-¿Señor Garamond?
Carl se encontraba en el despacho del señor Swart, enfrascado en su observación de la carta del Maestro Mental. Aunque Jimmy le había confesado la lista de ingredientes y la preparación de la famosa pócima que lo cura todo, aún le quedaba un segundo misterio. Cuando Yenny ingresó al lugar, lo encontró observando con detalle el naipe con la ayuda de un monóculo y de la luz de la lámpara dirigida expresamente hacia la carta.
-¿Si? ¿Qué ocurre? -la cucaracha lanzó con frustración el monóculo sobre el escritorio.
Tras horas de estudio, no había encontrado pista alguna que le diera información respecto de la carta. Incluso no entendía la relación con el Maestro Mente. Hasta donde sabía, esa calavera flotante no le gustaba jugar cartas, ni tenía mazos de naipes de ninguna clase. Ni mucho menos hablemos del nivel de poder como el que Yenny logró extraerle la noche anterior. Aquella calavera llameante era un chiste flotante más que alguna clase de oponente a respetar.
-Necesito la carta -Yenny ingresó a la habitación con cierto recelo.
-Dijiste que no la ibas a ocupar hoy -contestó Carl.
-Es que nos vamos -le informó la coneja.
-¿A dónde? -Carl arqueó una ceja de manera inconsciente.
-Mamá convenció al Maestro Yo para que nos dejara salir del domo -le explicó Yenny.
Las palabras se le atoraron a Carl, ante la mención de palabras aparentemente imposibles de cumplir. ¿Salir de allí? ¿Es eso posible? ¿Yin se va a ir? Yin... ¿Se vá?
-Espera, ¿Qué dijiste? -Carl se puso de pie de un salto, tirando lejos la silla sobre la cual se encontraba sentado hace tan solo unos instantes.
-Pues... eso -contestó Yenny con extrañeza-. Que esta tarde me voy con mi familia de aquí.
La ola de emociones que sacudió a Carl tras aquella frase era equivalente al cataclismo que extinguió los dinosaurios. Con premura, recorrió los pasillos en busca de Yin. Necesitaba corroborar los dichos de su hija respecto de la partida. Le parecía una locura, una fantasía, un imposible. Ya se imaginaba luchando codo a codo con ella para vencer los desafíos del exterior. No veía otra salida que el trabajo en equipo junto con el montón de idiotas que había caído al interior de la casona. Salir al mundo en medio del caos no parecía ser la mejor respuesta. ¿Qué era lo que Yin tenía ahora en la cabeza?
Se encontró con la coneja en su habitación, armando una maleta. No era muy grande ni tampoco tenía muchas cosas. Gran parte de sus pertenencias se habían repartido entre su antiguo hogar, su trabajo, el hospital y la cárcel.
-¡Yin! ¿Qué pretendes? -Carl ingresó a la habitación sin miramientos.
La mirada de Yin le exigió una mayor explicación.
-Yenny me contó que te ibas -le dijo.
Tras un suspiro, dejó el vestido que tenía entre manos dentro de la maleta, y volteó completamente hacia él.
-Escucha Carl -le dijo con seriedad-. Sé que estás enamorado de mí, pero quiero que sepas que no es recíproco. Yo amo a Yang y tengo una familia con él. Hoy he decidido luchar por mi familia, y es por eso que me voy de la casona.
Tras un suspiro, prosiguió con su mortal discurso con un tono más suave:
-Sabes bien que jamás podría haber algo entre nosotros. Toda la vida hemos estado en veredas opuestas. Puede que durante este tiempo hayamos terminado juntos, envueltos en los mismos problemas, y te debo agradecer por toda la ayuda que me has dado hasta incluso ayer, pero nuestros caminos se separan a partir de ahora.
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Amor prohibido
FanfictionYin y Yang mantienen un matrimonio normal con cinco hijos, sin que nadie sospeche que son hermanos gemelos. Dejaron atrás el Woo Foo, su pasado, su vida, su historia, todo para comenzar una nueva vida juntos, en una nueva ciudad. Todo cambiará cuand...