40. LA ÚLTIMA NOCHE.

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Me miro al espejo y sonrío, mientras las lágrimas ruedan por mis mejillas. Llevo un rato encerrada en el baño, con una sensación de lo más extraña en el pecho y con mi novio detrás de la puerta esperando para ir a cenar en nuestra última noche de vacaciones.

Supongo que será eso. La semana ha pasado volando y ahora tenemos que enfrentarnos de nuevo a la realidad, aunque no debería tener esta angustia dentro porque después de este viaje empieza nuestra vida de verdad, y no voy a desaprovechar ni un solo segundo.

Hablar con Megan ha hecho darme cuenta de lo valioso y poderoso que es el amor. Como puede envolverte de vida o destruirte por completo. También me ha enseñado a ver a través de las personas, y es que ahora cada vez que observo a Lucas, me doy cuenta de todo el amor que procesamos juntos.

—¿Cielo, estás bien? —mi novio se oye del otro lado y suspiro —Voy a entrar, Lana.

No le da tiempo, porque me armo de valor y salgo, con la mejor de mis sonrisas. Lucas me observa detenidamente con su ceño ligeramente fruncido, y con el dorso de la mano aparta mis lágrimas.

—¿Que te pasa, Caperucita? —esta vez pone las manos en mis caderas y yo niego, sorbiendo mi nariz.

—Nada, vaquero, son bajones puntuales, nada importante.

Alza sus cejas y aprieta sus labios —¿Nada importante? —bufa —Dime que pasa, Lana, porque si...

Pongo un dedo sobre sus labios y lo interrumpo, acercando mi cuerpo al suyo y pasando una mano por su nuca —He dicho que no pasa nada —mi lengua se pasea por su cuello y Lucas jadea —Así que no me hagas caso y vayámonos a cenar.

Eso último lo susurro antes de despegarme de él y agarrar mi bolso y la llave de la habitación. Lucas no se mueve. Se mantiene parado frente a la puerta del baño y me río porque nunca será capaz de resistirse a mis armas de seducción.

Cuando por fin reacciona y me da un beso que casi acaba con mi vida, salimos y vamos cruzando el hotel, cogidos de la mano, que suelto cuando mi móvil comienza a replicar en mi bolsillo.

Hago una mueca y miro a ver quién es: Beca.

No sé cómo había quedado el tema de mi amiga, con Víctor, así que no dudo en atender y ponerme al día con los dramas de las que son como mis hermanas.

—¡Bec! ¿Que tal? —sonrío y Lucas me agarra la cara para besarme, mientras tanto.

—Hola ¿te pillo ocupada? —mi amiga suena preocupada, pero por lo menos sé que no está llorando.

Aparto a Lucas para poder hablar pero este continúa besando mi cuello —Iba a cen.... —aparto el móvil y aprieto los labios —¿¡Lucas, quieres parar de una vez!? —susurro, llevándome de nuevo el móvil a la oreja y viendo como mi novio se cachondea de mí mientras me agarra desde atrás.

—¿Lana? ¿Estás ahí?

Gruño y enseguida me repongo —Si, si, estoy aquí. Te decía que iba a cenar, pero tengo unos minutos —sonrío —Dime ¿que pasa?

El silencio de Beca ante mi pregunta no me da buena espina, y sé que algo no va bien.

—Víctor y yo lo hemos dejado definitivamente. No hay vuelta atrás.

¿Que?

Pensaba que se solucionaría pero ya veo que no. La historia de mis amigos era maravillosa: Nunca un tercero en discordia, una pelea por cualquier tontería o cosas similares, y que lo hayan dejado me hace dudar seriamente del amor.

Aunque, no todo tiene que ser perfecto en una relación, para que funcione y valga la pena. Me aferro a eso, porque si me pongo a pensar en la mía con Lucas, acabo más rallada de lo que mi cabeza me permite.

BESOS EN GUERRA (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora