Olfato

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-Cameron- la llamo, estaba con Max cuchicheandose cosas de enamorados.
Oyó mi llamado y se dió vuelta con más abrazándola por la espalda.- Nick, que pasa?
- Has visto a Alice? No fue a clase, tan siquiera vino hoy?
La mirada de Cameron se nubló con enojo, genial, ahora que hice? Cameron miró a Max con aire de advertencia que lo hizo retroceder de inmediato levantando las manos. Volteó la mirada hacia mi, respiró hondo.

- SI SERÁS UN CABRON DE MIERDA!!- exclamó saltando y echándose sobre mi como un animal salvaje. Rápidamente la evadí haciendo que cayera al suelo.
Pero de un momento a otro jala mis tobillos haciéndome azotar como res.

Me tomó por el cuello de la camisa.

-Te juro que si no fuera porque le gustas a Alice, ya hubiera mandado de regreso al polo norte.- gruñe entre dientes.

-Hey, espera, a que te refieres?

-Alice vino hoy a la escuela como vagabundo- gruñe frunciendo mas el ceño.

-Hey,escucharon? Hay una pelea de chicas en el pasillo- dijo un chico pasando a nuestro lado.

-Si, las peleas de mujeres son las mejores!- exclama su amigo a su lado- Quienes son?

-Alice Bennett y Alison- contesta el otro sonriendo.

Que?- pensaron los tres al mismo tiempo.

-Entonces corre! No vaya a ser que los profesores lleguen antes.- ambos chicos empezaron a correr como locos por el pasillo.

-Quítate - susurre.

-Hmm?- pregunta ella.

-Que te quites, gorda!- exclamé quitándomela de encima- No oíste?!

Empecé correr por donde esos chicos pasaron emocionados, solo que yo me moría por dentro.
Divisé a una muchedumbre alrededor de dos cuerpos que estaban en el suelo.

Que no sea la de abajo, que no sea la de abajo.

Quité a todo mundo para recuperar mi latido al ver que Alice ganaba la pelea, pero esa no era Alice, era una chica sin gusto alguno para vestir y con lentes que le gritaba cosas inmencionables a Alison mostrando una sobre fuerza que yo desconocía que Alice tenía.

-Que sucede aquí?!- llegó la coordinadora.

Mierda.

Logré moverme para alcanzar a Alice y sacarla de aquella muchedumbre, ella seguí diciendo obscenidades hacia Alison, su voz estaba ya ronca de tanto gritar mientras forcejeaba contra mi mano por salir y acabar con ella.

-Suéltame, maldito idiota!- chillaba rechazando mi mano.

Mi paciencia tenía límites, para su suerte, con ella había excepciones.
La jalé, literalmente hasta el viejo edificio de la escuela.
Gritaba como loca, la empujé contra la pared de ladrillos y puse cada mana la lado de su cuerpo.

-Te quieres callar ya?- la amenacé. - Si no cierras esa bonita boquita tuya, lo haré yo.

En ese momento logré verla completamente, su ropa no era ropa, parecían arapos, estaba descuidada, su cabello no se veía sedoso ni brillosos, su cara mostraba fatiga y estaba pálida.

Tenía la respiración entrecortada y su mirada mostraba incomprensión. No aguantó y se echó a llorar mares de lágrimas. Se las limpiaba con las mangas de la sudadero que le quedaba gigante.

-Perdón- dijo entre sollozos.
-Que?- pregunté acercándome a su precioso rostro.
-Quería avisarte, pero- sollozó - no tenía forma de contactarte, me sentía sola, por eso regresé, quería estar contigo.

El calor me invadió y se ubicó en mis pómulos, por suerte ella no me miraba, sería demasiado embarazoso.
Posé mis manos en sus húmedas mejillas dejando las llenas de mis dedos tocar su cabello, besé cada parte de su pequeño rostro de porcelana, su frente, ojos, mejillas, nariz, barbilla dejando lo más exquisito para el final.
Sus labios hicieron contacto con los míos, ciertamente, estaba secos pero hambrientos, y yo pensaba darle lo necesario para saciar su hambruna. Rápidamente se adueñó de mi como yo de ella, sus pequeñas manos temblorosas se paseaban por mi espalda dándome escalofríos con cada roce de sus dedos.
Era tan pequeña que mi propio cuerpo ensombreció su rostro, podría rodearla y envolverla completamente con mi cuerpo si lo desease, y joder, como lo deseaba.
Mis manos descendieron a su pequeña cintura y la eleve al cielo para que ahora ella tuviera que agacharse para no perder su conexión con la mía, abracé su cintura para darle confianza de que no la dejaría caer, jamás.
Sus lágrimas cayeron en mis mejillas, eran cálidas y frías a la vez, una criatura como ella no debería llorar, y menos por mi culpa.

Aunque me costase gran esfuerzo, me separé de ella dejándole los labios hinchados, acaricié sus labios con mi pulgar lentamente, recordando su textura, me agaché y besé su mejilla lentamente.
La abracé posando mi barbilla en su cabeza.

-Eres pequeña.
-Cállate.
- Pero es lindo.

No respondió porque sentí que apretaba mi playera, se habrá sonrojado. Suspiré lentamente.

- Perdón por como actúe, no debí enojarme por algo que no sabía.

Ella movió su cabeza de manera negativa rápidamente que me dio cosquillas en el pecho.

-Te encanta llevarme la contraria verdad?- sonrío.
- No es cierto - contesta.
Reí por la nariz- Supongo que si se trata de Alice, puedo confiar en ti- me dije a mi mismo en voz alta.

-Que?- eleva la mirada para verme.
- Nada preciosa- beso su frente.- Por cierto- saco algo de mi bolsillo. Cameron olvidó dártelo.

••
Era mi botella de crema, pero cuando la tenía Cameron estaba lleno el envase metálico.
- Porque está hasta la mitad?- pregunté señalándola.- Cameron jamás usa tanta crema.
- Ah eso? Querida Alice, obviamente necesitaba algo para recordarte- muerde la esquina del envase- y que mejor manera de recordarte que por el olor?

Mis mejillas se ruborizan ante su sonrisa torcida y al estar acorralada, como este chico, podía ser excesivamente sexy y tierno a la vez? Eso no es de Dios.

-Entonces quédatela- bufé avergonzada- pero para la próxima tu debes de darme de tu olor también- digo antes de besar su cuello llenando mis fosas de su aroma de colonia.

-Señorita Bennet, no sabia que fuera una pervertida- dice sorprendido y burlón.

-Usted fue quien empezó señor Dickens- contesto.

Sonríe y pasa su brazo por mis hombros, no sabia adonde me llevaba, pero mi estaba bien.

Maratón 2/3

Cambio de RolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora