—¡Lucio!
El aludido dio un respingo sobre su asiento en el que casi tira su hamburguesa Jack Daniel's que estaba por devorar. El león se encontraba almorzando en un restaurante al aire libre cuando recibió una llamada de Yin.
—¿Q-qué p-asa? —tartamudeó asustado ante el grito de bienvenida que la coneja le dio.
—Escapó —respondió. Yin se encontraba furibunda paseándose al interior de su oficina. Afuera, Myriam trabajaba de cabeza sobre su computador intentando pasar desapercibida.
—¿Eh? —el león no lograba captar el mensaje.
—Carl escapó —lanzó Yin.
Un segundo respingo nuevamente puso en peligro la hamburguesa del león. Al tratar de salvarla, la presionó muy fuerte, provocando un salpicón de la salsa sobre su corbata color beige.
—¿Q-q-qué? —tartamudeó asustado e impresionado.
—¡Anoche ese idiota escapó de la cárcel! —gritó desahogando su frustración—. Tan solo le quedaban dos días. ¡Dos mugrosos días! Gracias a nuestro informe y mis habilidades estaba a punto de dejarlo libre luego de secuestrar a mi propio hijo. ¡¿Te das cuenta?! Te estaba haciendo el grandísimo favor de salvar a tu amigo ¿Y así es cómo me lo paga? Esta vez te lo juro Lucio, cuando lo vuelvan a atrapar, me haré cargo personalmente de que se pudra en la cárcel.
El león estaba a punto de abrir su boca cuando la llamada fue cortada. Quedó de una pieza ante la gravedad del asunto y la rapidez con que se le fue anunciado.
—¡Oh rayos! —exclamó una vez que fue capaz de moverse—. ¡Maldición! ¿Esto no puede ser peor? —agregó al notar la mancha en su corbata.
Mientras se lamentaba por su corbata, una gaviota cayó en picada, y en un instante de descuido, le quitó la hamburguesa de sus manos y salió volando.
—Tal parece que sí —comentó.
Para coronar la situación, una paloma le lanzó un poco de excremento sobre su cabeza.
Mientras, en el St. George, los estudiantes de la escuela disfrutaban del recreo. Los cursos más pequeños ansiaban llenar los patios y disfrutar del sol y el aire libre. Los cursos más grandes solían ser más reacios a salir, y se disponían a llenar los pasillos o cualquier sitio que diera hacia el exterior, ya fueran pasillos o ventanales. Solían reunirse en grupos para charlar amistosamente poniéndose al día de las corrientes de interés adolescentes.
—¡No te lo puedo creer! —exclamó Jack impresionado— ¿Cómo lo conseguiste?
—Bueno, mi vecino solía escucharnos los fines de semana —respondió un labrador rubio con las orejas tomadas por atrás con un moño—, y se lo comentó a su tío que trabaja en la policía de Rodehove que justo estaba de visita ese día. Le gustó tanto nuestro ensayo del último domingo que al día siguiente me insistió en que participemos en la batalla de bandas de Rodehove.
Jack se encontraba con sus amigos de la banda en un pasillo en el segundo piso con vista al patio de los niños de primaria. El griterío de los niños, a pesar de ser ensordecedor, no era algo que le molestara a alguien. De hecho, nuestro grupo se encontraba más interesado en un papel que sostenía Jack que en cualquier cosa que pasara fuera de su círculo. La hoja era un afiche invitando a inscribirse y participar de una batalla de bandas a realizarse el sábado en Rodehove.
—¿Pero por qué no nos avisaste de inmediato, Charlie? —preguntó el lobo alto y flaco igual de sorprendido que Jack.
—No quería ilusionarlos —respondió el labrador recibiendo de vuelta el afiche—, primero quería confirmar si podíamos inscribirnos, y tras leer las bases descubrí que las bandas foráneas si podemos participar.
ESTÁS LEYENDO
Amor prohibido
FanfictionYin y Yang mantienen un matrimonio normal con cinco hijos, sin que nadie sospeche que son hermanos gemelos. Dejaron atrás el Woo Foo, su pasado, su vida, su historia, todo para comenzar una nueva vida juntos, en una nueva ciudad. Todo cambiará cuand...