EXTRA. FELICIDAD POR DOS (II)

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Lana.

Es normal que se desmaye, si no ha parado de saltar en esa pelota del demonio.

—Abuela, se lo ha aconsejado en médico.

—Tu mujer debería estar en una cama y tú a su lado, complaciéndole cada capricho que pida.

—¡Pero si ya hago eso!

Lucas bufa y sonrío, un poco atontada aún pero alerta porque los dolores cada vez son más fuertes y seguidos. Me he desmayado porque he hiperventilado, nada más, pero la situación ha llevado a todos al límite y ahora están más atacados que yo.

—No lo quiero agobiar mucho, Marie, tiene que contenerme bastante —digo, esperando que la enfermera acabe de colocar todo para entrar a la sala de partos.

Mi marido sonríe y se acerca para agarrar mi mano, dejando un beso en mi frente —¿Estás mejor, verdad nena?

Asiento, conteniendo la respiración porque me acaba de dar otra contracción —No aguanto más, sacadmelas de una vez.

La enfermera se ríe y tira de la cama, mirando al resto de personas que hay en la habitación —Nos llevamos a la mamá, ya. Ha dilatado lo suficiente, ya deberia estar en trabajo de parto.

—¿Y lo dice ahora? —se queja Marie —¿No ve que la mujer de mi nieto está sufriendo?

—Abuela, por favor te lo pido —Lucas tapa sus ojos y me rio, viendo como la enfermera y Beca se ríen abiertamente también.

—¿Quien entrará contigo, Lana? —pregunta la chica.

Miro a mi Vaquero, que me mira de vuelta con esos ojos azules que me enamoraron aquel verano, y busco su mano desesperada porque es él, el que entrará conmigo.

—Mi marido —digo.

—De acuerdo, pues...

¡Mami!

No puede ser.

Me incorporo como puedo en la cama cuando oigo esa voz que me tiene completamente loca y miro hacia afuera de la habitación tras los cristales, viendo a mi hijo revolviéndose en los brazos de su tío Víctor porque está desesperado por que yo lo coja.

Llevo una mano a mi frente, y no puedo evitar que se me salten las lágrimas porque lo echaba de menos, lo necesitaba, lo quería aquí conmigo aunque en el fondo supiera que era imposible.

Ahora...

Lucas sale deprisa hacia fuera y la enfermera frena, suspirando pesadamente —¿Que haces aquí, Víctor? ¿Cómo se te ocurre traerlo? —agarra al niño en brazos pero este solo quiere con mamá.

—No paraba de llorar, Lucas, estaba desesperado.

—¿Por qué no me has llamado? —pregunta Beca saliendo esta vez.

—Tenemos que irnos, Lana —apunta la enfermera.

Asiento, pidiéndole que se espere un momento, con la mano —Va a ser un segundo, de verdad, solo un segundo.

—Si se la lleva ahora sin saludar a su hijo, no tendrá a las niñas nunca —Dice Marie —Déjela unos minutos.

La mujer asiente y observo a Lucas con jaden en brazos, que sonríe cuando me ve con su carita empapada en lágrimas.

Sonrío porque me hace feliz, y lo agarro en brazos cuando me tira los bracitos, para acurrucarlo contra mi pecho y sentir como me llena de paz.

—Hola, mi amor —susurro entre lágrimas —Mami va a por las hermanitas, por eso está aquí.

BESOS EN GUERRA (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora