11. AMARGA NAVIDAD

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Después de todo no me arrepiento de lo que he hecho, a pesar de que anoche estaba borracho y no sabía muy bien lo que hacía, pero si me arrepiento de haber faltado a la cena y haber dejado a Lana colgada con su regalo del amigo invisible.

La frustración me cegó a la hora de beber, y ni siquiera me importaba la idea de no asistir, pero ahora con la cabeza medianamente clara y sabiendo seguramente las consecuencias de mi ausencia, por los millones de mensajes y llamadas perdidas de mis hermanos, me he dado cuenta de que he metido la pata hasta el Fondo y voy a recibir palos por todas partes.

Mi corazón late desenfrenado cuando paro frente a la casa de mi hermano. No le debo explicaciones a nadie sobre mi vida privada, pero debo justificarme, aunque lo que vaya a decir sea mentira.

Me acerco hasta la puerta y meto la llave. Dentro no se oye nada como de costumbre, ni siquiera a Tyson, que siempre ladra cuando siente a alguien, así que supongo que la casa está sola y el sermón se retrasa hasta nuevo aviso.

Respiro tranquilo cuando entro y cierro la puerta detrás de mí, cerrando mis ojos también y dejando las llaves en el recibidor. Estarán ultimando los regalos de Navidad, porque hoy tienen el día libre y oí a mi cuñada advertir a Tom de que debían preparar la comida de esta noche, juntos, por eso no sé qué otra cosa pueden estar haciendo para no estar aquí.

Me quito los zapatos y la sudadera, y voy pasillo adelante silbando una canción random, mientras mi cabeza vaga por el recuerdo de lo que pasó anoche en ese coche, que fue intenso, caliente y bastante necesario.

Aly me había regalado un muy buen orgasmo y yo se lo había agradecido de igual manera, para liberar así, toda la tensión acumulada. Después nos habíamos quedado dormidos, y nos hemos despertado esta  mañana maldiciéndonos, yo, por haber faltado a la cena, y ella por haber faltado a la primera reunión de trabajo en Chicago.

Nos hemos reído de la situación cuando la he dejado en la puerta del hotel, y hemos quedado en vernos y cenar cuando regrese a Nueva York.

Entro a mi habitación con toda la tranquilidad del mundo para tumbarme en la cama y dormir hasta esta noche si hace falta, pero sé que no es así cuando veo mis maletas y bolsos hechos y a mi hermano sentado en la cama, con una mano sujetando su barbilla y su pie moviéndose de arriba abajo.

Frunzo el ceño y miro a mi alrededor —¿Que es esto?

—¿De donde vienes? —el tono de tom me molesta.

—No te interesa, Thomas —jadeo —Me quedo en tu casa pero eso no te da derecho a controlarme, tengo veintiséis años.

—Y muy poca cabeza a pesar de todo, Lucas —me mira serio y se levanta, pasando una mano por su pelo rubio —No me he metido nunca en tu vida a no ser que fuera extrictamente necesario, pero lo que hiciste anoche... —niega y arrugo la nariz.

—Me surgió algo importante.

—¿Y no podías haber avisado? —se cruza de brazos —Podríamos haber pospuesto la cena.

—Me quedé sin batería en el móvil —agacho la mirada porque esta vez mentirle me está costando la vida.

—Mentira —niega —Recibías los mensajes, Lucas ¿que es eso tan importante que tenías que hacer para dejarnos tirados y a Lana sin su regalo —chasquea la lengua —¿Eres consciente de lo cortada que se quedó?

Aprieto mis labios, buscando una razón creíble para decirle, pero estoy tan bloqueado que me quedo callado, con la cabeza gacha y el estómago revuelto.

—Lo siento, tenía que haber avisado, después hablaré con ella.

—¿Que hablarás con ella? —su tono de voz aumenta y cojo aire —Lo que tienes que hacer es centrarte, y si no querías venir, haber dicho que no desde un primer momento.

BESOS EN GUERRA (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora