EL DERRUMBE

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 131)

Me dirigí al laboratorio, estaba usando una blusa azul fuerte y unos jeans negros, mi cabello rojo alborotado, iba suelto, llegué al laboratorio, me pidieron que esperara, que la Doctora iba a escribirme de una vez, que solo había 2 pacientes antes que yo, me senté y esperé por aproximadamente 1 hora, luego me tomaron los signos vitales y unos veinte minutos después pasé con la Doctora, —Hola Liss, ¿cómo estás? ¿Qué tal ve va con los antidepresivos y los somníferos?— preguntó.

—Con los somníferos me va bien, me dejan totalmente noqueada, el problema son los antidepresivos, me aturden demasiado, apenas logro mantener los ojos abiertos durante el día— respondí.

—Es normal Liss, es solo mientras tu cuerpo se acostumbra a ellos, ahora bien veamos tu resultados— dijo.

Asentí.

Abrió los resultados, los vio por unos minutos, se me quedó viendo y sonrió, yo sentí algo raro en el pecho.

—Veamos que tenemos acá, pues mira la buena noticia es que no sos diabética— dijo, yo me sentí aliviada.

—Pero hay algo aquí que llama mi atención, no tenés nada de vitamina D, y tenés una norma excesivamente elevada, normalmente no debería pasar de 19 y tenés 303, es demasiado— dijo.

—¿Eso que significa? Pregunté.

—Mira Liss, te voy a ser totalmente directa, aquí tienes de 3,
1. Que tengas un tumor cerebral.
2. Que tengas un tumor en suprarrenales.
3. Que sean amabas cosas— dijo.

Sentí que el mundo se me congeló, que el tiempo se detuvo, sentí mucho frío y a la vez mucho calor, pensé en todo y nada a la vez, sentí miedo, pero también sentí paz, no pude articular palabra, no alcancé a decir nada, en ese momento lo único que quería es tener una mamá que me sujetara de la mano.

—Pero mira, no hay que adelantarnos, te voy a dejar una dosis de vitamina D, te voy a dejar medicamentos, y voy a necesitar que te realices unos estudios, una resonancia magnética con derivación en silla turca y una tomografía de suprarrenales— dijo.

Me puse de pie tomé las recetas, —gracias— dije.

—Tranquila todo va estar bien, no te preocupes, realiza los estudios lo más rápido posible, y te veo aquí en cuanto tengas los resultados, con esa orden espero que no tengas problemas para que te permitan salir a realizarte los estudios— dijo.

Asentí.

Salí del consultorio, me paré en la acera viendo a los dos extremos de la calle, sentía que estaba para en las nubes, todo me daba vueltas.

Tomé el celular y busqué el grupo de Messenger que tenía con Maricela y Julio, envié un menaje de voz, —no sé que está pasando, no sé dónde estoy, no sé como se lo voy a decir a Jeremy— les dije.

No sé que tono de voz usé, no sé nada, ellos escribieron mensajes ya no los vi, paré un taxi le pedí que me llevara a casa, no se cuanto tiempo se llevó el taxi en llegar, no se si le pagué o no, entré a la casa, Jeremy cambió su rostro al verme.

—¿Qué pasó, mamita— preguntó.

Antes de que yo respondiera a su pregunta, entraron Maricela y Julio, muy preocupados.

—Bebé, ¿qué pasó?— preguntaron.

Yo los veía a todos, —por favor, siéntese— dije.

Jeremy no quería, pero accedió, tenía a Jeremy frente a mí, a Maricela a un lado y a Julio al otro.

—Al parecer puedo tener un tumor en el cerebro y en el riñón— dije y me desmoroné, Jeremy empezó a llorar, Julio me tomó de la mano y volteó a ver a Maricela, en todo el tiempo que tengo de conocer a Maricerla jamás la había visto llorar, los ojos se le llenaron de lagrimas, ella intentaba disimular, intentó mantenerse fuerte, pero se pusieron de pie y me abrazaron, hasta que me cansé de llorar.

—Mira pues bebé, no vas a tener nada, vos sos fuerte, no vas a tener absolutamente nada, yo lo sé— dijo Maricela.

—Si, la beba tiene razón— dijo Julio.

Se quedaron un ratito conmigo, se fueron, tomé el celular y le marqué a mi hermana Savannah, le conté que pasaba en medio de lágrimas y ella se quedó muda, —prometeme que si algo me pasa, no vas a dejar sola a mi hija, no vas a dejar que se quede con Hernán o con mi mamá, solo confío en vos para que cuides de ella— dije.

—Toda estúpida, no te va pasar nada— dijo.

—¡Necesito que me lo prometas!— dije.

—Te lo prometo bebé, además ¿cómo crees que voy a dejar sola a tu hija?— dijo.

—Ah, y otra cosa no quiero que le digas nada a mi mamá— dije y colgué la llamada.

Pasaron unos 15 minutos cuando recibí una llamada de mamá, ella sabía que yo iría al médico.

—¿Qué pasó? ¿Qué te dijeron? Preguntó.

—Que puedo tener un tumor cerebral y otro en los suprarrenales—

—¿Cómo vas a creer? Pero mira te hablo después porque acabo de llegar y no he comido— dijo, y me dejó hablando sola.

—Tomé el teléfono y le llamé a papá, le conté todo mientras lloraba—

Mi papá se quedó sin habla, inhaló profundo, yo no podía dejar de llorar.

—Mira, deja de llorar por favor, que eso no te va hacer bien, vamos a apoyarte, no te vamos a dejar sola, pero no llores— dijo

Colgamos la llamada.

Le escribí a Ian.

—¿Qué? Eso no puede ser Liss, vas a estar bien greuñada, vamos a ver que hacemos para conseguir dinero, pero no te va pasar nada, aquí estoy— dijo.

Danielle, puso el grito en el cielo, es médico, y ella quería teletransportarme o teletransportarse para atenderme ella.

Valentina se puso mal muy mal, quería hacer todo por ayudarme.

Sonó el teléfono, era Iñigo, me vine abajo con él, lloré, le conté, se quedó unos segundos en silencio, —Estoy trabajando fuera de Ipen,  llego en la noche, voy a dejarte sola, te quiero Liss— dijo.

Colgué el teléfono, el cielo se tornó gris, empezó a llover, me metí a la cama con Jeremy, sonó mi celular, era mamá.

—¿No crees que es tiempo de que le entregues tu vida a Dios?— dijo.

—Mami, por favor no quiera usar mi enfermedad para evangelizarme, respeto sus creencias, ore si quiere, pero no quiera obligarme a algo que no me nace— dije.

—Entonces vos estás tonta, y te vas a morir sola, porque yo no pienso ayudarte, porque alguien que ni cuando le dicen que se puede morir, se acerca a Dios, no sirve para nada— dijo, colgó.

Abracé mi almohada, y me ahogué en llanto, hasta quedarme dormida.

En la noche tocaron a la puerta, era Iñigo, me abrazó y me dejó llorar, no había un lugar en el mundo donde me sintiera más segura, que a su lado, el acariciaba mi cabello y me abrazaba fuerte.

Los siguientes días, no supe que pasó, me sentía flotando en el limbo, no lograba conseguir permiso para salir a hacerme los análisis, y todo empeoraba porque los análisis me los tenía que hacer en uno de los lugares que estaban en rojo, hablé con el alcalde y él me autorizó salir el 25 de Julio.

Llegó julio y con ello llegó mi cumpleaños, me llenaron de detalles, de comida, de amor, pero Iñigo no estuvo, y con ello me rompió en mil pedazos otra vez.

25 de julio, 2020

Salí de casa a las 5:00 a.m. para llegar a hacerme los análisis, el 30 de Julio estuvieron y yo debí ver a la médico para que me diera el diagnóstico.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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