Estoy en el aeropuerto, a dos días de la boda de mi hermana, con los nervios a flor de piel y con muy pocas horas de sueño en el cuerpo.
Tener que volver a Chicago no era algo que entrara en mis planes pronto. Sabía que era una cuenta pendiente desde hace meses porque ya hace bastante que no veo a mi familia, y como ya he dicho, las navidades pasadas había decidido que lo mejor era pasar las fiestas con mis amigos de aquí en algún rincón perdido de Nueva York.
Pero ya no podía fallar a mi gente, sobre todo a mi pequeña Trace, así que me alegro de que la boda de mi hermana sea una buena escusa para volver y estar una temporada con los míos, independientemente de la cola que pueda traer eso.
Hay mucha gente con la que no me quiero encontrar. Volver a Chicago es volver a ver (seguramente) a mi padre, que a pesar de haberse ido a vivir a las afueras, frecuenta los mismos lugares a los que suelo ir las pocas veces que visito mi ciudad.
Ya me lo he encontrado un par de veces.
Pero de primeras no es él el que me preocupa. Hay algo que me atormenta mucho más que cruzar una mirada con mi padre, algo que me había removido todo hace unos días y que había hecho de mi semana un infierno.
Tener que volver a cruzar una mirada con esa sonrisa traviesa y esos enormes ojos que se habían metido tan debajo de mi piel, si que era peligroso. De solo pensar que volvería a verla, ya me dolía el estómago, y he estado toda la semana con nauseas y ganas de que todo esto pase para no lidiar con la carga de sus ojos mirándome con odio.
Aly sabe de lo mío con la Morena, de todos mis rollos y de lo mal que lo pasé, por eso no me echó nada en cara, simplemente se limitó a oírme y aconsejarme desde su desconocimiento. Porque poco sabe de todo lo que pasó.
Lana no dejó de llamarme, dejarme mensajes y pedirme hasta la saciedad que volviésemos, días después de que lo dejáramos. Y cada vez que lo hacía, mis manos actuaban solas, deseando descolgar el telefono y decir que si, contarle la verdad y hacerla mía para borrarle todo lo malo que había causado en ella.
Pero sabía que eso no iba a pasar, porque mi padre se enteraría seguro y estaban las cosas demasiado calientes como para que se le volviera a ir la olla y me amenazara de nuevo con meterla en la cárcel.
Lo mejor fue marcharme.
El tiempo ha pasado, yo he cambiado, Sinceramente no sé si he olvidado, pero de lo que estoy completamente seguro, es de que mi ex novia los próximos días, acaparará toda mi atención.
Tiro de la maleta a paso ligero mientras miro mi móvil, ultimando los horarios de las próximas reuniones que tendré a la vuelta y cuadrando las citas para los próximos meses. Mi puesto en la empresa es importante, y ausentarme no es algo que le hiciera mucha gracia a mis superiores, pero la ocasión lo merece , y Sean se ha encargado de dejar claro que no voy a dejar de trabajar este mes desde aquí.
La gente a mi alrededor viene y va de forma descontrolada, y yo odio tener que esperar en el aeropuerto, pero mi hermano me había dicho que tenía que dejar a Julie en casa porque el coche de esta estaba en el taller y se iba a retrasar un poco.
Él es el encargado de recogerme ya que me quedo en su casa estos días.
Mi madre había insistido en que me quedara con ella, pero había descartado esa idea porque volver a casa…
Los Miller también me habían ofrecido un lugar cuando se enteraron que venía, pero hubiera sido incluso peor quedarme con ellos a con mi madre.
Demasiados recuerdos…
Con los Miller no acabé mal a pesar de lo que le hice a su hija. Me puse en contacto con ellos un día cualquiera en el que me aburría en la Biblioteca. Les pedí perdón, justificándome como pude.
ESTÁS LEYENDO
BESOS EN GUERRA (Terminada)
Teen FictionNo hay imposibles para Lana Miller, siempre quiere salirse con la suya, y en muchas ocasiones lo consigue, llegando a ser la excepción a todo si se lo propone. Cómo al "Yo nunca voy a enamorarme" de Lucas Dawson, su atractivo vecino, que a parte de...