Hermoso omega

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Alfa. Para unos era la palabra que definía la perfección. Eso incluía riqueza, poder, éxito y todo lo que uno quisiera en la vida. Eso incluía tener muchas parejas, para aliviar el alto lívido sexual. Pero pocos sabían que en el fondo los alfas eran seres monógamos.

Una vez que encontraban a una pareja que decretaban como digna para estar a su lado se dedicaban en cuerpo y alfa a ella. Y gracias, precisamente a esto era que Estil llevaba seis meses sin sexo y con una frustración que le haría comerse a Louis en ese momento, fuera incluso en contra de su voluntad.

En qué momento un sencillo BETA se había vuelto su obsesión. No sabía pero lo más seguro que desde la primera vez, en donde le abrió la puerta después de salir del baño. O sea, en su primer encuentro. ¿Desde cuando él era tan fácil?

-Estil, demonios, más suave- ese mismo beta gimió contra su cuello. Sus uñas se enterraban en su camisa arrugándola.

-Pero peluche- gimió el alfa besando la curva desnuda de su hombro- Tú también lo estás disfrutando y mucho. ¿Cómo me pides que vaya más suave? Además mi espalda es la que está sufriendo-

Las mano del mayor sostenía ambos miembros sobándolos juntos de arriba abajo. La otra rodeaba su cintura con miedo de que su peluche le diera por irse a la fuga y dejarlo prendido. Aunque no creía que eso fuera posible. Louis recostaba todo su peso sobre él y la meseta detrás de sus nalgas. Se notaba a la legua que estaba agotado.

-Peluche, me falta poco- le murmuró dejando una marcada rojez en el cuello, encima de donde latía frenéticamente la vena- ¿Y tú?-

Solo oyó jadeos contra él y pensó que no recibiría respuesta pero después de unos segundos la voz de Louis salió casi inentendible.

-¿Por qué demoniosestás haciendo que piense?- jadeó fuerte tras una delicioso apretón en su glande- Mi cerebroestá ahora ahí abajo- sus dedos se enterraron en la piel de la amplia y musculosa espalda del alfa.

Tal vez era porque había estado mucho tiempo a falta de toque en su cuerpo pero realmente se sentía bien. El alfa hasta olía bien. No podía parar de olerlo. Estaba seguro que el laboratorio estaba lleno de feromonas, lástima que él no fuera capaz de percibirlas.

Gimió cuando Estil apretó sus bases juntas. El miembro del alfa era mucho más grande y grueso que el de él como se esperaba, pero demonios, ni siquiera tenía cabeza para sentir complejo por eso. Era como había dicho su cabeza y raciocinio estaba en su zona sur estimulado por las caricias. Su cuerpo entero temblaba y se estremecía, sobre todo su estómago donde la reconocible sensación del orgasmo se estaba formando.

Estil notó el estado del beta y sonrió. Tenerlo así de dócil era igual de entretenido que tenerlo siempre peleando como un perro con rabia. Quizás era por eso que lo había elegido a él por encima incluso de cualquier omega. Siempre había cosas nuevas para descubrir a su lado.

-Peluche, mírame- le pidió pero no fue escuchado. El nombrado apenas tenñia energía para eso, sus ojos se estaban hasta cerrando sumido en la sensación que lo invadía.

Gruñó con la garganta, tenía ganas de besarlo, y nada se lo impediría. Logró separarlo un poco de él y agarrarlo de la nuca para buscar sus labios. La boca de Louis casi se derretía contra él. Ni siquiera su lengua respondía por lo que el beta tenía que hacer todo el trabajo.

El sensación de temblor invadió su cadera pero se contuvo. No quería legar antes que su pareja. Le encantaría apreciar con ganas el hermoso rostro del beta cuando culminara y sus deseos no tardaron en ser escuchados.

El cuerpo del doctor aumentó sus temblores y sus manos se apretaron contra sus antebrazos mientras su boca era liberada. Un gemido grave salió de la boca de Louis cuando el orgasmo lo asaltó de manera violenta. Su rostro se contorsionó en una mueca de placer que hizo sonrojar a Estil fascinado por la imagen.

Sucumbiendo al instinto (Omegaverse/Bl/Erótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora