ME ESTOY APAGANDO

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CATAS AL MARINERO (Capítulo 80)

Desperté en el hospital privado de Ipen, veía hacia todos lados, no reconocía el lugar, cuando por fin logré saber dónde estaba empecé a llorar, ¡era el hospital Adriana! Ahí te cobraban hasta por pestañear, Violet mi compañera de clases me había sacado en su auto inconsciente, y con un sangrado demasiado fuerte, ella era una chica adinerada así que por eso se le hizo lógico llevarme a un hospital privado, entró el médico a la habitación, el Dr. Severo, había sido mi maestro en el colegio nocturno, pero no me reconoció.

—No sabemos que te pasa, ya te hicimos análisis y no tenés nada, cuando tu amiga te trajo pesamos que era un aborto, pero no, no es nada de eso, mañana te daré de alta porque no puedo mantenerte aquí, aún cuando aparentemente no tenés nada, no es normal que estés sangrando tanto, y para descubrir que es lo que te pasa se necesitan muchos análisis, y no quise hacerlos sin tu autorización porque sería mucho dinero, por ahora descansa porque tenés una anemia severa, y sangrando te puede costar la vida, duerme bien, y espero podamos encontrar que es lo que te está pasando— dijo.

Tomé mi celular y le marqué a Hernán, que no podía llevarme a Jeremy a casa porque estaba en el hospital, él vivía cerca del hospital, y dijo que vería la forma de que Jeremy llegara a verme.

Luego le llamé a mis papás, lloré mientras les contaba lo que había pasado, la respuesta de mamá me caló, —tuviste un aborto, ¿verdad? Andas de pū-tá y estabas embarazada, yo no pienso ayudar a una pū-tā.—

—Mamá no, yo no estoy embarazada, ni estaba, yo no he abortado, el doctor no sabe que me pasa, estoy en un hospital sola, sangrando tanto que siento que me deshago poco a poco, tengo demasiados dolores, si, necesito ayuda, lo sé, pero también necesito un abrazo, que me protejan, yo necesito a mis padres— dije entre lágrimas.

—Me da vergüenza que toda la gente de Ipen sepa que clase de persona sos—

En ese momento entró el médico a la habitación.

—Mami, el médico acaba de entrar, se lo voy a comunicar para que le explique que me pasa— dije con un nudo en la garganta.

Escuché al médico explicarle a mamá lo que me pasaba y al final le dijo, —no señora, su hija no estaba embarazada, y no ha tenido ningún aborto— luego el médico me entregó el celular.

—Es que vos me haces pasar unas vergüenzas— dijo mamá, y colgó.

Lloré, me dolía el vientre, me dolía estar sola, pero lo que más me dolía eran las palabras de mamá.

Me quedé dormida.

Me despertaron unos brinquintos en la cama, era Jeremy, abrí los ojos, Jeremy sonrió, —no quiero que te mueras, mamá— dijo, borrando toda sonrisa de su rostro.

Oriana la había llevado a verme, y con Oriana había llegado Joslyn, la hermana de la nueva pareja de Oriana.

Ah Oriana, después de haber tenido su segundo bebé su esposo había migrado a Estados Unidos, cada centavo que su esposo mandaba ella se lo gastaba en ropa y lujos, le fue infiel, y él terminó dejándola, así que ahora andaba con un chico mucho menor que ella, que además era de otro país, y su hermanita vivía con ellos y los dos hijos de Oriana.

Jeremy estuvo ahí un momento conmigo, —¿quién se va quedar a cuidarla?— Preguntó Oriana.

—Nadie, no tengo a nadie— dije.

—Yo puedo quedarme, sin ningún problema, y con mucho gusto— dijo Joslyn.

Jeremy me abrazó fuerte, y se fue con Oriana, llegó a verme Yamila, me llevó mi pago y dijo que no podía seguir esperándome y que había contratado a alguien más, así que si, también me había quedado sin trabajo.

Al día siguiente cuando me dieron de alta, aún tenía una vía en la vena para medicamentos, mamá ya había pagado la cuenta, me sentía débil, llegué a casa y recibí una llamada de Hernán.

—Liss, yo no puedo cuidar a Jeremy, como dice mi papá, ¿qué gano yo con eso? No me desquita, solo estoy gastando mi dinero.— dijo.

No dije nada, le colgué la llamada, salí, tomé un taxi y fui por Jeremy, yo no me veía bien, el taxista todo el tiempo me preguntaba si me sentía bien, yo me veía demasiado pálida y ojerosa.

Llegué a la casa de Hernán por Jeremy, la Sra. Chela se me quedó viendo muy asombrada, —ay, no hubiese salido así como está, se ve mal— dijo.

—Pues eso dígaselo al miər-dā de su hijo, y al hijo de pū-tā de su esposo— respondí.

Jeremy salió corriendo, y ver a Jeremy en el estado que la vi, me dio tanto coraje, estaba despeinada, su ropa totalmente sucia y su carita llena de mugre, subimos al taxi y fuimos a casa.

Me metí al baño y tomé una ducha, también duche a Jeremy, luego tomé mi cuaderno y una pluma.

«Querido marinero:

¿Cómo estás? Siempre que te escribo es para contarte cómo me siento, jamás pregunto como te sentís vos, espero que estés bien, que seas feliz.
¿Sabes? Tengo una relación, es un buen chico, me quiere, y me la paso bien con él, pero... si, si hay un pero, es que él no es vos, no me ve como me veías vos, no me hace el amor como lo hacías vos, y extraño sentir que el universo explota entre mis piernas, mi salud empeoró un poco, y no sé que hacer, te extraño, todo el tiempo te extraño, aún puedo recordar tu aroma, y también el brillo de tus ojitos bajo esos párpados caídos, aún recuerdo como sonreías con mis locuras, ¿cómo te olvido si sos el amor de mi vida? Es que nadie sabe que te amo, solo Vale, pero Vale tuvo que irse, y de vos no se nada, pareciera que te has puesto de acuerdo con Dios, los dos no me ven, no me escuchan, ¿qué hice mal, mi amor? Solo quiero verte, solo quiero abrazarte, pero he olvidado que yo no soy una sirena, yo solo soy una luna casi apagada y vos amas las sirenas, odio ser la luna, ¿por qué Dios no me hizo una sirena? Porque si yo lo fuera, me mirarías, y si me vieras yo volvería a sentirme segura.

Te amo, Liss.»

Las siguientes semanas fueron difíciles, en especial para Jeremy, yo no lograba mantener abierto mis ojos.

Ella se levantaba, se preparaba su cereal, se bañaba, se cambiaba, se iba al colegio, regresaba y yo seguía dormida, ella notaba que yo estaba viva porque durante el día ponía su dedito en mi nariz para saber si estaba respirando, luego me abrazaba, y yo aún no tenía fuerza para abrir los ojos.

Me estaba yendo y no sabia aferrarme a la vida.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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