10. EL AMIGO INVISIBLE

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Me jode.

Me jode haber tenido que lidiar con la opinión de Tom cuando eso de que he pasado todos estos días con Lana, es totalmente mentira. Y no estoy enfadado con él por haberme dicho todo eso, estoy enfadado conmigo mismo porque en el fondo sé que tiene razón, y eso, por algún motivo, me molesta.

Después de ese abrazo que yo había necesitado tanto, y de su “Te he echado de menos, Lucas Dawson” ella se arrepintió. Lo supe porque me pidió perdón por haberlo hecho y estuvo el resto de la tarde intentando interactuar con la niña, que le hacía muy poco caso a pesar de que ella insistía, para no tener que volver a tener una conversación a solas conmigo.

Todo de un sin sentido de la hostia, porque ella me había pedido que me quedase, y este si y no desde que nos vimos después de tanto tiempo, me tenía abrumado.

Me había sentido totalmente fuera de lugar, pero no podía esperar otra cosa. Nada de lo que Lana me haga, va a ser peor de lo que yo hice, pero creo que ella tiene que manejar esto de otra forma.

Poco tiempo después, habían llegado sus padres, que se habían descolocado al verme allí, pero también me habían agradecido por quedarme con las chicas para que así no pasaran la tarde solas.

Lana ni siquiera se despidió de mí cuando dije que me iba. Trace vino a darme un beso y ella se levantó del sofá y se perdió escaleras arriba como si no hubiera pasado nada, como si no nos hubiéramos peleado y después abrazado. Y lo peor de todo, es que había notado ese frío raro con el que me habló por primera vez.

¿Qué estaba pasando por la cabeza de Lana para que su comportamiento conmigo fuera tan bipolar?

Al llegar al coche, tuve que respirar hondo y relajarme antes de arrancar, deseando volver dentro y pedirle explicaciones de porqué había cambiado tan radical su comportamiento conmigo, pero había algo más importante que debía hacer, y es que cuando saqué mi móvil para conectar la música y vi todas las llamadas perdidas de Víctor y todos sus mensajes pidiendo ayuda, me maldije por no haber estado pendiente del maldito aparato y arranqué dirección a su casa sin importarme una mierda todo lo demás.

Sabía que significaban esas llamadas de atención, y no, no me quedé tres días en casa de los Miller como le he contado a mi hermano. Me he quedado tres días en casa de mi mejor amigo, lidiando con sus ataques de ansiedad.

Víctor desarrolló esos ataques cuando su padre se divorció de su madre, y fue por una de las razones por las que se quiso alejar de Chicago, porque no soportaba la idea de que sus padres le pusieran punto y final a la relación.

Fue un divorcio de lo más tormentoso, y a pesar de que mi amigo ya tenía una edad, el poco interés de su padre hacia él, después de haber sido una de las personas más importantes de su vida, lo hizo castigarse y culparse de algo que no era cierto.

Intenté explicárselo, dejándole claro que el problema aquí lo tiene su padre por no comportarse con él como debe, pero a día de hoy parece no entenderlo, y su sensibilidad le lleva a extremos que solo yo, que soy el único que conoce de su problema, puedo controlar.

No puedo explicar con palabras lo que sentí cuando me lo encontré, y agradecí que no estuviera quedándose con su madre en casa porque esta no tiene idea de nada y mi mejor amigo tampoco la quiere preocupar.

Estaba tirado en la alfombra del salón, temblando y con toda la cara empapada en lágrimas. En nueva York le había pasado algunas veces, pero nunca como en ese momento, que incluso destrozó el mitad del mobiliario.

Lo contuve, abrazándolo y regalándole palabras de consuelo, y cuando por fin logré calmarlo, se dio una ducha de agua caliente y acabó dormido en el sofá mientras yo veía una película a la cual ni si quiera estaba prestando atención.

BESOS EN GUERRA (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora