—Déjame ver si entendí —intentó aclarar el caballo—: un bogart secuestró a tu hijo, Yakko se vio involucrado pero aún no pueden quitarles los cargos, ¿y ahora solo el testimonio de un cazador de demonios puede ayudarlo?
—Básicamente —respondió Yin recostándose sobre el respaldo de su silla.
Ella, Carl y Marcelo se encontraban en la oficina de la coneja discutiendo el secuestro de Jimmy. La coneja ocupaba el asiento principal, mientras que los invitados ocupaban los asientos frente a ella al otro lado del escritorio. Marcelo parecía pensativo, con una mirada duramente seria. Intentaba organizar este rompecabezas usando tanto los datos que le entregaba la abogada con aquellas piezas que había recopilado con la experiencia. Se acariciaba el mentón inconscientemente mientras que su vista se centraba en la punta de su nariz. El silencio se extendió por el suficiente tiempo como para albergar el nerviosismo entre sus acompañantes.
—¿Cómo sabes que no lo hizo Yakko? —lanzó su pregunta apuntando con el pulgar a la cucaracha.
—¡Oye! —le recriminó Carl frunciendo el ceño.
El silencio se hizo más denso que el aire en un sauna. Yin rebobinó sus recuerdos haciendo un necesario recuento que no había considerado. Aunque en un principio también había creído en su culpabilidad, poco a poco fue cambiando de parecer. No podía encontrar un punto de inflexión en particular. Tal vez fue aquella noche en que regresaron juntos luego de la entrevista con el Patriarca. Tal vez fue luego de que salvara a Yang a costa de su propia salud. Sus ojos apuntaron a la caracha, quien pudo sentir el peso de su mirada.
—Sé que no fue él —sentenció. Mientras pronunciaba aquellas palabras, más segura se sentía de sus palabras.
—¿Aún a costa de tu propio hijo? —repitió el caballo con seriedad.
—Se nota que no confías mucho en Carl —respondió Yin en el mismo tono entrelazando sus dedos.
—Solo quiero asegurarme —respondió Marcelo entrecerrando sus ojos.
—¿Me vas a ayudar o no? —preguntó Yin con dureza—. O no te daré el listado del personal.
El silencio cargado de tensión regresó, pero esta vez era el turno de jugar del caballo. Marcelo entrelazó sus manos mientras bajaba el hocico, regalándole una mirada cargada de desconfianza. Estaban jugando en una cancha en donde Yin tenía la ventaja. La coneja en cambio, buscaba en su computador la información que tanto deseaba Marcelo, intercambiando su mirada entre la pantalla y el caballo. Carl se encontraba mudo en medio de la situación, tratando de no hacer ruido ni siquiera con su respiración.
—Aquí tengo el registro que buscas —respondió Yin triunfante—. Puedo imprimirlo y entregárselo apenas firme una declaración.
—¿En qué consiste esa declaración? —preguntó Marcelo. La vida le había enseñado al caballo a no confiar en extraños.
—Esta —la abogada abrió una de las gavetas de su escritorio. Tras unos segundos incursionando, extrajo una carpeta celeste para luego entregarle al caballo un documento de unas tres hojas engrapadas en una esquina.
Marcelo acercó el documento, y logró identificarlo con facilidad. Era una declaración prellenada que indicaba el testimonio que la abogada pretendía entregar. Describía con detalle la posición de un espectro de tipo bogart sobre la víctima identificada como Jimmy Chad. El caballo frunció el ceño molesto. No le gustaba que le pusieran palabras que él no había dicho. La declaración estaba tan bien explicada que era evidente que fue hecha por Carl. En la última hoja, una línea horizontal lo invitaba a plasmar su firma. Si de verdad estaba encubriendo a Carl, él estaría en problemas por falso testimonio. Encontraba curioso que estuviera defendiendo al atacante de su propio hijo. ¿Estará enferma? No le había dicho nada concreto respecto de la inocencia de la cucaracha. Era una jugada muy arriesgada.
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Amor prohibido
FanfictionYin y Yang mantienen un matrimonio normal con cinco hijos, sin que nadie sospeche que son hermanos gemelos. Dejaron atrás el Woo Foo, su pasado, su vida, su historia, todo para comenzar una nueva vida juntos, en una nueva ciudad. Todo cambiará cuand...