Un chico peculiarmente peculiar

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Valery
Malditos hombres, malditas relaciones de mierda donde sales herido y pierdes dinero a lo estúpido.
Todavía no traían los cafés pero necesitaba ver mi cara, no podía perder la calma por ese patán.

-Voy al tocador- digo levantándome, no esperé respuesta de nadie y fui.

Entré y me miré en el espejo, dios, eso soy yo?
No creí que sería capaz de verme tan demacrada, pero bueno. Abro el grifo y estanco agua entre mis manos y me limpio la cara repetidas veces, repito la acción hasta tener empapada la cara.
Respiró profundamente y me limpio con una toalla de papel, salgo del sanitario y el chico que nos había tomado la orden iba pasando con una charola y algunos vasos y tazas sucias.

- Disculpa- le digo.

Da un salto y tira todo al suelo que causa un enorme estruendo llamando la atención de algunos clientes.

-¡Perdón!- digo acercándome- No era mi intención asustarte.

Asiente rápidamente y se agacha a recoger los trozos, imito su acción y le ayudo hasta que interpone su mano entre la mía y los trastos.

-Descuida, yo lo hago.- dice rápidamente.- Un cliente no debe molestarse por esto, no quisiera que te lastimaras- dice mirándome a los ojos por primera vez.

Algo retumba en mis adentros y tengo calor, me levanto torpemente y salgo de ahí.

Raro, muy raro.

•••
-¿Segura que estarás bien?- me pregunta Alice, que linda.

-Si, solo necesito películas con George Clooney y un bote de nutella- digo riendo.

-Una tentadora propuesta pero tengo que cuidar a mi hermano, ese pequeño engendro- gruñe Cameron.

-Corre por tu engendro.- digo

-Creí que yo era tu engendro- dice Max desentendido.

-Tu eres la mascota- replica Nick adueñándose de la cintura de Alice.

-¡Cam!- chilla Max abrazando a Cameron- Diles que no es cierto.

-No puedo negar lo que es verdad, Chao- dice Cameron corriendo por su vida.

-Nosotros también nos vamos- dice Nick - Mi madre quería hablar contigo Alice.- se dirige a Alice.

-Esta bien, nos vemos Val- dice despidiéndose.

Me despido con la mano y empiezo a caminar, noto que empieza a hacer más frío y me doy cuenta de que había olvidad mi bufanda que me hizo mi abuela en la mesa del café.

- Mierda...- digo para mis adentros.

-¡Hey tú!- oigo detrás mío, giro y entre la multitud veo al chico del café corriendo y esquivando a la multitud.

Llega frente a mi con falta de aire, miro su mano y de ella colgaba mi bufanda.

-Creo que esto es tuyo- ríe mostrando la bufanda.

-Gracias- digo anonadada y sin que me entrara a la cabeza.

-Que bueno que te vi cuando llegaste y te fuiste- dice- Quiero decir, n-no es como s-si te estuviera viendo o algo así - se corrige nervioso.

Río avergonzada.

-El punto es que olvidaste tu bufanda - gruñe rodeando mi cuello con el estambre- No olvides tus cosas preciadas.

No aparté mi vista de él, tal vez los hombres no sean tan malos.

-Otra vez gracias - tomo mi bufanda- Tu recompensa- me pongo un poco de puntillas y doy un beso en su mejilla.

Bajo avergonzada y me doy vuelta.

- Tu café es bueno, volveré otro día - digo girando mi cara y riendo.

Que chico tan peculiarmente peculiar.

Cambio de RolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora