LA SIRENA Y LA LUNA

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 122)

Danielle llegó a mi vida un 20 de mayo del 2018, también la conocí por redes sociales, hasta este momento creo nunca había dicho que escribo, y que sueño con algún día sacar un libro, escribo en redes y las personas dicen que soy buena, yo solo dejo hablar mi corazón, ¿mi musa? Iñigo, la mejor de la musas, cuando la tinta está por terminarseme él me rompe el corazón y hace que la tinta salga a borbotones, o me dice cosas hermosas, me hace el amor y entonces el corazón late tan rápido que la tinta se cae.

Conocí a Danielle por otras personas, llegaron a mí haciéndome la invitación para crear contenido en su página, yo ya sabía de crear contenido para otras páginas, Erika Santafe fue la primera en creer en mí, ella solo leyó uno de mis fragmentos por ahí, «¡Busquen un médico por favor! Se me está muriendo el amor por él, y el dolor es demasiado.» decía la frase, ella sin saber siquiera quien era yo, la compartió, me agregó a Facebook y sin decirme nada, me metió de una vez a su página diciendo que podía publicar en ella todo lo que yo quisiese, eso me hizo sentir especial, hasta hoy le agradezco tanto el que ella creyese en mí, ella ya era una escritora famosa, y yo, yo apenas lograba sacar dolor por medio letras.

Esa tarde cuando estás personas me pidieron formar parte de su proyecto, acepté emocionada, me llevaron a un grupo de WhatsApp, de ahí solo medio conocía a dos, el primero que saltó a saludarme fue "el líder" el que se creía el mejor y un papichulo, luego estaba idiota 1 que era la que me había invitado, se notaba que estaba enamorada del papichulo, también estaba idiota 2, ella se creía modelo de Playboy, mandaba fotos en ropa interior al grupo, luego idiota 3, era con el que mejor me llevaba, pero era cobarde, no tenía valor para defender lo que pensaba, y en medio de toda esa manada de buenos para nada estaba ella, Danielle, desde que entré lo único que leía en ese chat era, —Danielle el vídeo, Danielle la portada, Danielle la imagen— y ella muy amablemente decía, —ya voy, es que ando un poco ocupada, ya casi lo termino, tenganme paciencia—, me dio ternura, yo no la conocía, yo no sabía quien era, pero a simple vista noté que ella era distinta a todos, pasada las horas el líder del grupo quiso cambiar mis textos con palabras que él creía mejor, no se lo permití, luego idiota 1 dijo que odiaba la luna porque era un parásito, vi a Danielle saltar a defender la luna, entonces sentí que debía conocerla más, hasta que pasó algo, el líder se dirigió directamente a mí —Liss, ¿creas contenido en la página de Santafe?— preguntó directamente, —sí, ¿por qué— contesté.

No vi su respuesta, me sacaron del grupo, y luego él me mandó mensaje privado, —odiamos a esa mujer porque nos hizo de menos, así que no sabemos si eres espía de ella— dijo.

Me reí antes de responderle, ¿espía? ¿Esto es el FBI? Además, ¿espía de páginas? Pensé.

—¿De qué estás hablando? Yo ni siquiera sabía que tenías problemas con Santafe, además eso es de ustedes, yo no tengo porque meterme— dije.

—Pues debes de elegir, ella o nosotros— dijo, tajantemente.

—¿Elegir? Ya eligieron ustedes por mí al sacarme— dije, bloqueandolo.

Unas dos horas después, Danielle me escribió para disculparse por como me había tratado, fui grosera con ella, muy grosera, estaba molesta, a pesar de ello ella no dejó de insistir y ser dulce conmigo, entonces entendí que en medio de toda aquella basura marina, yo acababa de encontrar una sirena, ¡siempre la vi así como una sirena en una pecera! ¡Cómo una sirena con complejo de sardina dejando que la metiesen en una lata!

Empezamos a conocernos, a tratarnos, me di cuenta del gran talento que poseía, —vas a ser demasiado grande— le dije, no me equivoqué.

Ahora a casi dos años de aquel encuentro, ella se había convertido en mi mejor amiga a distancia, y estaba en vídeo llamada con Danielle contándole todo lo que pasaba con Iñigo, lo feliz que me sentía de como nos estábamos llevando, habíamos pasado año nuevo juntos, ahora podía sentir su amor hacía mí, ella estaba feliz, porque sabía cuanto había sufrido antes, —¡yo creo que este si es el bueno— dijo.

—¡Yo también lo creo!— respondí.

Que equivocadas estábamos.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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