25. SER YO, PARA VOLVER A TÍ

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Llevo cruzado de brazos esperando a que hable como cinco minutos. No tengo prisa, porque mientras ella está mirando a cualquier parte, yo la estoy mirando a ella, que ya tiene su pijama puesto y babeo por lo bien que le queda.

Pensaba que después de nuestro encuentro, no íbamos a volver a hablar del tema, y aunque en parte me alegro de que esté aquí dispuesta a "dejar de fingir", tengo miedo de que me diga algo que yo no quiera escuchar. Aunque en el fondo esté preparado para todo.

Entre nosotros nada puede ir peor.

—¿Vas a tardar mucho más? —alzo mis cejas —Me estoy enfriando.

Lana me mira, sin poder parar quieta —Es que así... —me señala —Todo sudado y sin camiseta es un poco complicado...

—¿El que? —sonrío divertido —¿Concentrarte?

Me acerco unos pasos más a ella y la veo tragar grueso, cruzando sus manos a las espaldas —¿Te puedes poner algo?

Suspiro, apoyando una mano en la pared —¿Puedes hablar claro de una vez? ¿A que has venido?

No sabría exactamente como describir la cara Lana en estos momentos, pero sus ojos no pueden despegarse de mi torso desnudo y me estoy empezando a sentir bastante observado.

Algo que por cierto me encanta.

—He venido a hablar claro —dice con un hilo de voz.

Asiento y sonrío, viendo como se pega a la pared cuando me acerco un pelín más —Habla claro, Morena.

—Yo... —suspira —Yo te he... —lame sus labios y me desespero.

—¿¡Que tú que, Lana!? —ruedo mis ojos.

—Te he mentido.

Esta vez no titubea, y frunzo el ceño porque no sé a que se refiere. Que me haya mentido no es algo que me haga mucha gracia, y ahora quiero una explicación rápida antes de que se me vaya la olla y la bese porque me está volviendo loco.

—¿Sobre qué y por qué? —pregunto.

Agacha su cabeza —Sobre mis sentimientos.

En ese preciso instante la puerta del gimnasio se abre y Víctor aparece tras ella con una bandeja en sus manos —Chicos ¿queréis un poco de...?

No le dejo acabar. Voy hasta él, lo empujó y cierro la puerta porque me toca la moral que siempre interrumpa en el momento exacto. Parece que lo hace a posta.

Resoplo y llego hasta Lana de nuevo, volviendo a la posición de antes.

—¿Por qué has hecho eso? ¡Pobrecito!

—Pobrecito de mi, que te tengo aquí delante y no sé cómo no me he desmayado ya por ese pijama que me llevas —bufo —Habla.

Mi ex novia aprieta sus labios y niega, rendida —Yo te... —frena unos segundos más y me desespera.

—Me estoy hartando —bufo.

Y cuando parece que va decir algo por fin, mi móvil suena por todo el gimnasio y doy con mi puño en la pared porque esto parece una jodida broma. Encima que a Lana le está costando la vida hablar, el maldito aparato la interrumpe.

Paso de él porque no me interesa y me mantengo en mi posición, mirando a la Morena para que hable.

—Te está sonando el móvil —dice.

Muevo mi mano con desdén —Que le den al móvil, Lana.

Muerde su labio —Puede ser importante.

BESOS EN GUERRA (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora