PERDÓNAME

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 49)

LISSBETH

Vi directamente a los ojos a Iñigo, él me veía, —¿confías en él?— Preguntó, Valentina.

Y antes de que yo pudiera responder —mira Valentina es más que notorio que yo no te caigo bien, y no sé el motivo, pero creo que esta situación no es para que nos peleemos, o para que discutamos, Liss no necesita más líos en su vida, debemos unirnos para apoyarla y que se sienta segura, y con respecto a la pregunta que le hiciste, no se si ella confía en mí, pero les diré algo a las dos, y que se les quede bien grabado, yo jamás haría algo para lastimar a Liss, yo no sería capaz de hacer algo que la dañara después de todo lo que le ha tocado vivir— dijo Iñigo, muy tajante.

—Bueno, deja te aclaro, no creas que el mundo gira a tu alrededor, a mí no me caes ni bien, ni mal, para mí solo sos un cliente más del Bar, y ya, pero concuerdo con vos que en este momento solo importa Liss, vos o yo salimos sobrando, así que, si Liss está de acuerdo con que seas vos el chófer, a mí me da lo mismo— respondió Vale, con una sonrisa paciente dibujada en el rostro.

Me acerqué a Iñigo, —gracias— susurré y le di un pequeño beso en la mejilla.

Salimos de la bodega, yo hacía la cocina junto con Vale, e Iñigo hacía el Bar, esa noche no apareció Moon, y desde la cocina veía a Iñigo esperarla, pero ella nunca apareció.

Salimos de trabajar, nos dirigimos al auto, el camino a casa lo sentí eterno, cuando llegamos Hernán aún estaba despierto, le supliqué a Dios que al maneos por hoy Hernán no me jodiese la vida, entré, le di las buenas noches, fui hacia la cama de Jeremy, le di un beso en la frente, me metí a la cama, le di la espalda a Hernán, en ese instante, apagó la luz, se dio la vuelta y me abrazó, sentí pánico, pero no, solo me abrazó y ya, no dormí toda la noche, sentía un nudo en la garganta no quería ni siquiera tocar mi vientre para no hacerme a la idea de que tenía vida ahí dentro, no quería tenerle cariño, aunque ya se lo tuviese.

Al siguiente día, mamá y Savannah llegaron temprano, no se porqué, pero llegaron justo en el momento en el que llegaron Valentina y el Sr. César.

Valentina me veía, Savannah también, puesto que le había llamado en la madrugada para contarle que pasaba, y ella me apoyaba.

—Hernán, quiero que vayamos a pescar, y pasarla bien, desde el jueves esta semana, hasta el lunes de la próxima, (era martes)— dijo el Sr. César.

—Pero claro, Sr. César, para mí sería un placer, cuente con ello— respondió Hernán.

—Y también quiero que le de permiso a Liss, a que se vaya esa misma cantidad de días, a la capital del país con Valentina, para comprar todo lo que hace falta para él Bar, obviamente es indispensable que Liss vaya porque ella es la encargada de cocina— dijo el Sr. César.

Sentí un escalofrío, recorrer mi cuerpo, Hernan volteo inmediatamente, y luego volteó a ver a mamá, y mamá clavó sus ojos verdes en mí, sabía que estaba en desacuerdo.

—¿Y Jeremy? Obviamente se la llevará Liss, ¿verdad?— Preguntó mamá.

—Perdón señora, pero eso no es posible iremos a mercados de la capital del país, y no sería seguro para Jeremy, y sería poco cómodo para Liss andar con la bebé, porque vamos a trabajar, no de vacaciones— respondió Vale.

—¿Usted podría cuidarnos a Jeremy, suegra?— preguntó Hernán.

—Bueno, si, yo puedo cuidarla con mucho gusto, pero creo que sería buena idea que Savannah las acompañe, digo por aquello de que necesiten ayuda— dijo mamá.

Sentí paz, ella creía que llevarme a Savannah era como un castigo, para mí llevarme a Savannah era algo que me hacía sentir feliz, Savannah se puso muy feliz.

Los días anteriores al viaje no fui a trabajar, no me sentía bien, Valentina se puso de acuerdo con Iñigo, él nos esperaría en el siguiente pueblo, para ser nuestro chófer, el miércoles por la noche, Hernán y yo preparábamos nuestras maletas, él estaba tan feliz, tan emocionado, y yo trataba de parecer igual, pero sentía miedo, mucho miedo y dolor.

El jueves por la mañana nos despedimos, yo pasé dejando a Jeremy con mi mamá, y para recoger a Savannah, mamá nos pidió que por favor tuviéramos cuidado, nos subimos al auto, y salimos de Ipen, en Agua Azul, el siguiente pueblo nos esperaba Iñigo, subió, me saludó, le presenté a Savannah, Savannah se quedó boquiabierta al verlo se acercó a mí, —este si está guapísimo no es un Tacuazín como otros que te han gustado— susurró.

—Escuché eso— dijo Iñigo, todos rieron yo no pude, Iñigo se me quedó viendo, y puso su mano sobre mi mano.

Después de dos horas de camino, llegamos a Jalapa, y unos quince minutos después, llegamos a la cabaña de Valentina, era un lugar precioso, en medio de pinos y con un lago al frente, «es una hermoso lugar para cometer un asesinato», pensé.

Entramos a la cabaña, todo era hermoso, Valentina nos dio las habitaciones a cada uno, a mí me dio la principal, tenía una cama enorme, acomodé mis cosas, Iñigo fue por comida, yo tomé un baño, me puse un vestido vaporoso, sueltecito, para estar cómoda, Iñigo llegó con comida, comimos todos juntos, ellos reían, yo los escuchaba como de otra dimensión, me puse de pie —regreso en un ratito iré a caminar— dije.

Salí de la cabaña, sentía que me ahogaba, caminé entre los pinos, hacía un poco de aire, llegué frente al lago, habían varias sillas, una mesa y una parilla, me senté una de las sillas, viendo hacía el lago, puse mis manos en mi vientre.

«Hola, no sé si me escuchas o no, pero quiero decirte algunas cosas, (las lágrimas empezaron a salir), no creas que no te quiero, tampoco creas que te odio, no, de hecho te quiero, y daría todo por traerte a este mundo, y abrazarte, y besarte, y que juegues con tu hermana, pero no puedo, no puedo traerte a este infierno, no puedo permitir que nazcas si no es el ambiente apto para vos, además quiero escapar y si vienes, con vos no podré, y no quiero quedarme 7 años más en este infierno, quiero que sepas que me duele, que me siento el ser más despreciable de la tierra, y que si quieres odiarme o atormentarme por lo que te haré, prometo entenderte, por favor perdóname, no voy a acabar con vos por falta de amor, no, voy acabar con vos por exceso de miedo, por favor perdóname, hijo.» le dije al bebé mientras seguía acariciando mi vientre y los ojos se desbordaban.

Entré a la cabaña todos se me quedaron viendo, —estoy lista, hagámoslo— dije.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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