—¿Yin?
Lucio fue impactado con la sorpresa al encontrarse frente a frente con la coneja. Se encontraba ya con su bata de seda color vino sobre su pijama de algodón. Su lengua fue suficientemente rápida como para retener el habano en su boca antes que este cayera sobre sus pantuflas de pandita.
—Lucio, lamento molestar a esta hora, pero no sabía a dónde más ir —se disculpó la coneja con miradas furtivas hacia el suelo. Se veía con la misma tenida que en el almuerzo, salvo con unos cuantos desarreglos, típico de un día de mucho ajetreo.
El león, temiendo que algo grave le hubiera pasado, además de su aturdimiento tras la sorpresa, lo empujaron a invitarla a pasar a su hogar sin condición ni impedimento alguno. El salón era un lugar acogedor y de estilo moderno en madera barnizada. El piso estaba cubierto de coloridas alfombras. Había un estante lleno de botellas de licores y un tocadiscos funcionando con un bolero de los años sesenta. También había varias lámparas con el brazo dorado. Algunas de ellas estaban encendidas, distribuyendo la iluminación mientras daban un ambiente extravagante.
—Toma asiento —la invitó a uno de los sillones bordados de terciopelo. La coneja aceptó sin hablar—. ¿Quieres algo? Tengo vino, vodka, ron, gaseosa, agua, té, lo que quieras.
Yin se negó con la cabeza.
De inmediato, Lucio le bajó el volumen a la música. Encendió aún más lámparas, se sirvió medio vaso de vodka y se sentó en un sillón al lado de ella. La observaba con total atención, sin poder escapar a su impresión. Ni siquiera sabía que ella conocía la dirección de su casa. Y aunque así fuera, ¿qué rayos hacía a esa hora de la noche en su casa? ¿No que tenía una familia con la cual compartir? ¿Qué rayos pasó ahí? ¿Qué tenía que ver él con todo eso?
—Lamento mucho venir a molestar a esta hora —Yin se encontraba con los brazos rodeando su estómago, las piernas juntas y la mirada baja.
El silencio obligó a Lucio a romperlo.
—Pe-pero, ¿Q-que p-pasó? —el león se sorprendió a sí mismo ¿tartamudeando? Él, quién siempre se ha destacado por demostrar seguridad y soberbia, ¿titubeando? Bueno, en su defensa, sus pantuflas de pandita y los patitos de hule impresos sobre la tela de su pijama que su bata no lograba cubrir no ayudaban mucho a esa imagen imponente.
—Lucio, este caso es muy difícil— sentenció tras un suspiro.
La impresión del momento fue una dificultad para Lucio a la hora de descifrar aquellas palabras. Finalmente dio con la respuesta.
—¿Hablas del caso de Carl? —pudo responder de corrido tras una larga bocanada de su habano.
Yin lo miró. Sentía que él merecía una mayor explicación de la que había dado hasta el momento.
—Entiendo que ustedes quieran liberarlo, pero de lo que fue acusado —el silencio fue suficiente apoyo para invitarla a continuar—... creo que yo no soy la indicada para este caso. En serio, Lucio, hay un tremendo conflicto de interés en todo esto.
—¿Y desde cuando te importan los conflictos de interés? —cuestionó el león tras beberse todo el contenido de su vaso.
—Carl está acusado de secuestrar a mi hijo —lo increpó Yin.
—¿Pero has escuchado su versión?
Aquella pregunta la arrojó de lleno a los recuerdos que pretendía dejar atrás. Lucio aprovechó la oportunidad de proseguir.
—Un pajarito me contó que él estaba lidiando con un espíritu chocarrero, defendiendo al niño. Debido a su historial en magia, es un testimonio bastante válido. Eso sumado a que la magia está considerada dentro de nuestra legislación, la evidencia encontrada en el lugar de los hechos y el estado en el que se encontraba tu cliente, ¡tienes el caso ganado!
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Amor prohibido
FanfictionYin y Yang mantienen un matrimonio normal con cinco hijos, sin que nadie sospeche que son hermanos gemelos. Dejaron atrás el Woo Foo, su pasado, su vida, su historia, todo para comenzar una nueva vida juntos, en una nueva ciudad. Todo cambiará cuand...