LA PAZ Y LA PASIÓN

264 23 1
                                    

CARTAS AL MARINERO (Capítulo 46)

IÑIGO

El capitán nos reunió para informarnos que nuestra estancia en Ipen sería indefinida, ya que había que hacerle unas reparaciones al barco, y también porque aunque no nos lo dijo había conocido una mujer y no quería dejarla, no puedo creer que se hubiese enamorado en una semana, pero a decir verdad, ¿qué hacía yo criticando a mi capitán? Si yo estaba vuelto loco por una mujer con antifaz y sentía tanta ternura por una mujer maltratada por su marido, a decir verdad yo estaba peor que mi capitán, todos se disgustaron con el capitán, bajaron del barco totalmente molestos, todos excepto yo.

—Iñigo mi decisión no te molesta porque vos has encontrado a la luna de tu vida ¿verdad? Ahora sabes que fue ella quien te salvó la madrugada del 4 de noviembre cuando el mar estaba por tragarse esta embarcación— dijo el capitán, no dije nada, no quería dar mi brazo a torcer y darle la razón, pero en mi interior tampoco podía negar que el capitán posiblemente si tenía razón.

LISSBETH

Ya no le encontraba sentido a nada, lo único bueno del día era jugar con Jeremy y ver la forma en la que ella amaba a su padre, Hernán dentro de todo era buen papá, la quería y la trataba muy bien, la cuidaba y la apapachaba, le daba mucho amor, Jeremy era muy pegada a su papá, y lo que me daba un poco de libertad era el trabajo, al llegar la tarde, me sentía ansiosa por salir de mi jaula, y probar un poco de libertad.

Hacía una semana que había conocido a Iñigo, y por alguna extraña razón lo sentía alojado en mi alma, nunca antes sentí a alguien ahí, era extraño, yo no sabia de amor, nunca había recibido amor ni siquiera de mamá, pero por alguna extraña razón sentía amor por él, por Iñigo, no sabia como se sentía el amor, pero si sabia que lo sentía por Iñigo no lo había sentido antes, nunca antes, y eso me daba miedo, mucho miedo, Hernán ya me había acabado física y emocionalmente, mamá me había roto el corazón con sus desprecios, y lo único que me quedaba intacto era el alma, y no quería que si dejaba entrar a Iñigo me la destrosara, pero creo que ya era algo inútil, él ya estaba alojado ahí, entró sin pedir permiso, y yo, yo lo dejé entrar.

Llegó la hora de irnos a trabajar, Valentina y su papá llegaron por mí, me subí al auto, y durante todo el camino yo no hablé, Vale me tomó de la mano, —¿estás bien? Llevas días perdida en tus pensamientos, Liss, y me preocupas muchísimo, sabes que puedes hablar conmigo ¿verdad?— dijo Vale.

—Lo sé, Vale, créeme que lo sé y lo que más valoro en esta vida, es el regalo que me dio Dios al ponerte en mi camino— respondí.

Llegamos al Bar, entramos y como siempre el primero en llegar era Iñigo, se acercó a mí y Vale, nos saludó, Vale solo le sonrió, estaba casi segura que Iñigo por alguna razón le caía mal a Vale.

—Me da gusto verte Iñigo, ahora te dejo, tengo que ir a bodega por verduras, para la comida de esta noche— dije.

—Vamos, yo te acompaño— respondió.

Asentí.

Caminamos hacia la bodega, ninguno de los dos decía nada, entramos a la bodega y creo que se armó de valor, —¿cuánto tiempo llevas con ese tipo, Liss, por qué no lo has dejado?— Preguntó.

Sentí tanta vergüenza, quise no responder, no quería que viese la porquería de vida que llevaba con Hernán, —llevo 6 años de casada con él, tenemos una niña de 4 años, pero todo es muy difícil Iñigo— respondí.

—A ver, ven cuéntame— dijo tomándome de la mano y sentándonos en el piso, lo vi y empecé a contarle a grandes rasgos como y porque y me había casado con Hernán, le conté un poco de los golpeas y los abusos.

—Hijo de pū-tā, quiero matarlo— dijo Iñigo, golpeando el suelo.

Yo empecé a llorar, no podía dejar de llorar, me dolía tanto recordar todo.

Iñigo se me quedó viendo, tocó mi rostro con tanta ternura, —no llores por favor, eres maravillosa, y nadie te ha valorado— dijo, limpiándome las lágrimas.

Se acercó un poco más a mí, me tomó del rostro y me besó, en cuanto sus labios tocaron los míos, ¡oh Dios, hubieron fuegos artificiales, mi corazón latía a mil por hora, mi estómago estalló y mi alma tuvo paz, sentí algo muy raro en mi entrepierna, algo que nunca antes había sentido, y se me enchinó la piel, el mundo se detuvo en ese momento, a mí dejó de dolerme la vida, y, me llené de ganas por vivir.

De pronto me vino a la mente Hernán, me llené de pánico, Hernán era capaz de acabar con Iñigo, no, no, no, yo no podía ponerlo en riesgo, así que lo empujé, —¡estoy casada, no puedo hacer esto!— dije, saliendo a toda prisa de la bodega.

IÑIGO

Liss me contó un poco de su vida, no podía creer la vida que llevaba, mientras me contaba empezó a llorar, y sentí tantos deseos de protegerla, no sé en qué momento pasó, pero la besé, y besarla fue tan distinto a todos los besos que di antes, sus labios eran suaves, inexpertos, pero me dieron paz, tanta paz, no quería soltarla nunca, pero algo pasó y salió corriendo de la bodega.

Me puse de pie y salí de la bodega, me dirigí al Bar, estaban por dar las 8:00 p.m. sabía que Moon estaba por llegar, en cuanto dieron las 8:00 p.m. la vi aparecer en la entrada de Saturno, tan inalcanzable como siempre, muy elegante, con el antifaz puesto, su cabello castaño oscuro, ondulado y largo, y no podían faltar sus labios rojos, entró y esta vez se dirigió directo a mi mesa.

Mi corazón se aceleró al 1000%, era tan preciosa, a pesar de no ver su rostro sabía que era preciosa, se sentó al lado mío, su aroma era delicioso, platicamos un poco, siempre hacía presuntas equis, jamás hablaba de ella, y tampoco se interesaba por saber de mí, pero me robaba el aliento, entre las risas y todo lo que pasaba, el agua mineral se le cayó encima, me acerqué para ayudarle, nos quedamos viendo, me acerqué a ella y la besé, ah, que beso, estaba lleno de pasión, de éxtasis, una electricidad recorrió mi cuerpo.

Acababa de besar a las dos mujeres que me traían loco, y fue tan distinto, los labios de Liss eran paz y los de Moon eran como un mar embravecido.

Eran tan distintas y las dos me tenían, no se como pero me tenían.

Continuará...

- Lissbeth SM.

CARTAS AL MARINERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora