Capítulo 43

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—Bueno Coop, para mí esto es tan difícil como para ti. No eres tú sino yo. Mi vida ha cambiado mucho en este último tiempo. Necesito un cambio de aire.

—Yin ¡Coo, Coo! ¿Qué me estás queriendo decir?

—Bueno, yo —la coneja se mordía el labio inferior con nerviosismo—. Necesito acabar con todo esto.

El silencio se hizo presente entre los dos aquella tarde de verano en la cafetería. Aquella Yin que estaba sentada frente al pollo era una jovencita que apenas había alcanzado la mayoría de edad. Su juventud estaba en flor. Su belleza era resaltada con esa blusa escotada color amarillo, unos pantalones blancos apretados y un enorme cintillo fucsia que cubría parte de su frente y nuca. Observaba al pollo con nerviosismo, atenta a cualquier reacción negativa. Tenía sus manos entrecruzadas por debajo de la mesa, moviendo torpemente sus pulgares.

El pollo por su parte se encontraba procesando el momento. Había dejado atrás la ropa negra y había alcanzado una complexión intermedia entre aquel escuálido nerd y el musculoso malvado que enamoró a la chica. Ahora su pasión era la mezclilla, repartida entre su chaqueta, su jockey y sus pantalones.

—¿Estás... terminando conmigo? —concluyó luego de un rato.

—Coop —respondió Yin tomando de la mano a su futuro ex—, no te lo tomes a mal. Pronto me iré de este pueblo, y ya sabes lo que pienso de las relaciones a distancia.

—Pero Yin ¡Coo, Coo! ¿A dónde vas? —insistió el pollo.

—Aún no lo tengo muy planeado —respondió la chica mirando hacia un aparador—. Solo sé que no quiero seguir más aquí.

—¿Y qué hay de nuestro planes? ¡Coo, Coo! Íbamos a ir a la universidad juntos. Sería el capitán del equipo de fútbol americano y tú serías mi porrista principal.

—Las cosas han cambiado Coop —insistió Yin con incomodidad mientras se rodeaba con sus propios brazos.

—¿Tiene que ver con lo del Maestro Yo? —Coop la mirada con seriedad.

—Con eso y otras cosas.

Un nuevo silencio los atravesó, aderezado por el ruido de fondo de aquella cafetería.

—Yin ¡Coo, Coo! —insistió Coop—. Entiendo que la muerte del Maestro Yo te debe haber afectado demasiado, pero no puedes tomar decisiones tan importantes a la ligera.

—Es algo que tenía en mente desde antes que ocurriera eso —insistió la chica—. Es una decisión que he meditado más que a cualquier cosa en la vida.

—Pero Yin...

—Quiero un cambio de vida, y tú no vas a formar parte de esto.

Un nuevo silencio se forjó entre ambos, silencio que aprovechó Yin para emprender la retirada.

En un instante ella se volteó hacia el pollo. Se encontró con un rostro de incredulidad y sorpresa. Desde el fondo de su corazón quería agradecerle por todos aquellos años juntos. Había sido una experiencia que quedaría grabada en su memoria para siempre. Pero decidió voltearse y emprender la retirada. No quería darle una nueva oportunidad de réplica y que le costara aún más alejarse de él.

Carl se encontraba barriendo la entrada de la tienda de abarrotes. Sus primeros meses laborales habían sido un éxito. Realmente le animaba ese trabajo. Admiraba a la gente pasearse por la calle a la espera de recibir a cualquier cliente que llegara. Era testigo privilegiado de la vida social de aquel pequeño pueblo en su punto neurálgico. Fue así como vio salir a Yin de la cafetería del lado. Caminaba rauda y con nerviosismo. La vio pasar frente a él sin siquiera notar su existencia.

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora