror dentro de él. Ryo se sacudió el pelo de la cabeza y resopló.

-No le hagas caso a lo que dijeron los idiotas allá afuera. No duele lo que te voy a hacer- al notar que todavía no hacían efectos sus palabras fue más específico –Necesito dejar una marca de dominio sobre ti, de esa forma entrarás al grupo y sabré si me traicionas o está de mi lado o si estás en peligro-

Por un momento el temblor de Dilan disminuyó un poco. La diferencia de la mordida de dominio a la de enlace era que era menos profunda y su función era que el alfa o beta que mordía tuviera el control y superioridad sobre el mordido. No sonaba tan mal como parecía, claro si él fuera alfa o beta. Pero la cosa no era tan fácil. Un alfa mordido por propia voluntad solo respondería al dominante como si fuera un hermano, en cambio un omega mostraría su parte más sumisa de manera inconscientemente. Debido a esto, la palidez y el nerviosismo en su cuerpo no disminuyó.

Ryo sintió que su pecho de apretaba al verlo en ese estado y le tocó la frente apartando los mechones de cabello.

-No puedes cambiar de opinión ahora, sabes demasiado, o entras o dile adiós a todo- su voz salió dura incorporándose sobre sus rodillas mostrando la diferencia estructural entre ambos cuerpos- elige, no tengo toda la noche-

Sus caninos extrañamente picaban por morder la piel blanca ante sus ojos, tenía que lamerlos constantemente dentro de su boca para entretenerse. Esperaba que el chico no cambiara de opinión o todo lo que había planeado sería en vano y tampoco podía dejarlo ir tan fácilmente. También deshacerse de su cuerpo sería una complicación y tendría miles de problemas molestosos arriba y podría poner en peligro su trabajo, así que matarlo estaba fuera de discusión. Además ahora había algo en su interior se revolvía al oler el miedo en el pequeño alfa.

Dilan esperó que su corazón dejara de latir tan frenéticamente y tomó aire. Era una estupidez que aceptara estar bajo esa presión pero se había metido en la boca del lobo solo y esta se había cerrado. Además había disfrutado de esa noche como ninguna en su vida y volver a su aburrida rutina era algo que lo destruiría poco a poco. Unos segundos después cerró los ojos y giró la cabeza dejando a la vista el costado de su cuello. Rezó por si mordía no lo hiciera cerca de su glándula omega. No podía decirle que no lo hiciera, eso solo lo delataría. Debía estar realmente loco por hacer eso.

Ryo sonrió y puso sus manos a cada lado de los hombros del chico y bajo su torso hasta sentir el contacto de su calor. Pronto la caliente lengua del alfa estuvo en contacto con la piel aún sudada y lamió llevándose algunas gotas deleitándose. Ryo encontró esto dulce y volvió a repetir el proceso bajando hasta la clavícula. Su alfa se revolvió dentro de él de forma inesperada reaccionando diferente a como lo había hecho con los demás de la pandilla. Dejó que su cuerpo cayera completamente contra Dilan y se las ingenió para abrir las pierna del chico y meterse entre sus muslo saboreando la forma del cuerpo del menor e inconscientemente ronroneó. Si la ropa no estuviera en el medio sería mucho mejor. Pensó Ryo. Dilan estaban tan absorto en controlarse que no se dio cuenta de la posición vulnerable en la que estaba.

Cuando el mayor se alzó un poco preparándose para marcarlo sus ojos estaban relucientes. Extasiado con el nuevo sabor para él. Demasiado dulce para un alfa. Sin pensarlo mucho abrió la boca dejando sus colmillos a la vista y mordió levemente la piel en el hueco del hombro y el cuello. A los anteriores miembros los había marcado tan rápido que si no fuera por la marca que quedaba él ni se acordaría, pero con este chico no. Quería jugar, así que dejaba pequeñas mordidas a los largo del cuello dejando la piel deliciosamente roja.

-No hagas eso- un gemido involuntario salió de los labios del chico y apretó el brazo del alfa con su miembro sano.

Ryo sonrió. Su voz solo lo incitaba más. Pero estaba cruzando una línea peligrosa. Él era un alfa y ahora mismo se estaba revolcando con otro alfa. Su padre lo mataría si se enteraba de eso. Aunque ahora no buscaba pareja fija más adelante se casaría con un o una omega y en otro caso con alguna beta para que le diera cachorros. Su padre estaba loco por tener nietos. Enterró las uñas en el material del mueble y se detuvo con la espalda tensa. Podía sentir la respiración agitada de Dilan debajo de él y la cercanía y fricción entre sus caderas y miembros.

Si solo fuera un omega. La idea le cruzó por la cabeza y gruñó fuertemente. Dilan oyó el gruñido y por reflejo casi se retrae pero el cuerpo del alfa sobre él lo tenía muy abierto así que le fue imposible.

-Termina con esto- le dijo con los dientes apretados y Ryo solo se quedó mirando la zona roja y algo inflamada del cuello para bajar la cabeza y morder con fuerza.

Dilan pudo jurar que ese fue el dolor más fuerte en toda su vida. Su rostro se contorsionó en una mueca más no dejó salir un solo sonido de su garganta. Su mano en el antebrazo del alfa y enterró sus uñas con fuerza necesitando un soporte. Dolía, dolía mucho y el alfa no pretendía soltarlo. Hizo el intento vano de patear con un pie sin resultado.

-Ryo- soltó un jadeo cuando sus labios se congelaron.

Sus muslos temblaron, su vientre se apretó y sus manos se empaparon de sudor. Sus caderas picaban y querían frotarse contra el cuerpo grande encima de él. Conocía esa sensación. No, no podía ser. Esto era peor de lo que se imaginaba. Estaba entrando en celo.

Sucumbiendo al instinto (Omegaverse/Bl/Erótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora