Nos acabamos de enterar de lo sucedido en Colombia. Desde aquí les enviamos un abrazo patotástico, esperando que las cosas se solucionen en el futuro. Mientras tanto, les dedicamos este capítulo, con la intención de sacarles una sonrisa mientras se olvidan, por un instante, de las cosas terribles que están ocurriendo.
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—¿Se puede saber qué rayos pasó allí afuera?
Yin lanzó la pregunta apenas puso un pie en la habitación que compartía con Yang. La poca iluminación de aquel cuarto era propiciada gracias a la poca luz que lograba atravesar las cortinas cerradas y la lámpara sobre la mesita de noche. Yang se encontraba sentado sobre la cama dándole la espalda. La coneja no podía dejar de sorprenderse ante las palabras de su hijo, revelando una noticia que jamás imaginó que le tocaría vivir. Ellos dos conformaban un matrimonio que debió enfrentar desafíos más grandes y profundos que cualquier matrimonio corriente. No podían caer en el error más básico de cualquier relación.
Yin se acercó hacia el conejo, quien ni siquiera se inmutó ante su presencia. Se sentó a su lado, a la espera de alguna respuesta. Yang se encontraba cabizbajo, absorto en sus pensamientos. Todo había ocurrido tan rápido, que era obligatorio ponerle orden a las cosas. La noticia del embarazo, el recuerdo de la vasectomía, el beso con Sara, el encuentro con Jack, la reciente revelación. Debió aclarar las cosas con su hijo, pero, ¿cómo?, ¿diciéndole que su madre lo había engañado primero? Aunque tenía claro que una infidelidad no se soluciona con otra infidelidad, sí era cierto que con Sara encontraba un oasis en medio de este torbellino, oasis que ya no encontraba en Yin.
Ambos se quedaron allí, en silencio. Las palabras no se atrevieron a aflorar. Yin no pensaba en presionarlo. Yang no sabía cómo comenzar. Los minutos se estiraron cada vez más.
—¿Sabes Yang? A mí no me importa realmente que te hayas besado con Sara —dijo Yin rompiendo estruendosamente un delicado silencio—, lo que me preocupa es que te haya visto Jack.
Yang no pudo evitar voltearse a verla.
—Sea cual sea el problema que tengas, no debes meter a los niños en esto —sentenció ella.
No parecía realmente enojada. Su mirada apaciguadora buscaba implantar la culpa en su corazón. Debía mantener los hechos firmes en su cabeza para no volver a pasar por idiota.
—Yin —se atrevió a hablar con determinación—, ¿estás segura que esos hijos que esperas son míos?
Con aquella pregunta había logrado hacerla enfadar.
—¿Cómo se te ocurre preguntar eso? —alegó molesta—. ¡Por supuesto que son tuyos! ¿Cómo te atreves a dudar de eso?
Yang, sin perder la calma, contestó tras un suspiro:
—La verdad no te lo quise decir antes, pero poco después de lo de Yanette, me hice la vasectomía.
Yin quedó congelada en medio de su alegato. Incluso la respiración se le consiguió detener. Para ella, la vasectomía parecía poco menos que un disparate. Algo le decía que era tan imposible como que Carl algún día logrará tapar los soles.
—Yang, tú nunca te hiciste la vasectomía —sentenció con firmeza.
Ahora era el turno de Yang de ofuscarse.
—¡¿Qué?! —alegó—. ¿Acaso me vas a decir qué hice y qué no hice con mi vida? Recuerdo con total claridad que me hice una vasectomía.
—¿A sí? ¿Y cómo fue exactamente? —cuestionó Yin con seguridad cruzándose de brazos.
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Amor prohibido
FanfictionYin y Yang mantienen un matrimonio normal con cinco hijos, sin que nadie sospeche que son hermanos gemelos. Dejaron atrás el Woo Foo, su pasado, su vida, su historia, todo para comenzar una nueva vida juntos, en una nueva ciudad. Todo cambiará cuand...