Capítulo 45

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—¡El amnesialeto!

Yin se volteó ante la mención aquella extraña combinación de palabras. Ella y Carl habían abandonado la bodega en donde se habían reunido con el mismísimo Patriarca. La noche había caído. A la distancia se podían observar las luces de la ciudad como estrellas titilantes volando bajo. Ella emprendió la marcha con velocidad. Quería dejar aquel sitio desagradable. Su mente estaba por estallar. Quería un minuto de paz. Quería pausar la vida para obtener aunque sea un respiro que le trajera paz. Un par de metros más atrás se encontraba Carl, caminando hacia la misma dirección. Él podía ver la silueta de su espalda a la luz de los pocos focos encendidos en el camino. Sus puños se encontraban apretados. Caminaba silencioso, sigiloso. Esperaba ojalá no lo volviera a notar.

Él conocía la historia de Denis. Sabía que le había robado el poder el Maestro de la Noche a Coop. No conocía los detalles, pero sabía del resultado. La misión que precisamente lo había traído a aquella ciudad era una sospecha de la existencia de un cruel demonio. Ahora acababa de confirmarlas. Debía planificar algo para detenerlo, antes que se le ocurriera utilizar su poder para algo peor. No solo eso llenaba su cabeza. La silueta frente a él lo desconcentraba. Él podía intuir cuánto le afectaba a Yin enfrentar su «problema». Jamás se hubiera siquiera imaginado que ella terminaría teniendo hijos con su propio hermano. Al menos no hasta el día en que un beso entre ambos lo sorprendió cara a cara. Sentía la imperiosa necesidad de poder ayudarla, de protegerla, de arrancarla de la trampa en que había caído. ¿Pero cómo?

Pronto pudo verla cara a cara. Se había volteado. Un farol titilante le iluminaba el rostro, con el cielo estrellado de fondo.

—¿Qué dijiste? —le preguntó.

No había tomado consciencia de sus palabras. Simplemente estaba poniendo todo en perspectiva. Estaba organizando todo en su mente. Buscaba una idea, un plan, algo. Simplemente pensó en voz alta. Ni siquiera logró comprender el proceso mental que lo llevó a tal conclusión.

—¿El amnesialeto? —respondió un tanto más inseguro.

La mirada fría de la coneja lo atravesó. Era un buen momento de preguntarse el porqué de esas palabras. El amnesialeto era un aparato mágico que permitía manipular la memoria de las personas. Sus poderes no habían sido descubiertos del todo. Su uso más extendido ha sido el borrar las grandezas del Woo Foo hace varios años a manos de un Maestro de la Noche. Su último paradero lo sitúa poco antes de la derrota de Erádicus. No se sabe a ciencia cierta si él aún lo conserva o si se perdió nuevamente cerca de su antigua guarida. En ese segundo comprendió el porqué de sus palabras.

—El amnesialeto —repitió—. ¿Te acuerdas de él?

—Claro que lo recuerdo —respondió Yin—. ¿Por qué lo recuerdas ahora?

—El amnesialeto es la solución a nuestros problemas —continuó hablando dejándose llevar por la cascada de sus pensamientos—. Con él puedes... borrarle la memoria al Patriarca y sus secuaces. ¡Y ya no tendrás que trabajar más para él! Además puedes borrarle la memoria a todos los que sepan tu secreto, y no tendrás que preocuparte nunca más de que se sepa la verdad o que se enteren tus hijos.

El silencio llenó de nervios a la cucaracha. Cada palabra impresionó más a Yin, mientras que a su vez todo le cuadraba como piezas de lego. Con aquel aparato entre sus manos podría borrar de la memoria de todo el mundo su parentesco con Yang. Por primera vez en toda su vida podrían vivir un amor libre, sin temores ni tapujos. No tendrían que volver a arrancar. No tendrían que dar más explicaciones. Aquel sentimiento, que no era más que un espejismo, en aquel segundo pudo tocarlo y sentirlo tan real. ¿Pudo tocarlo? ¿Pudo sentirlo cerca? Aquella libertad que los cautivos ni siquiera se atreven a imaginar. Fue tan cercano, tan real, que la asustó. Parecía ser demasiado bueno para ser verdad.

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora