Hechizo De Amor Y El Lazo Rojo (Finalizada)

79. Juicio parte uno

Endimion, cuando regresamos todos a la mancion, por un momento solo deseo poder detener el tiempo así como ella lo hace, lo que sucede al llegar me deja descolocado, sin saber como reaccionar ante lo que vemos, y se que esto es algo que jamás podrán olvidar todos los que nos encontramos presentes.

Serenety, al llegar todos a la mancion, suelto la mano de Endimion y llevo mis manos instintivamente a mis oídos, comienzo a escuchar muchas campanas, miles y miles de ellas retumbando en mi mente, siento como miles de agujas se van clavando en mi alma, trato de sostenerme de Endimion, pero me hes imposible sacar mis manos de mi cabeza, nunca había sentido un dolor así, lo cual se que me hace gritar de la desesperación, ruego que el dolor desaparezca, siendo esto inútil, pero el dolor aumenta poco a poco, al punto de no poder escuchar nada y mucho menos sentir, solo escucho como van retumbando miles de campanas en mi mente, cuanto tiempo estuve así no lo sé, para mi fueron horas de agonía de un intenso dolor, de un momento a otro solo veo oscuridad, una vez más estoy en las tinieblas de mi propia mente, pero el dolor al fin desaparece.

Verla sumida en el dolor, gritando y llorando de una manera desgarradora es algo que pensé que ya no volvería a suceder, todo tratamos de calmarla pero nos es imposible, lograr aunque sea que ella nos diga tan solo una palabra, solo continúa llorando, gritando de una manera incontrolable, su agonía dura alrededor de una hora, hasta que por fin se desmaya del cansancio y pierde por completo el conocimiento y es en ese momento es cuando todos comenzamos a escuchar las trompetas, una luz invade todo el salón y ante nosotros nuevamente esta el Dios Apolo, Rey del Sol y padre de Serenety.

Apolo, con mi báculo hago sonar tres veces el suelo y las trompetas van cesando su insaciable sonido, ante lo cual proclamo, el juicio a comenzado y su castigo final ha iniciado.

Antes deben entender algo, cuando se realizó su primer juramento ustedes comprendían que de traicionar o romper el juramento con su princesa, su castigo sería la muerte y es algo que todas ustedes aceptaron con orgullo.

Pero no mi hija, en ese momento ella tenía una opción no castigarlas, pero debería asumir una consecuencia, vivir una vida sin amor, ella jamás sentiría cariño o amor por algo o por alguien y vivir una vida sin amar o sentir para ella eso era peor que la muerte.

Y como se imaginan ella no acepto aquello, se negó y tomo la decisión de ir en contra de todas las leyes sagradas, una princesa jamás pondra su vida en riesgo por sus sailor o por sus guardianes, pero es algo que ella ha hecho en más de una ocasión y eso todos lo saben muy bien, o como piensan que tras cada batalla ustedes se recuperaban de manera casi milagrosa, era ella las que las curaba en silencio, sin decirlo a nadie y eventualmente, es por eso que ella necesita alimentarse de una manera distinta, sin contar todos los hechizos que ha realizado en estos meses para mantenerlos a todos a salvo.

Lo que ustedes no saben es que ella necesita del amor de las personas para poder renovar sus energías y desde que ustedes la traicionaron, la lastimaron y la dejaron sola, ella ya no recibe parte de esa energía, solo la de Endimion y es gracias a él que ella ha logrado seguir viviendo.

Serenety, nunca fue una princesa comun, ser hija de los dioses del sol y la luna, conlleva a que sea algo único y especial, más aún con su nacimiento, ella nació de día, y su estrella regente es el sol, eso provoca que ella busque el calor y el amor con desesperación y fue capaz de asumir cualquier castigo con tal de no ver ella el sufrimiento de sus seres amados, mucho menos que fueran condenadas a muerte.

Y su desobediencia tuvo un castigo y ella deberá asumir las consecuencias de sus actos al igual que ustedes, el día de su juramento ella debía escribir sus votos, donde las aceptaba como sus sailor y lo hizo tomo aquella pluma especial, la tinta sería su propia sangre, y ella debía quemar aquel papel y resitar sus palabras ya escritas.