Capítulo 61

27 0 2
                                    

Patitos!!! Este capítulo en particular quería estrenarlo la semana pasada, pero supongo que ya sabrán lo que pasó. De veras lo siento. Por lo pronto, espero que este capítulo sea de su agrado, y que compense el retraso.

PD: a pesar de la represión policial, nos encontramos felices por la instalación de la convención constituyente. Tenemos la esperanza de que ahora sí empieza el camino hacia un Chile mejor.

-------

—¿Dónde estoy?

Yuri abrió sus ojos con lentitud. La luz le molestaba. Sentía que había pasado demasiado tiempo en la oscuridad. Mientras los abría, intentaba recordar qué había pasado, fallando estrepitosamente. Escuchaba que el viento mecía las ramas de unos árboles cercanos. Un cielo púrpura le dio la bienvenida. La brisa fresca la invitaba a olvidarse de los problemas.

La pequeña se levantó rápidamente. Se encontraba sentada sobre un césped fresco y verde. Cerca de ella había un par de árboles frondosos de hojas color verde oscuro. El trinar de las aves se oía por lo fondo. Pudo ver arbustos cargados con flores de múltiples colores. Era un lugar alegre y tranquilo. Yuri miró hacia todas partes intentando buscar algo familiar. Solo había naturaleza en un campo infinito. No parecía tener mayor compañía que el canto de las aves.

Se puso de pie y se dispuso a caminar. Pronto olvidó todo propósito, dejándose llevar por el ambiente. Unos sapos saltaban y croaban en un charco cercano. El sol se reflejaba sobre el agua cristalina de un lago que se encontró por el camino. Podía sentir la frescura de una brisa ligera revolotear entre sus orejas.

Cuando se había olvidado hasta de su propio nombre, oyó una voz detrás de ella:

—¡Hey Yuri!

La pequeña se volteó alzando sus orejas. Se encontró a un felino cruzado de brazos junto a un árbol. Pudo notar que tenía orejas de gato, cachetes de leopardo, bigotes de pantera y colmillos de león. Estaba vestido con un traje ejecutivo y una corbata. El conjunto era completamente blanco, desde el saco hasta los zapatos. El desconocido le regaló una sonrisa confiada.

Ambos se miraron fijamente, a la espera de que alguien diera el primer paso. Yuri lo analizó desde la distancia. Lo encontró alto, flacucho y de largas extremidades. Sus bigotes se movían cuan antenas parabólicas en busca de señal. El felino dio un par de pasos hacia ella, cosa que la alertó.

—No tengas miedo —le dijo conservando su inquieta sonrisa—. Debo darte la bienvenida al jardín de las almas perdidas.

Yuri arqueó una ceja intrigada.

—¿Quién es usted? —fue la primera pregunta que lanzó.

—Mi nombre es Pablo —contestó con una reverencia.

—¿Qué hago yo aquí? —volvió a preguntar la pequeña.

—Bueno, eso depende.

—¿De qué?

—¿Qué es lo último que recuerdas?

La pequeña intentó hacer memoria. Todo recuerdo previo a la estadía en aquel sitio se había nublado completamente. Solo la paz, la tranquilidad, y la incertidumbre, invadían su mente. Algo más allá, respecto a su origen, propósito, y destino, era un tema muy denso para la Yuri del presente.

—¡Vamos! ¡Intenta hacer memoria! —insistió el felino—. ¡Cielos! ¿Por qué a todos les pasa lo mismo? —cuestionó rascándose la cabeza y mirando a las nubes.

La pequeña intentó nuevamente. Una sensación de amargura fue su única respuesta.

—Lo siento... no puedo... no quiero —balbuceó con timidez.

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora