LO QUE IMPLICA SER PADRES

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Lana.

—¿Entonces que se hace antes, mami?

Miro la hoja donde escribe mi hijo y arrugo mis cejas, prestando atención al ejercicio. Jaden lleva todo el día haciendo deberes, y no sé como mi bebé no se ha vuelto loco ya.

Es más bueno que el pan.

—Los paréntesis, antes, mi amor.

Mi rubio asiente, poniéndose manos a la obra. Yo sonrío, y miro un segundo a las niñas que también están sentadas alrededor de la mesa de mi despacho, coloreando un par de dibujos que les he sacado de Internet. Ellas ya han terminado sus deberes, pero querían quedarse conmigo mientras llega Lucas del trabajo.

—Quiero el azul —Danielle habla y la miro, viendo como su ceño se frunce cada vez más.

—Espera que termine —responde Marie, relajada y sin dejar de colorear.

—¡Llevas un rato largo!

—¿¡Y qué!? Los colores son de mamá, no tuyos.

—¡Mamá dice que compartamos!

—Vale, pero espera que termine de colorear el caballo y ahora te lo doy.

Danielle bufa y deja su carita descansar sobre su mano, molesta —Un caballo no es azul.

Muerdo mi labio y miro a mis hijas, intentando aguantar la risa porque no quiero que vean que su desencuentro me ha hecho gracia. Estas dos siempre están igual, y suelo intervenir cuando veo que van llegar a las manos, pero anoche ya la liaron bastante y Lucas las castigó, así que sabía que lo iban a solucionar de otra forma.

—Tengo otro color azul en mi cajón, cielo —paso una mano por el pelo de Dan y esta me mira con sus ojos azules.

—¿Puedo cogerlo?

Asiento —Si, claro.

Mi niña se levanta rápidamente con una enorme sonrisa en su rostro y veo aparecer a Lucas por la puerta de mi despacho, sin corbata, con algunos botones de su camisa, desabrochados, y su pelo revuelto. Me dijo que llegaría tarde, así que algo raro ha tenido que pasar para que ya esté aquí.

—¡Papii! —Marie grita levantándose de la mesa y corre hacia mí marido, que se agacha abriendo sus brazos y cambiando su expresión por completo.

—Hola, mi amor.

—Te he echado mucho de menos.

Lucas besa la cabeza de la niña y la estrecha más fuerte entre sus brazos —Yo más, mi vida, créeme.

—¿Nos has traído las chuches que te pedimos? —Danielle rodea el cuello de su padre y este sonríe, negando en el camino.

—He traído chuches, chocolates y un montón de bolsas de patatas, pero para después de cenar.

—¿Puedo comer una ahora, por favor, papi?

—He dicho que después de la cena.

Las niñas se quejan pero enseguida vuelven a lo suyo, mientras mi marido se agacha a besar los mofletes de Jaden y a abrazarlo con demasiada intensidad. Mi hijo no se queja, como de costumbre, y sonríe abiertamente girándose para abrazar a su padre.

—¿Todavía liado, Vaquero? —pregunta.

—Ya casi termino.

Lucas acaricia el pelo de nuestro hijo, de nuevo —Sin prisa, la tele no se va a mover del salón.

—¿Entonces veremos la pelicula?

El Vaquero besa la cabeza del niño y asiente con sus ojos cerrados —Es lo que más me apetece en el mundo, hijo.

BESOS EN GUERRA (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora