Lucas.
Tiemblo.
No por miedo, si no porque los nervios se están apoderando de mí y de una manera que no sé si podré controlar.
No sé si ha sido casualidad o el qué, pero lo dudo teniendo en cuenta que esta chica estuvo seis meses detrás mía como una jodida psicópata. Incluso su padre tuvo que pedirme disculpas por su comportamiento y llevársela lejos de Chicago para que no volviera a molestarme.
Yo apenas tenía dieciocho años cuando la conocí. Fue en una recepción en Nueva York.
Mi padre al cumplir la mayoría de edad, siempre nos solía llevar a los eventos a los que eran invitados él y mi madre o a los que ellos mismo organizaban. Esa noche era la presentación de uno de los proyectos más importantes para la carrera de Ken Dawson y no podíamos fallarle, así que hasta mi hermana Olivia había asistido toda vestida de princesa y con una sonrisa que para nada parecía real.
Yo me había escabullido entre la multitud y había robado un par de copas de champagne sin ser visto por mi padre. Podía controlarme. O eso creía yo, porque a los pocos minutos de que la presentación comenzase, estaba bailando con una rubia despampanante, a unos metros de todos.
Nadie se dio cuenta de lo que hacíamos. Tampoco es que duráramos mucho allí, porque mis hormonas estaban al baño María y lo resolvimos en el baño del hotel.
Después de aquello jamás imaginé la cadena de desafortunados sucesos que me fueron pasando; Desde pegatinas en mi nuevo coche de una J y una L, hasta cartas semanales donde me pedía vernos en cualquier lugar.
Para mi había sido una simple noche intensa en la que había usado una de mis miles de tácticas solo para tirármela, pero para ella había sido mucho más que eso. El comienzo de algo que la volvió completamente loca hasta el punto de amenazar a Valentina con matarla. Incluso de intentarlo. Ahí ya tuve que tomar cartas en el asunto y poner al tanto a su padre de la locura que tenía su hija.
No supe más de ella hasta ahora, que está aquí, frente a mi, frente a mi novia y con cara de estar disfrutando de la situación.
¿Como Diablos ha enredado todo esto?
Trago saliva y miro a Lana, que está con su ceño fruncido —¿Se puede saber que te pasa?
Miro a Jessica que me guiña un ojo y muerde su labio —Creo... —aclaro mi garganta volviendo la mirada hacia mi novia, de nuevo —Necesito ir al baño.
Lana sabe que algo no va bien, no es tonta, por eso antes de marcharme, me agarra de la mano y tira de mí, mirando a Hugo con cara de circunstancia.
No voy a contarle ahora lo que pasa porque la historia es demasiado larga y no tenemos tiempo, así que supongo que me inventaré algo y después le contaré todo con pelos y señales.
—¿Que te pasa? —susurra —Estás blanco, Lucas, y temblando.
Niego y mi mirada se pierde de nuevo en algún punto del restaurante —Me duele un poco el estómago.
—¿Quieres irte? —pregunta.
Mi novia está preocupada, porque sus cejas están Unidas y se muerde el labio una y otra vez, por eso sonrío intentando calmarla y niego con la cabeza.
—Voy al baño, Morena —la beso —Ahora vuelvo.
Sin dejarle tiempo para continuar con su interrogatorio, me giro cambiando la cara por completo y me muevo entre las mesas para llegar al baño y refrescarme un poco. No tengo idea de cómo enfrentar la cena, y a estas alturas tampoco puedo echarme atrás, lo único que quiero hacer es salir corriendo o enfrentar a Jessica y pedirle algún tipo de explicación. Lejos de Lana, claro está. No quiero que mi novia sufra ningún ataque por parte de esa…
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BESOS EN GUERRA (Terminada)
Teen FictionNo hay imposibles para Lana Miller, siempre quiere salirse con la suya, y en muchas ocasiones lo consigue, llegando a ser la excepción a todo si se lo propone. Cómo al "Yo nunca voy a enamorarme" de Lucas Dawson, su atractivo vecino, que a parte de...