Capítulo 35

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—¿Cuándo va a llegar mamá?

Yuri hacía la pregunta precisa. La noche había caído y junto con Yenny estaban esperando el regreso de algún miembro de la familia. Tras la aparición de Jobeaux y la revelación de sus repentinas noticias, Jack se adelantó en ofrecerse para acompañar a su maestro en el rescate de su hermano. Antes que ella alcanzara a replicar, Jack respondió con elocuencia de que alguien debía cuidar de Yuri y esperar a sus padres. Era una labor que solo recaía en ella, aunque en un principio le costó admitir. Su mente se encontraba perturbada, más aún luego que el paso del tiempo no le trajera novedad alguna.

Yenny miró a su hermanita. Se encontraba aburrida desparramada sobre el sofá. Aún no se le pasaba por la mente los peligros cada vez más probables en la medida en que transcurría el tiempo. El reloj marcaba las nueve y media de la noche. Por lo menos mamá debería estar hace rato en casa. Tampoco había rastros de papá, ni de Jack. Ella deseaba con todas sus fuerzas que nada malo ocurriera, que nada más ocurriera. Lamentablemente, su instinto le decía lo contrario.

—No te preocupes —respondió sin poder evitar el temblor en su voz—, mamá ya debe estar llegando.

Yuri arqueó una ceja. En su inocencia esperanzadora no podía imaginar motivos para el retraso de su mami que no fueran cosas simples como un embotellamiento o trabajo extra. Con aún más razón, sentía la seguridad hogareña gracias a la presencia de su hermana mayor en el lugar. Frente a todo esto, le llamaba la atención el nerviosismo de Yenny. Aunque quisiera ayudar a calmarlos, mientras no entendiera los motivos, no habría forma.

El azote de una puerta de un vehículo proveniente desde afuera centró la atención de ambas chicas. Yenny lo reconoció. Era la van familiar. Instintivamente ambas se dirigieron a la entrada, y pudieron ver a Yin dirigiéndose hacia ellas.

El día para la madre fue quizás el más duro en mucho tiempo. Tras su desmayo en la consulta del médico, perdió toda conciencia hasta despertar en el mismo lugar. Se encontraba sobre el sofá de terciopelo. Estaba completamente sola. Aun mareada, se reincorporó mientras intentaba hacer memoria. Un malestar general le impedía concentrarse en cualquier cosa. Un punzante dolor se albergaba en su cabeza, para de vez en cuando repartirse por todo su cuerpo. A pesar de eso, no le tomó el real peso al asunto. Una vez acostumbrada a los síntomas, se puso de pie y salió de la oficina. Armándose de valor, regresó a su trabajo.

—Señora Chad, ¿se encuentra bien? —Myriam la observó con cierta preocupación al verla entrar.

—Sí, estoy bien, gracias —respondió mientras se encerraba rauda en su oficina.

Por fortuna era una tarde de papeleo. No necesitó moverse demasiado desde su asiento, cosa que agradeció. El malestar era cosa controlable siempre que mantuviera la mente ocupada. Lo subestimó.

A pesar de ello, no podía evitar su preocupación. La revelación de Lucio parecía tan distante, tan irreal. ¿Jacob en manos de la mafia? Conforme pasaba el día, aquella imagen se confundía en el limbo de lo real y lo ficticio. Pronto lo atribuyó a un delirio creado por su mente, en conjunto con sus dolores. Pero, ¿cómo había llegado a la consulta sobre ese sofá? Por más que se esforzaba, le era imposible recordar más allá. Solo recibía una punzada más fuerte en su cabeza como recompensa. Por lo pronto no quedaba mucho por hacer.

—¡Mamá! —exclamó Yenny al ver que Yin se acercaba hacia ellas. Fue una exclamación que pasó de la alegría a la preocupación. A pesar de las luces artificiales, podía notar su lento y tambaleante andar. De inmediato, ambas hijas se acercaron a su madre, con la inconsciente preocupación de que se desmayara delante de ellas.

Estaban a unos cuantos pasos de la puerta. Las fuerzas se esfumaron de las piernas de Yin y cayó de rodillas. El miedo se apoderó de sus hijas mientras intentaban sujetarla. El final del día le recordó a Yin que su malestar, por más que lo evitara, aún seguía ahí. No entendía por qué estaba así. Esperaba que un poco de descanso la recompusiera. A cambio, sus fuerzas la acompañaron solo hasta a un par de pasos de la entrada.

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora