Me miro al espejo y sonrío, mientras las lágrimas ruedan por mis mejillas. Llevo un rato encerrada en el baño, con una sensación de lo más extraña en el pecho y con mi novio detrás de la puerta esperando para ir a cenar en nuestra última noche de vacaciones.
Supongo que será eso. La semana ha pasado volando y ahora tenemos que enfrentarnos de nuevo a la realidad, aunque no debería tener esta angustia dentro porque después de este viaje empieza nuestra vida de verdad, y no voy a desaprovechar ni un solo segundo.
Hablar con Megan ha hecho darme cuenta de lo valioso y poderoso que es el amor. Como puede envolverte de vida o destruirte por completo. También me ha enseñado a ver a través de las personas, y es que ahora cada vez que observo a Lucas, me doy cuenta de todo el amor que procesamos juntos.
—¿Cielo, estás bien? —mi novio se oye del otro lado y suspiro —Voy a entrar, Lana.
No le da tiempo, porque me armo de valor y salgo, con la mejor de mis sonrisas. Lucas me observa detenidamente con su ceño ligeramente fruncido, y con el dorso de la mano aparta mis lágrimas.
—¿Que te pasa, Caperucita? —esta vez pone las manos en mis caderas y yo niego, sorbiendo mi nariz.
—Nada, vaquero, son bajones puntuales, nada importante.
Alza sus cejas y aprieta sus labios —¿Nada importante? —bufa —Dime que pasa, Lana, porque si...
Pongo un dedo sobre sus labios y lo interrumpo, acercando mi cuerpo al suyo y pasando una mano por su nuca —He dicho que no pasa nada —mi lengua se pasea por su cuello y Lucas jadea —Así que no me hagas caso y vayámonos a cenar.
Eso último lo susurro antes de despegarme de él y agarrar mi bolso y la llave de la habitación. Lucas no se mueve. Se mantiene parado frente a la puerta del baño y me río porque nunca será capaz de resistirse a mis armas de seducción.
Cuando por fin reacciona y me da un beso que casi acaba con mi vida, salimos y vamos cruzando el hotel, cogidos de la mano, que suelto cuando mi móvil comienza a replicar en mi bolsillo.
Hago una mueca y miro a ver quién es: Beca.
No sé cómo había quedado el tema de mi amiga, con Víctor, así que no dudo en atender y ponerme al día con los dramas de las que son como mis hermanas.
—¡Bec! ¿Que tal? —sonrío y Lucas me agarra la cara para besarme, mientras tanto.
—Hola ¿te pillo ocupada? —mi amiga suena preocupada, pero por lo menos sé que no está llorando.
Aparto a Lucas para poder hablar pero este continúa besando mi cuello —Iba a cen.... —aparto el móvil y aprieto los labios —¿¡Lucas, quieres parar de una vez!? —susurro, llevándome de nuevo el móvil a la oreja y viendo como mi novio se cachondea de mí mientras me agarra desde atrás.
—¿Lana? ¿Estás ahí?
Gruño y enseguida me repongo —Si, si, estoy aquí. Te decía que iba a cenar, pero tengo unos minutos —sonrío —Dime ¿que pasa?
El silencio de Beca ante mi pregunta no me da buena espina, y sé que algo no va bien.
—Víctor y yo lo hemos dejado definitivamente. No hay vuelta atrás.
¿Que?
Pensaba que se solucionaría pero ya veo que no. La historia de mis amigos era maravillosa: Nunca un tercero en discordia, una pelea por cualquier tontería o cosas similares, y que lo hayan dejado me hace dudar seriamente del amor.
Aunque, no todo tiene que ser perfecto en una relación, para que funcione y valga la pena. Me aferro a eso, porque si me pongo a pensar en la mía con Lucas, acabo más rallada de lo que mi cabeza me permite.
ESTÁS LEYENDO
BESOS EN GUERRA (Terminada)
Teen FictionNo hay imposibles para Lana Miller, siempre quiere salirse con la suya, y en muchas ocasiones lo consigue, llegando a ser la excepción a todo si se lo propone. Cómo al "Yo nunca voy a enamorarme" de Lucas Dawson, su atractivo vecino, que a parte de...