Jaden Dawson Miller.
Tiro de mi maleta mientras Green day suena en mis oídos a todo volumen y miro mi móvil, distraido. La gente está de aquí para allá porque estas fechas es lo que tiene, pero estoy acostumbrado y ya echaba de menos este caos.
Mi caos.
Volver a casa en Navidad es de las sensaciones más bonitas que existen. Nueva York se llena de una magia que no puedo explicar con palabras lo que me hace sentir, y saber que voy a ver a papá, mamá y mis hermanas, me produce escalofríos de alegría por todo el cuerpo.
Alemania está bien, pero a veces me arrepiento de haberme ido allí a estudiar y haber dejado mi hogar y a lo más importante que tengo; mi familia.
Levanto la cabeza cuando llego al parking del aeropuerto y le doy al pause a la música con el pulgar mientras busco con la mirada el Lamborghini de mamá. Me ha dicho que lleva esperándome hace media hora, y sé que es cierto cuando la veo a unos metros de mí, mirando a todo el mundo con cara de fastidio, su pelo largo castaño oscuro recogido en una cola alta y las manos metidas en los bolsillos de su Cardigan color beige.
Esta mujer sigue igual de guapa y joven que cuando yo era pequeño, y nadie es consciente de lo orgulloso que me siento de que mi madre sea nada más y nada menos que Lana Miller, cómo diría papá: "La jodida crush de todo el campus"
Una historia larga que seguro que la gente conoce mejor que yo.
Sonrío ampliamente sin dejar de mirar a la mujer que me dio la vida, y camino sin dudar hacia su coche, llamando su atención cuando gira la cabeza y nota que me acerco. Ella lleva una mano a su rostro, y muerde su labio mientras camina hacia mí, sin dejar un segundo de mirarme.
Esquivo a un par de turistas asiáticos y tiro la maleta cuando mamá se tira a mis brazos, colgándose a mi cuello cómo de costumbre.
—¡Dios mío, mini Vaquero, que ganas tenía de verte! —dice emocionada en mi oído.
La aprieto fuerte contra mi cuerpo y entierro mi cabeza en su cuello, admirando su olor. El olor de mamá.
—Te he echado mucho de menos, mamá —digo —No veía la hora de volver a abrazarte.
—Es que nunca has estado tanto tiempo sin venir, Jaden —se aparta para mirarme y agarra mis mejillas con fuerza, plantando un beso en una de ellas —Me está dando miedo la manera que tienes de parecerte a tu padre.
—Me lo dicen mucho, si.
Mamá se ríe y pasa una mano por mi pelo, y yo sonrío de vuelta, pasando un brazo por sus hombros —El otro día te ví en la tele.
Mi madre alza sus cejas, sorprendida, y seguidamente frunce su ceño y niega —¿Y eso? No sabía que salía en la tele alemana.
Suelto una carcajada —No es eso. Veo los canales de aquí y salías en un anuncio, vestida con lencería —hago una mueca —Cuando mis compañeros me vieron tan emocionado al verte, se asustaron, después les explique que eras mi madre y fliparon en colores.
Se ríe echando su cabeza hacia atrás y muerde su labio, negando —Seguro que no se esperaban ver a tu madre así.
—Pensaban que tenías treinta años o así. Casi le parto la cara a uno por un comentario fuera de lugar.
Mamá abre sus ojos —¡Jad!
Me encojo de hombros —Yo sigo los pasos de papá, mamá. Sabes que nadie puede faltarte el respeto delante mía.
Mi madre hace una mueca y besa mi mejilla de nuevo, agarrando mi maleta y moviéndose hasta el maletero del coche. Tengo ganas de llegar a casa y olvidarme de todos estos meses de esfuerzo. Y empezar mi regreso por reírme con mamá ha sido de las mejores cosas que me podían pasar.
ESTÁS LEYENDO
BESOS EN GUERRA (Terminada)
Teen FictionNo hay imposibles para Lana Miller, siempre quiere salirse con la suya, y en muchas ocasiones lo consigue, llegando a ser la excepción a todo si se lo propone. Cómo al "Yo nunca voy a enamorarme" de Lucas Dawson, su atractivo vecino, que a parte de...