37. ¿VENDRÁS A VERME?

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¡No me equivocaba!

Por Green See no se podía ir a otro sitio que no fuera al puerto de Chicago a pasear en barco, y Lana sabe lo que me gusta ese plan y le hablé el otro día de que lo echaba de menos, así que el regalo de San Valentín que me ha hecho mi novia, es el mejor  en un momento como este, sobre todo por como se ha currado la sorpresa a pesar de que lo sabía, y porque es ella la que maneja el barco y esa imagen es digna de ver.

Ya me había dado a entender que vendríamos aquí, pero me ha vendado los ojos de todas formas y me ha llevado hasta el principio de un camino de flores, donde se ha deshecho de la venda y he visto lo genial que ha decorado todo, solo para mí, para nosotros...

La he besado, achuchado y dado las gracias, y ella se ha limitado a pedirme perdón por no haberme comprado nada, pero es que no lo necesito. Esto, y ella, es todo lo que pido para ser feliz.

Ahora estoy fumándome un cigarro mientras observo todo esto que echaba tanto de menos. En Nueva York no es lo mismo, y a penas tengo tiempo de hacer planes así tampoco.

Me giro para observar lo que hace mi novia y la veo con su chaquetón puesto y una manta alrededor de su cuerpo. Está entretenida con su móvil, y sonrío apagando el cigarrillo en el cenicero mientras, antes de acercarme a ella y sentarme a su lado.

Lana me mira y sonríe —¿Todo bien?

Asiento y beso su mejilla, acomodándome detrás suya y rodeándola con mis brazos —Todo más que bien.

Echa su cabeza hacia atrás y me besa —¿Quieres irte? —pregunta contra mis labios —Estás un poco despistado ¿no te ha gustado la sorpresa?

Gruño y me aparto —Me ha encantado, Morena. Para mí no hay mejor plan que este.

—Entonces... —se gira en mis brazos y me mira —¿Seguro que estás bien?

La miro fijamente a los ojos y suspiro.

En realidad no del todo. No paro de darle vueltas al asunto de mi padre y no sé poner mi cabeza solo aquí cuando lo que me ha contado Tom me ha desgarrado completamente el alma.

Soy consciente de que es un día importante y especial, y debo estar con ella cien por cien por todos estos años que no hemos celebrado San Valentín. Por eso no puede notar que estoy totalmente fuera de onda y que a penas tengo ganas de hablar, solo de abrazarla o salir corriendo a pedir explicaciones.

—No me pasa nada, nena —acaricio su mejilla.

Cierra sus ojos —Lucas, no me llames nena, por favor.

Sonrío —Me sale solo, lo siento.

Chasquea su lengua —No pasa nada —deja su cabeza en mi hombro y suspira, sin apartar sus ojos de los míos —A mi no me engañas, Vaquero. Desde que has llegado de casa de mi hermana, te he notado raro.

Esta mujer y su maldita manía de ver a través de mí...

Julie también nos ha visto un poco alicaídos, pero nos hemos inventado un rollo de los nuestros y al final ha acabado pensando que solo nos hemos puesto ñoños recordando viejos tiempos, pero Lana no se va a creer eso, porque la conozco igual de bien que ella a mí.

La miro y acaricio su brazo, con una sonrisa triste en mis labios. Antes cuando la he visto no podía apartar mis ojos de ella, porque va preciosa con su crop top fino de manga larga, su pantalón de campana del mismo color y su pelo en una coleta alta.

No puedo negar que tengo demasiada suerte.

—Todo lo del juicio... —niego —Es demasiado complicado, Lana.

BESOS EN GUERRA (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora