—LA DECISIÓN DE DECIR ADIÓSLana.
Recuerdo un domingo cualquiera en casa de mis abuelos. Habíamos ido a comer y mis hermanos y yo éramos pequeños. Nos gustaba mucho jugar en el balancín que tenía la abuela en su jardín y siempre nos tirábamos de los pelos porque queríamos ser los primeros y nunca llegábamos a un acuerdo.
En una de esas veces, me adelanté y planté mi trasero la primera, haciendo llorar a mi hermano Joe que no tuvo otra cosa que hacer que empujarme con todas sus fuerzas, haciéndome caer de frente y dándome de bruces contra el suelo. Me destrocé las rodillas y estuve llorando una hora y media porque no paraba de sangrar. Fue traumático ver tanta sangre y desde entonces me desmayo cuando veo mucha.
Esta historia no tiene mucho que ver con lo que me ha pasado, pero sólo quería mostrar el miedo atroz que he pasado cuando he visto tanta cantidad de sangre en mi pantalón. Yo no soy de echar mucha cantidad cuando me pongo con el periodo, y tampoco me toca, por eso ahora mismo estoy en el hospital, cagada de miedo y con mi amiga al lado mía más cagada que yo.
Le he pedido que no le diga nada a nadie porque no quiero estropear este día tan especial, y solo he avisado de que he tenido que salir de urgencia a por un par de libros que me hacen falta para la Universidad.
Como hubiera dicho la verdad, me matan.
Mis nervios se mezclan un poco con la decepción y la tristeza de ver que no he cumplido mi cometido. Son las ocho y media y Lucas debe estar volando dirección nueva York para empezar una nueva vida repleta de nuevas oportunidades en todos los sentidos, así que ahora mismo no me quedan ni fuerzas ni ganas de seguir luchando.
Mi amiga agarra mi mano y la aprieta con fuerza. Estamos en la consulta, esperando que venga la doctora con los resultados de las pruebas y analíticas que me han hecho, que no han sido pocas.
Miro a mi alrededor mientras juego con la tela del pantalón de hospital que me han prestado y pasó la mano por mi pelo repetidas veces.
—¿Estás bien? —pregunta Beca.
Niego —Se ha ido, Bec ¿Como quieres que esté?
Mi amiga frunce su ceño —Me refiero a lo que ha pasado, Lana. A mi Lucas ahora me importa una mierda.
—A mi no —me cruzo de brazos —Seguro que se me ha adelantado la regla por el estrés y el caos que es mi vida en estos momentos.
—Nunca has sangrado de esa forma, no me jodas —suelta mi mano, molesta —¿No tienes miedo a que pueda ser algo malo? Lana, esos tipos de cosas pasan cuando algo no anda bien.
La miro y lamo mis labios —Estoy bien, Rebecca. Esto seguramente sea lo que te he dicho. A mi solo me importa que no voy a volver a ver al Vaquero.
Niega con una mueca de desagrado en su rostro —Me arrepiento de haber alimentado tu obsesión, enserio.
Ruedo los ojos y me dejo caer sobre la silla, un poco molesta. No se trata de obsesión, se trata de buscar una explicación convincente para continuar con mi vida, porque yo tampoco creo que Lucas solo me quisiera por sexo.
La puerta de la consulta se abre y la ginecóloga entra con una carpeta en la mano y una sonrisa para nada conciliadora, en su rostro.
¿Tendré que preocuparme de verdad?
Beca y yo nos incorporamos y la chica se sienta frente a nosotras, observando el resultado de mis pruebas y haciendo muecas sin sentido que me están poniendo muy nerviosa.
—Bien Lana, te voy a hacer un par de preguntas ¿de acuerdo? —empieza y yo asiento —¿Cuando fue tu última regla?
Muerdo mi labio —Terminé hará cosa de de tres semanas y media.
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BESOS EN GUERRA (Terminada)
Ficção AdolescenteNo hay imposibles para Lana Miller, siempre quiere salirse con la suya, y en muchas ocasiones lo consigue, llegando a ser la excepción a todo si se lo propone. Cómo al "Yo nunca voy a enamorarme" de Lucas Dawson, su atractivo vecino, que a parte de...