Capítulo 20

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—Entonces mi dungerón de ojos azules ataca a tu mastodont, desactiva tu carta de trampa y me permite activar mi carta de campo, terminando con mi turno —anunció George.

—¡No es justo! ¡Déjame ver esa carta! —alegó Jacob revisando la carta recién puesta sobre el campo de juego, solo para percatarse que sus habilidades estaban en japonés.

—¿Acaso sabes japonés? —cuestionó la tortuga con sarcasmo.

—Para estos casos existe la tecnología —anunció triunfante su amigo sacando su teléfono desde su mochila. Un frenazo inesperado provocó que el conejo soltara su aparato, cayendo al piso de la van y resbalándose hacia adelante.

Ambos chicos se encontraban jugando con un mazo de estrategia en los asientos del fondo de la van una tarde de miércoles, luego de que Yin los fuera a buscar. Habían coincidido los cinco hermanos a la hora de salida, cosa que no solía ser común. Así que había bastante alboroto a bordo.

—Yuri, ¿podrías pasarme mi teléfono? —le pidió Jacob a su hermana, quien estaba instalada en el asiento inmediatamente delante. Al asomarse sobre el respaldo, pudo verla con Jimmy intentando armar una figura con una cuerda enredada entre las manos de ambos.

—¿Qué no ves que estamos ocupados? —alegó Yuri—. Estamos aquí tratando de hacer una tortuga, ¿no es cierto Jimmy?

El pequeño se veía entretenido con esta actividad, mientras entrelazaba aún más la cuerda entre sus diminutas manos.

—Yo soy una tortuga —se asomó George, curioseando también lo que estaba sucediendo.

—Hmmm ¿no crees que estás pasando demasiado tiempo con Jimmy? —cuestionó su hermano. Sentía que no era la primera vez que ponía en tela de juicio la nueva relación entre Yuri y Jimmy desde lo del secuestro.

—¡¿Qué?! —alegó la chica ofendida—. No estoy pasando demasiado tiempo con Jimmy, solo lo estoy cuidando. El pobre Jimmy necesita que alguien de esta familia se preocupe por él.

—¿A sí? —cuestionó Jacob con seriedad—. ¿Acaso Jimmy no puede comer solo? ¿No puede estar en su cuarto y jugar videojuegos solo? ¿Acaso ni siquiera puede ir al baño solo?

—¿Me estás diciendo que lo estoy acosando? —el tono molesto de Yuri solo aumentaba la tensión en la conversación.

—¿Cuándo fue la última vez que lo dejaste solo? —inquirió su hermano.

—P-pues para dormir —se defendió la chica al borde de no poder controlar sus emociones.

—No desde esta semana —sentenció Jacob resuelto.

Ante la nulidad de argumentos, Yuri le dio una mirada furiosa mientras se le inflaban los cachetes.

—¡No! ¡Mi celular! —alegó Jacob al ver como su hermana sujetaba su teléfono con el pie, para luego lanzarlo por debajo del asiento delantero hacia el frente—. ¡¡No!! —gritó el chico totalmente en vano.

El aparato cayó bajo los pies de Francesca, quien estaba junto con Jack conversando.

—Gracias por el aventón hacia mi casa —le decía la chica—, la verdad fue muy amable de tu parte.

—Tranquila, no podía dejarte que caminaras con tantas cosas por la calle —respondió intentando ocultar terriblemente sus nervios—, además, como dicen por ahí, donde caben quince, caben veinte.

—Ehm, no creo que sea así el dicho —respondió la cerda siendo contagiada por los nervios de su amigo—, pero gracias.

Y en efecto, aparte de su mochila, cargaba con una guitarra, una extraña maqueta, unos tres rollos de cartulina y un bolso de gimnasia. Era más que evidente que ante esta oportunidad, Jack no esperaría a ofrecerle un acercamiento a su casa. A pesar que eran pocas cuadras, su insistencia la convenció de subir a bordo.

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora