—¡Aquí tiene! ¡Un ramo de rosas para su novia!
Jack quedó congelado ante el anuncio del vendedor. Había llegado junto con Susan hasta la calle de las florerías en busca del ramo de flores pedido por su padre. Para él simplemente era un favor que estaba haciendo antes de quedar completamente libre de compromisos por un rato. No se había percatado de la trampa en la que había caído ingenuamente. Solo pensaba en cómo quedarse con la mayor parte del vuelto de cien dólares. Un ramo de rosas promedio no valdría más de veinte dólares, pero Susan le advirtió que se darían cuenta de la diferencia al llegar a casa. Lo que pretendía ser un mero trámite se convirtió en la búsqueda del Santo Grial.
Jack pensaba rectificar el error del vendedor, cuando la oferta se volvió jugosa.
—¡No diga nada! La casa invita —le ofreció el vendedor.
No podía negar esa oferta. Más aún si frente a él se encontraba el ramo de rosas rojas más grande que podía haber imaginado en su vida. Al sostenerlo en sus manos, pudo estimar un kilogramo de flores. El aroma era intenso, al igual que su color. Ese ramo sin duda costaba mil dólares, o al menos era su apreciación gracias a su vastamente corta experiencia en botánica.
—M-muchas gracias —aceptó titubeante.
Tenía cien dólares, y el mejor arreglo floral del mundo. Era sin duda algo que haría feliz a sus padres. Sus padres... No podía evitar sentir cierta admiración al pensar en ellos. Habían estado juntos desde que tenía memoria, pasando por un sinfín de problemas. A veces la vida se ensañaba con ellos, pero siempre salían airosos de los problemas. Los últimos días habían sido un perfecto ejemplo de aquello. Y como siempre, todos juntos lo estaban superando. La familia unida jamás será vencida. Era una consigna poética, pero que quedó grabada en su subconsciente.
—¿Está todo bien? —Susan interrumpió sus pensamientos.
Jack estaba tan distraído que ni siquiera se percató de la presencia de la osa.
—Sí, no te preocupes —respondió—. Solo estaba recordando.
—¿Recordando qué? —preguntó en su desesperación por intentar comenzar una conversación con el conejo.
—Bueno, de las veces en que nuestros padres preparaban un rato a solas mientras mis hermanos y yo les dábamos su espacio.
—¿A si? —cuestionó con interés.
—Bueno, normalmente ocurría para su aniversario de bodas —contó—. Papá nos mandaba a comprar las cosas, ayudar a preparar la cena, dejar todo listo, y luego nos íbamos a donde un vecino que se ofrecía a cuidarnos. Ahora que estamos más grandes, nos dan dinero para ir al cine o a un restaurante siempre que volviéramos antes de las once y entrábamos sin molestarlos.
—¡Vaya! Suena genial —comentó Susan—. Mis padres suelen salir a cenar afuera para su aniversario de bodas.
—Los míos también hacen eso a veces —contestó Jack—. Pero creo que esto es más entretenido —agregó—. Aunque es mejor cuando a papá se le ocurre hacerlo de repente y sorprende a mamá.
—¿A si? ¿Y cuándo fue la última vez que la sorprendió de esta forma? —preguntó Susan con interés.
—Pues —Jack echó a volar sus recuerdos—... hace varios años —el recuerdo con el que se topó no era algo para volver a poner sobre la mesa.
—Entonces supongo que hoy sí será una sorpresa —dijo Susan.
Jack asintió con la cabeza. El último recuerdo instaló en su cabeza la interrogante sobre los motivos reales de por qué su padre estaba preparando esta sorpresa. Aunque es cierto que últimamente habían pasado por serias dificultades como familia, ¿eran tan graves como la pérdida de Yanette?
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Amor prohibido
FanfictionYin y Yang mantienen un matrimonio normal con cinco hijos, sin que nadie sospeche que son hermanos gemelos. Dejaron atrás el Woo Foo, su pasado, su vida, su historia, todo para comenzar una nueva vida juntos, en una nueva ciudad. Todo cambiará cuand...