—¿Sabes? Iríamos más rápido si no nos detuviéramos en cada bencinera.
Carl se dirigía de regreso a casa junto a Ella Mental e Indestructi Bob. A pesar de la distancia recorrida, aún se podía observar el monte Denali. La exasperación aumentaba en la cucaracha conforme pasaban los días. Ella le pedía detenerse en cada bencinera o restaurante que encontraban en el camino por diversas razones relacionadas con Bob. Desde ir al baño, comer, ir al baño, comprar algún juguete, ir al baño, descansar, entre otras como ir al baño.
A cada momento se preguntaba por qué seguía atado a ese par. Fácilmente se podría teletransportar de regreso a casa y dejarlos varados. La vergüenza de llegar frente a Yin sin el Amnesialeto, sumado a la promesa que le hizo a Ella lo retenía junto a ellos.
—¡Oh vamos Carl! —exclamó la tigresa con una alegría hipócrita—. ¿Cuál es la prisa? Además, ¡mira a Bob! ¡Está feliz!
Ambos se encontraban en una de las mesas plásticas de un restaurante ofrecido por una bencinera. Ambos se voltearon hacia la caja, en donde Bob agarraba una docena de barras de chocolates desde el aparador, los aplastaba con su manotas y se los comía de un bocado con empaque y todo. La alegría deslumbrante iluminaba a Ella y asqueaba a Carl. Este último sólo podía fijarse en las manchas de chocolates repartidas en toda la bola y su alrededor.
—Pues que le prometí a Yin el Amnesialeto hace meses. ¡Y ni siquiera sabemos en dónde está! —exclamó ofuscado.
—¡Ah verdad! Tu amada —comentó la tigresa con una sonrisa burlona.
Carl estuvo a punto de explotar cuando ambos vieron aproximarse a la bola con una bandeja plástica.
—¡Bob trajo la comida! —exclamó dejándose caer sobre su asiento para terminar rompiéndolo.
—¡Gracias Bob! —exclamó Ella sacando un vaso de bebida junto con una especie de hot dog gigante con una capa de tomate picado, palta y mayonesa—. ¡Ten Carl! —agregó sacando el otro vaso con el otro hot dog.
La tigresa se hallaba feliz. Hacía mucho tiempo que no salía de su cabaña, y no recordaba la última vez que había tomado la ruta panorámica de un viaje. Además, ¿acompañado de Bob? ¿Con la esperanza de traer de regreso a su amado? Se sentía con la lotería ganada.
—No me gusta la palta —Carl observó de reojo la comida antes de despreciarla.
—¡Vamos Carl! ¡No seas amargado! —respondió Ella antes de darle un gran mordisco a su hot dog—. Ya encontraremos el Amnesialeto y salvaremos a tu amada —agregó con la boca llena—. Oye, esto está bueno. ¿Qué es? —se volteó hacia Bob.
—No lo sé —respondió la bola tragándose el hot dog de un bocado, para luego tragarse la bebida de un largo sorbo.
—Es un completo —le informó Carl observando de reojo nuevamente su platillo—. Es la versión chilena del hot dog —Ella sonrió al notar que la cucaracha tomaba cada vez más interés en su comida—. ¿Cómo rayos venden esto aquí en Alaska?
—Bob sacar de allí —la bola apuntó hacia un costado de la caja. Había un mostrador completamente destrozado. Un letrero colgante informaba que se trataba del autoservicio.
—Bien hecho —Carl le sonrió tras ver la destrucción provocada—, pero para la próxima lo quiero sin palta —tomó su completo, lo observó con detención y le dio un primer mordisco.
Nuestro trío se encaminaba a pie de regreso a casa. Caminaban a orillas de la carretera mientras conversaban o hacían cualquier cosa con tal de pasar el rato. A veces lograban hacer dedo y algún desconocido les acortaba la marcha. Parecía ser toda una aventura si no fuera porque cada día desgastaba la paciencia de la cucaracha. Las noticias se entremezclaban con los rumores, creando un revoltijo que lo amedrentaba. Lo único que él consideraba seguro —gracias a diversas menciones—, era que Yin estaba presa y Yang había salido de la cárcel. Más detalles al respecto era imposible confirmarlos. El tan solo hecho de saber que la coneja estaba en la cárcel torturaba sus neuronas y corazón. Se sentía un maldito inutil. No había dado con el Amnesialeto, y ni él ni sus acompañantes tenían la menor pista sobre dónde buscarlo. Se sentía derrotado y a la vez se negaba a sentirse derrotado. Le exigía al mundo una señal. No podía ser este el fin de su aventura.
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Amor prohibido
FanfictionYin y Yang mantienen un matrimonio normal con cinco hijos, sin que nadie sospeche que son hermanos gemelos. Dejaron atrás el Woo Foo, su pasado, su vida, su historia, todo para comenzar una nueva vida juntos, en una nueva ciudad. Todo cambiará cuand...