Capítulo 31

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—Muchas gracias señor.

Un golpe helado recorrió la espalda de Carl al oír aquellas palabras del pequeño. De inmediato se forzó a mantener el control frente a la posibilidad de verse descubierto delante de Jimmy. Ambos se encontraban sentados en una banca del parque. El pequeño disfrutaba de un helado mientras lo observaba con atención. Su mirada color lila parecía sagaz y viva. Era como si fuera capaz de ver más allá de la ilusión y confrontara a la cucaracha que había detrás.

Antes de que pudiera abrir la boca, Jimmy continuó.

—Sé que no eres mi padre. Él jamás me hubiera dicho lo que me dijiste.

Las sospechas eran ciertas. Carl se encontraba al descubierto. Se sentía desnudo frente a una mirada a prueba de engaños.

—Jimmy —balbuceó. El verdadero Yang podría haber replicado de algún modo, pero ante la seguridad que presentaba el pequeño era imposible. Se había fortalecido mucho desde la primera vez que lo había visto.

—Sé que en realidad eres el hombre que me salvó de ese tipo malo que me secuestró la otra vez.

Carl quedó congelado. Temía que todo su plan quedara desbaratado con una simple oración pronunciada por aquel niño de apenas ocho años.

—Y te lo quiero agradecer —su mirada fue acompañada por una sonrisa de dientes de leche—. Sé que todo lo estás haciendo por mí. Es por eso que te quiero decir que no haré nada que pueda empeorar las cosas. De hecho quiero ayudarte en lo que pueda. Confío mucho en ti.

El escenario se había dado vueltas por completo. Hace instantes era Carl quien mantenía un misterio que iba a revelar a Jimmy. Ahora era Carl quien tenía las preguntas y Jimmy las respuestas.

—¿Qué? —fue lo único que pudo decir. Ya no podía asegurar que era capaz de ocultar su impresión.

El silencio solo era interrumpido por el sonido del ambiente: cantos de aves en las ramas de los árboles, niños jugando, autos pasando cerca, vendedores cercanos, conversaciones a lo lejos, timbres de bicicletas, vida.

—¿Qué acabas de decir? —Carl terminó por reincorporarse cruzándose de brazos. Quería mostrar una actitud firme, dispuesto a apaciguar cualquier amenaza que lo pusiera en peligro.

—Este —la seguridad que acompañaba al pequeño comenzaba a abandonarlo—... es lo que dije. Sé que no eres papá. Eres alguien más. Alguien en quien siento que puedo confiar mucho más que en papá.

—¿Por qué dices eso? —cuestionó el aludido frunciendo el ceño.

—No lo sé —el pequeño se volteó hacia su helado a medio derretir, buscando las palabras correctas—, es simplemente una intuición demasiado fuerte. Es imposible no hacerle caso. ¿Acaso está equivocada?

—¿Qué clase de intuición? —Carl se encontraba intrigado.

Tras un instante de mutismo, Jimmy suspiró y respondió:

—No sabría explicarlo. Solo sé que desde que saliste del hospital, comencé a sentir una tranquilidad y una seguridad a tu lado que nunca había sentido antes. Es como un poder invisible que sale de ti. Algo diferente que jamás había sentido con papá. Tú no eres papá, pero eres alguien bueno, y el único que siento que me puede proteger.

Carl escuchó con atención y meditó sus palabras. Sin saberlo, Jimmy estaba describiendo lo que era sentir el poder místico de alguien más. Es algo muy complejo y que se requiere de gran concentración. El bogart tenía razón al valorar el poder que tenía el pequeño. Era tan buena su percepción que lo había comprendido todo sin siquiera abrir la boca.

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora