13. PECES GORDOS

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Que bonito sería contar que se dio la vuelta, corrió hacia mí y me besó.

Que bonito hubiera sido que hubiera admitido que mintió cuando me dijo que no me quería y que pensaba dejar todo atrás y empezar a construir la vida que tanto soñamos juntos.

Que bonito hubiera sido que no se hubiera encerrado en el baño a esperar a que Troy viniera a recogerla.

Y que bonito hubiera sido que me hubiera escuchado solo un minuto para poder explicarle todo lo que me he guardado este tiempo.

Saber que Lana se marchaba antes, aunque sólo fuera un día, me había matado, porque yo en el fondo no quería que se fuera teniendo la misma imagen de mí, por eso arreglé todo, hablé con nuestro abogado y fui a buscarla para que viniese conmigo y descubriera la verdad.

Al principio todo guay, incluso en el Cementerio me sentí un poco más cerca de ella, pero después todo dio un giro inesperado que sabía que podía pasar pero que al fin y al cabo tenía la esperanza de que no fuera así.

Entendí su postura, y disfruté cuando le plantó cara al cínico de mi padre, pero conmigo...

Conmigo se equivocó porque yo solo quería protegerla, y verdaderamente estaba atado de pies y manos.

Pero ya está, ya pasó, ya me he quitado un peso de encima, y ahora, aunque me duela en el alma ver que no estamos hechos ni para ser amigos, me alegro de haberle confesado la verdad para que así ella pueda ser un poco más feliz.

No sé si se ha ido o  se ha quedado, porque nadie me dice nada, por eso he optado por rendirme y aceptar la situación que ahora a pesar de liberadora, duele el doble.

Julie me había pillado destrozado llorando en el salón de casa después de que Lana me dijera que no me quería. Se había levantado a por agua y al final, a pesar de nuestra discusión, acabó pidiéndome perdón y quedándose conmigo hasta que Trace se levantó a eso de la seis para abrir los regalos.

Agradecí tener a alguien al lado en esos momentos, sobre todo a mi cuñada, que aunque pueda parecer una toca pelotas de cojones, es como mi mejor amiga a la que me gusta contarle todo y pedirle consejos. 

Ella tampoco ha entendido que su hermana no me diera la oportunidad de dar un paso más, pero ya que más da...

Paseo con las manos metidas en los bolsillos y mirando a mi alrededor. Las casas de mi vecindario en esta época siempre se han decorado de una manera exquisita, con luces y adornos de Navidad por todos lados. Cada una a su manera, con un estilo y temática diferente.

Cuando éramos pequeños, como tradición, mis hermanos y yo elegíamos la que más nos gustaba, para que después mis padres sin que supieran cual era, la tuvieran que adivinar, y si lo hacían, mala suerte para nosotros, pero si no, debían pedirle a Santa un regalo más para cada uno.

Todos los años lo hacíamos hasta que me fui a Nueva York, y todos los malditos años hasta entonces adivinaban que casa nos gustaba más, ahorrándose así cuatro regalos extras.

Demasiado listos para mi gusto, aunque algunas veces fallaran para darnos la satisfacción.

Después de tanto tiempo, me alegro de volver a hacer esto con mí familia, aunque Santa ya haya cumplido su cometido este año, pero lo recordamos de casualidad esta mañana en el desayuno y hemos decidido volver a retomarlo, pero de manera diferente:

Regalos extras en año nuevo.

Tampoco ahora depende de nosotros elegir, si no de Trace, que mira entretenida cada casa y sin ápice de mostrar cualquiera emoción para hacerlo todo mucho más difícil y así conseguir su regalo de año nuevo.

BESOS EN GUERRA (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora