EL REENCUENTRO

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 113)

Sonó mi celular, era Valetina.

—Liss, todo está listo, mañana a las 7:00 p.m. la orquesta estará en el salón, el menú de la cena quedó listo, ¿quiénes serán tus invitados?— Preguntó.

—La orquesta, vos, Mary y yo, no necesito más testigo para el reencuentro entre el marinero y la luna— contesté.

Estaba nerviosa, tenía miedo, el cuerpo lo sentía en otro dimensión y mente estaba en aquellas noches de noviembre de hace 13 años cuando le conocí, ¿cómo es que aún no podía olvidarle?

IÑIGO

Nunca imaginé que volver a sentir esto por alguien, sin saber quién era, cuando regrese a Ipen tenía la esperanza de volver a verla, a ella, a Liss, pero no lo había logrado aún, tenía noticias de que Saturno había cerrado, y esa noche cuando el director de la orquesta nos dijo que nos habías contratado para amenizar la inauguración de un restaurante, jamás imaginé que sería en el mismo lugar donde alguna vez creí amar a aquella mujer de ojitos tristes, cuando llegamos al lugar y descubrí que se llamaba Saturno, sentí una punzada en el pecho, porque por más frío que seas, hay cosas que simplemente no se olvidan, nunca.

Cuando vi entrar a aquella mujer el corazón se me detuvo, por un momento creí que era Moon, pero no, Moon era distinta, esta mujer era pelirroja, segura de si misma, podía notar su ego y su altanería hasta por encima del antifaz, luego la vi con Valentina y estuve totalmente convencido de que de era Liss, por eso la seguí para hablar con ella, la forma en la que me trató fue cruel, ni siquiera volteó a verme, entonces entendí que no era Liss, porque Liss jamás me ignoraría, a pesar de todo lo que le hice porque Lissbeth es noble y pura, y esa mujer era un témpano de hielo.

LISSBETH

Lavé mi cabello, lo peiné, puse labial rojo en mis labios, tomé el vestido, me lo puse, coloqué el antifaz, y por último un poco de perfume, Valentina pasaría por Mary y después las dos pasarían por mí, le había contado a Ian, lo que Iñigo me había hecho y cual era mi plan para esa noche, Ian estaba a la expectativa, odiaba a Iñigo, decía que él no merecía que yo lo quisiera tanto.

Ian siempre me decía, —estás bien preciosa, no te hagas menos.—

En tan pocos días, Ian se había convertido en un amigo que me gustaba tener en mi vida, y aunque no lo decía sé que yo también me le estaba metiendo en ese témpano de hielo que tenía por corazón.

Valentina me avisó que están afuera de casa esperándome.

Las piernas me temblaban, sentía que caminaba en el aire, subí al auto, Valentina y Mary se veían guapísimas con sus vestidos de gala, sus antifaces, yo apenas hablé, ellas hablaban mucho entre sí, estaban emocionadas.

Llegamos al lugar, bajamos, en el salón las luces eran tenues, casi no se veía nada, tal y como yo lo había pedido.

Entramos, nos sentamos, me tomé dos copas de vino mientras lo veía tocar el violín, los años le habían sentado tan bien, estaba tan guapo, mi corazón aún le amaba, pero no podía dejar que se lo demostrara.

En el momento adecuando le di una señal a Vale, ella invitó a la orquesta a sentarse a la mesa con nosotras, platicábamos, reíamos, Iñigo me veía de reojo.

Entre la charla Mary dijo —la anfitriona de la fiesta, nunca ha bailado.—

—Eso no puede ser, debería hacerlo ahora, con alguno de nosotros— dijo el director de la orquesta.

Yo sonreí, todo estaba saliendo a pedir de boca.

—Iñigo, baila con ella, nosotros tocamos—

El corazón me dio un salto, Mary y Vale voltearon a verme y sonreímos.

Iñigo no dijo nada, se puso de pie, se acercó a mí, extendió su mano, la tomé, en cuanto la tomé, una electricidad recorrió mi cuerpo, y frente a mí pasó una película de todo lo que habíamos pasado juntos hace 13 años, sentí dolor, nos pusimos de pie, y el baile empezó, el me dirigía, yo no sabía como hacerlos, ahí estaba mi pequeño marinero, cumpliéndome una promesa, sin saberlo.

Me llevó hasta él, me recosté en su pecho, y entonces el mundo se me vino encima.

—Te extañé— susurró en mi odio.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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