Capítulo 26

21 0 0
                                    

—Necesito que ese arreglo floral lo coloquen en aquella esquina. Se ve muy vacía.

Sara se encontraba paseándose con un traje elegante color turquesa a lo largo y ancho de todos los salones de su hogar. Finalmente había llegado el día en que la reunión del Patriarca se haría efectiva. Aún tenía dudas sobre si de verdad el Patriarca iba a venir, o solo eran cuentos de Lucio. Lo que sí era un hecho es que por lo menos cientos de personas iban a venir. Debía estar todo perfecto para esa noche. Se paseaba elegantemente dando instrucciones. Se había tomado muy en serio su labor de anfitriona.

—Las mesas ya fueron pulidas. ¿Dónde las colocamos? —se acercó Yang a preguntar.

—Pues quedarían bien en el segundo piso —respondió Sara—. ¿Ya sabes si están listos los manteles?

—Los están planchando —respondió Yang—. Le avisaré cuando estén puestas.

—Gracias —respondió la cierva.

Yang había llegado temprano en la mañana a la casa. Sabía que Sara tendría una reunión importante, y desde hace varios días que habían comenzado los preparativos. Estaba consciente de que aquel sábado sería el día D. Por lo mismo, se motivó a levantarse un sábado en la mañana para estar a las siete en la casa y ayudar. La propia ayuda le daba más energías para continuar. Las horas iban pasando volando, y las tareas se iban multiplicando.

Mientras tanto, Yuri se encontraba en el living de su casa armando un rompecabezas junto con Jimmy. El televisor se encontraba encendido en un programa random y sin la atención requerida. Sus hermanos mayores habían salido, cada uno a sus quehaceres. Yenny había ido al hospital a acompañar a la familia de Susan. Jack había salido con Francesca a pasar una tarde juntos tras su recién iniciada relación. Jacob fue a casa de George a conversar sobre sus ideas conspirativas y a jugar videojuegos. Papá estaba trabajando y mamá se encontraba en su cuarto preparándose para salir. En eso sonó el timbre.

—¡Yo voy! —anunció Yuri corriendo hacia la puerta.

Al abrirla, se encontró frente a frente con un enorme e imponente león rubio. Llevaba un traje gris claro elegante con una corbata a rayas amarillas y café.

—Hola pequeña —la saludó con amabilidad—. ¿Está tu mamá?

—¿Quién es usted? —preguntó de inmediato sin un ápice de temor ante su imponente figura.

—Soy un amigo de tu madre —respondió—. ¿Puedes decirle que venga?

La pequeña no se movió de su sitio durante un rato. Lo observaba de arriba abajo inspeccionándolo al milímetro. Lucio se sintió nervioso ante tal análisis. Ni cuando entró a la mafia fueron tan estrictos en su incursión. «De tal palo, tal astilla» cruzó un pensamiento por su mente.

—Okey —finalizó con una sonrisa su escaneo. De inmediato se dio la media vuelta en busca de su madre.

—¡Mamá! ¡Te buscan! —gritó la pequeña mientras abría la puerta del cuarto de sus padres.

Al mismo tiempo Yin salió desde ahí. Se encontraba con una bata de terciopelo rosa coral, unas pantuflas amarillo pollito y una toalla celeste cielo colgando del cuello. El león simplemente la tomó de sorpresa.

—¡¿Lucio?! ¿Qué haces aquí? —preguntó atrapada por la molestia y la sorpresa.

—Pues vine a buscarte —el león dio un paso al interior de la casa—, y de paso me gustaría hacer las paces contigo —le regaló una sonrisa tras la última frase—. A mí también me sorprendió la fuga de ese tipejo. Prometo que para la otra yo mismo te ayudo a secarlo en la cárcel —agregó guiñándole un ojo.

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora