26. LA HORA DE LA BUENA SUERTE

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Lana.

Cambio de postura y me giro hacia mi lado apuesto de la cama, balbuceando algo que ni yo misma entiendo y suspirando después. Tengo un brazo y una pierna rodeando mi cuerpo, y una sonrisa se extiende por mi cara cuando abro un ojo y veo al Vaquero, completamente dormido y con la boca abierta.

Anoche no disfruté mi salida con Shane y sus amigos porque solo hacia darle vueltas a la conversación pendiente con Lucas, a eso que cambiaría todo entre los dos y sabía que a él le iba a hacer muy feliz.

Dejé colgado a mi amigo en el momento más álgido de la fiesta, sabiendo que el Vaquero seguiría despierto a pesar de la semana que lleva porque lo conozco demasiado.

Y efectivamente, no me equivocaba.

Cuando entré a su habitación y lo vi ahí, con ese cuerpo tapado hasta la mitad que me vuelve loca y su pelo hecho un desastre, supe que era el momento de desnudarme frente a él literalmente en todos los sentidos, y mostrarle mis verdaderos sentimientos.

Me puse feliz de verlo feliz, y la noche seguramente habría acabado de otra manera porque ganas no nos faltan, pero quiero hacer la cosas bien, y sé que él me va a esperar.

Paso una mano por su pelo y beso su cabeza, sin recibir respuesta alguna. Tiene que descansar porque lleva días sin hacerlo, así que le doy un último beso en la mejilla y me aparto despacio para no despertarle. Se remueve un poco, pero sólo para acomodarse se espaldas a mí.

Tengo la sensación de como si el tiempo no hubiera pasado entre nosotros, como si hubiésemos cumplido la promesa que nos hicimos de irnos a vivir juntos y de como si nada de aquello que nos separó hubiera ocurrido.

Por desgracia eso no es así, pero el destino nos ha dado una segunda oportunidad y no sé porqué, pero siento que esta vez no habrá piedras en el camino que nos impida ser felices.

Estos años separados nos han hecho amarnos más, aunque parezca una locura.

Bajo las escaleras más contenta de lo habitual y entro a la cocina con una sonrisa de oreja a oreja. Víctor está de espaldas con los cascos puestos, bailando muy metido en su papel mientras friega un par de platos.

Tapo mi boca sin poder parar de reír y me acerco lentamente, colocándome detrás suya y saltando sobre su espalda. Mi amigo grita, y caigo de culo porque agarra mis manos y me aparta bruscamente.

—¡Víctor!

Abro mi boca y  se da la vuelta, mirándome con asombro —¡Joder, Lana! —me da su mano y me incorporo, frunciendo el ceño molesta —¡No me mires así, me has asustado!

Se encoge de hombros y suspiro —Me he hecho mucho daño —hago una mueca.

Sonríe y me abraza —Lo siento, es que no llevo bien los sustos.

Sonrío de vuelta —Me encanta tu energía de por las mañanas.

Nos apartamos y me mira, volviendo a lo suyo —Y a mí me encanta verte tan contenta —sonríe pícaro —Te ha vuelto la luz a la cara.

Muerdo mi labio y me río. Anoche al llegar, me lo encontré volviendo de una cita, y le dije que iba a hablar con el Vaquero, así que sus palabras sé que van con doble sentido.

—¿Que tal anoche? —lo susurra lo suficientemente bajo como para que me tenga que acercar un poco más a él —No oí gemidos —hace una mueca —No tuvo que ir muy bien.

Ruedo mis ojos y le doy con mi puño en el hombro —Fue genial sin necesidad de sexo.

—Siempre ayuda —suspira —¿Que haces con su camiseta, entonces?

BESOS EN GUERRA (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora